El 3 de junio de 1987, el Congreso aprobó la Ley de Divorcio y el Poder Ejecutivo la promulgó cinco días después, luego de febriles debates en la sociedad, de una "cruzada" por parte de la Iglesia y de un importante desgaste para el entonces presidente Raúl Alfonsín.
Hoy, tantos años después, las estadísticas hablan de un sensible aumento de los divorcios con respecto a los de entonces, pero más que nada por causas de los nuevos conceptos que se manejan en la cultura global, antes que por efectos de aquella normativa.
La Iglesia se encuentra, ahora, en la denominada por el cardenal Jorge Bergoglio "Guerra de Dios", en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, como lógica respuesta desde lo doctrinario.
Sin embargo, difícilmente pueda ahora frenar los dictados de una cultura en mutación constante por imperio de la tecnología y que apunta a una indisimulada diversidad sexual.
Quizás, el cardenal, cuando habló de "guerra", no se refería sólo al matrimonio civil, sino a la necesidad de enfrentar al kirchnerismo ante la posibilidad de nuevas batallas que pueden venir como la del aborto, la última frontera admisible para el clero.
Y puede ser de esta manera, si se observa la hoja de ruta utilizada en otros países, como España, donde hoy se da un debate cruento por el aborto legal para las chicas mayores de 16 años.
Allí, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero afronta una situación complicada, ya que la norma logró su aprobación parlamentaria, pero luego de perder en el recinto, los legisladores del Partido Popular, acudieron a la Justicia.
En principio, en los estrados judiciales no hay intención de torcer lo decidido por ley, aunque siempre sobreviven raíces franquista, como lo demostró la destitución de Baltasar Garzón cuando se atrevió a investigar crímines durante la dictadura de cuarenta años.
Pero, por lo pronto, en la Argentina se han acentuado las diferencias entre el oficialismo y sectores tradicionales, como ahora la Iglesia. y como lo fue en su momento con el campo, en 2008.
Las heridas de este último enfrentamiento aún se encuentran abiertas y prueba de ello es la ausencia de stands oficiales en la próxima Exposición Rural, y que, por supuesto, nadie del Gobierno concurrirá a Palermo.
La edición 2010 de la Exposición, que se extenderá entre el 22 de julio y el 3 de agosto, contará sólo con los pabellones de nueve provincias y el del Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Cosa compleja la de saber con exactitud en qué situación se encuentra hoy el campo, ya que los números difieren mucho de los conceptos vertidos por gran parte de la dirigencia.
Cosechas récords y precios elevados dibujan un escenario alentador que dista, por caso, con las palabras del titular de la Rural, Hugo Biolcati, quien advirtió que muchos productores trabajan a pérdida debido a las retenciones a las exportaciones.
La tónica del enfrentamiento entre sectores parece formar parte de la estrategia del oficialismo para dividir aguas con vistas a las elecciones del año próximo.
Como da por perdido el apoyo de amplios sectores urbanos y rurales, el Gobierno apuesta a la continuidad de los beneficios económicos que le garantice la masa crítica de votantes.
Esta es, precisamente, el 40 por ciento de votos, con 10 de diferencia, que le permita vencer en primera vuelta y evitar el temible ballottage.
En ese sentido se enmarca la suba del 20 por ciento en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, una medida por la cual unos 600 mil trabajadores quedarán eximidos del tributo.
El piso es bastante menor al reclamado por la CGT, pero para el Gobierno resulta clave para mantener la alianza estratégica con el líder de la central obrera, Hugo Moyano, si es que el sindicalista no afronta una crisis en el seno de la central obrera.
Antes de emprender su viaje a China, la Presidenta también le encomendó a sus dos ministros Aníbal Fernández y Florencio Randazzo que hagan todos los esfuerzos posibles destinados a evitar que avance en el Congreso del 82 por ciento móvil para los jubilados.
Es que de convertirse en ley ese beneficio recurrirá al camino más costoso en términos políticos: el del veto a una normativa muy cara para el sector pasivo.
En este caso perderá también esa estrategia herramienta electoral que es un incremento a los jubilados. Uno de ellos está pensado para antes que termine este año y otro más para el 2011.
A pesar de las medidas electoralistas, se sabe de sobra que el equilibrio económico global sigue delicado y que podría haber otro pico de crisis, precisamente, el año que viene.
Algunos economistas aseguran que ya pasó el pico de la crisis en Europa, ya que 91 bancos pudieron sobrellevar la denominada "prueba de tensión" ante el supuesto que la economía del continente crezca menos del 3 por ciento .
En otra vereda, analistas como Paul Krugman y Nouriel Roubini —quien anticipó la crisis por las hipotecas en los Estados Unidos— advierten sobre una posible recesión mundial por efecto de los planes de ajustes ortodoxos.
Explican que la recesión en Europa, una posible desaceleración del crecimiento chino, y las dificultades de los Estados Unidos para recuperarse con mayor rapidez conforman un verdadero artefacto explosivo.
Una solución, señala Krugman, sería que los bancos y las grandes corporaciones resignen parte de sus fabulosas ganancias que se terminan derivando el circuito financiero y no productivo.
Sin embargo, la reforma del sistema financiero propuesta por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ya sufrió tantas modificaciones en el Parlamento que desvirtuaron su origen.
El texto aprobado incluye un sistema de alarmas de riesgos para prevenir otro colapso financiero como el de 2008, pero no contiene el gravamen a los bancos.
Aunque Obama sigue dando la pelea y espera aplicarle una tasa que permita sumar unos 90 mil millones, ya que se encuentra convencido que ese recorte será el único camino posible para evitar otra depresión como la de 1930.
No en vano, la presidenta Cristina Kirchner habló, en el acto de conmemoración del 9 de julio, en Tucumán que el gran desafío de este tiempo es la independencia económica.
Es en este marco que la acumulación de reservas se hace imprescindible y se celebró esta semana que hayan superado los 50 mil millones de dólares.
Eso sí, la economía en general necesitará de instrumentos idóneos para que todo el dinero que se libera con las compras del Banco Central no se traduzcan en inflación, el gran peso que sufren hoy los bolsillos de los argentinos.
Ya que de poco servirán los pregonados conceptos de economía productivista y de inclusión social si la suba de precios se come día a día el poder adquisitivo de todos.
Daniel Casal
NA