Una llamada. Con eso sólo el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, entendió que ponía en juego algo más que su cabeza.
La llamada desde Olivos ocurrió durante el fin de semana y sirvió para poner en línea al líder sindical. El tono firme aunque sin reproches era un mensaje claro. Sin titubeos, del otro lado de la línea se enviaba la advertencia: “Si seguís pidiendo aumento para los jubilados, no podemos subir el mínimo no imponible”.
El sindicalista entendió el mensaje y optó por adherir a la tesis oficial. Durante toda la semana, Moyano fustigó el intento de la oposición por elevar los haberes jubilatorios.
Sin embargo, y a pesar de esta maniobra inesperada, como si no hubiera puesto la luz de giro al doblar en sus tiempos de camionero, Moyano recibió más llamados.
Al menos, media docena de gremialistas intimaron al líder de la CGT a presionar al gobierno para que conceda rápidamente un incremento de la base imponible. ¿El motivo? Con los recientes incrementos salariales obtenidos, los sueldos de muchos trabajadores se encuentran alcanzados por ese gravamen.
Ante tamaña presión de las bases, el líder sindical redobló la presión sobre la Casa Rosada y amenazó con bajarse del avión presidencial rumbo a Beijing si el gobierno no modificaba la escala impositiva.
Finalmente, luego de largos cabildeos, la administración Kirchner aunque cedió, en parte, al reclamo, dejó con un sabor amargo y el ceño fruncido a Moyano y sus acólitos. ¿Por qué? Porque los nuevos importes dejan en iguales condiciones a muchos trabajadores, es decir, alcanzados por el impuesto. Segundo, porque la base imponible no se actualizaba desde 2008 y los sueldos no sólo se incrementaron sino que sufrieron el deterioro inflacionario. Tercero, a pesar de que se trata de un impuesto que se liquida anualmente, el Fisco no devolverá los anticipos retenidos en la primera mitad de 2010.
Cuarto, habrá nuevas retenciones en el segundo semestre puesto que los incrementos salariales operan a partir de ese período y los nuevos sueldos superan los nuevos mínimos. A pesar de esto, en este juego de colosos, los sindicalistas y los políticos se pusieron de acuerdo para mantener de rehenes a miles de jubilados que verán postergado un incremento en sus haberes, en medio de la hoguera inflacionaria.
Al fin de cuentas, los sindicalistas perdieron la pulseada corporativa con el gobierno, se quedaron con las manos vacías y dejaron a trabajadores y jubilados totalmente desprotegidos. La presión por una mejora en los salarios se hará sentir más ostensiblemente en el segundo semestre porque muchos gremios van a volver a reclamar aumentos salariales, ante la negativa del Gobierno a levantar la presión fiscal sobre los sueldos.
Es que la inflación va desajustando la economía y las distintas variables se van a tener que reacomodar en algún momento...
No es que la economía se ajuste por la inflación y la devaluación, según la teoría de la administración Kirchner. Todo lo contrario, tanto la inflación, como el déficit fiscal como la devaluación y la emisión monetaria son manifestaciones de una economía desajustada que necesita correcciones urgentes para preservar el valor del patrimonio de sus habitantes y que, de no hacerse, va camino a otra crisis. El ajuste de la economía se hace cada vez más necesario a medida que pasa el tiempo por dos razones. Primero, cuanto más tiempo transcurra, más duro será el ajuste. Segundo, cuanto más tiempo transcurra, mayor será el daño sobre el patrimonio de todos los argentinos.
Cuando la canciller alemana Angela Merkel lanzó hace un mes un ajuste de la principal economía del euro, las críticas llegaron desde todo el planeta. Merkel había dicho: “Tenemos que asegurar el futuro de nuestro país, Alemania, como la mayor economía de Europa, tiene la tarea pendiente de dar un buen ejemplo, estamos en tiempos duros y difíciles. No nos podemos permitir ya todo aquello que deseamos si queremos diseñar el futuro. Pese a la difícil situación de nuestro país soy optimista. Hemos vivido en los últimos años por encima de nuestras posibilidades. Lo que vemos ahora en Grecia y en otros países nos muestra la importancia que tiene la disciplina financiera”.
A Merkel le siguió el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, pidiendo ajustar las cuentas fiscales en el viejo continente. Detrás de Merkel se alinearon, Sarkozy, Cameron, Berlusconi y hasta Rodríguez Zapatero. Todavía permanece fresca la imagen de la canciller Merkel, en Sudáfrica, festejando la goleada alemana sobre el equipo de Maradona aunque no se sabe si es por el triunfo deportivo o porque Europa toda entendió su pedido de austeridad. ¿Habrá entendido el mensaje el matrimonio presidencial argentino?
Miguel Ángel Rouco
DyN