Ver a Alemania mordiendo el polvo ante una compacta España, llenó de regocijo a propios y extraños, sobre todo a aquellos que sus países fueron a casa antes de lo previsto en esta impredecible Copa del Mundo Sudáfrica 2010. Y luego, que la misma furia española ganase el título haciendo lo mismo pero con Holanda, le dio una y mil veces la razón al filósofo argentino del balompié Dante Panzeri, quien alegaba que dicho deporte era ‘’la dinámica de lo impensado’’: “El fútbol es técnica del imprevisto por sobre todos los imprevistos. Y más aún limitando esa técnica al uso de las más indócil de las armas posesivas del hombre, los pies, siempre más indóciles que las manos al ordenamiento del cerebro...”.

Seguramente cuando empezó este cotejo, y el pulpo Paul aún no mostraba sus dotes de adivinador, casi nadie se aventuró a pronosticar ese resultado, aún ni siquiera imaginando que grandes como los nombrados arriba, más Italia, Francia, Argentina y Brasil viesen la final cómodamente con rabia desde sus casas. Obviamente, el que se atreviera a dar estos guarismos habría sido fácilmente catalogado de orate o algo peor, corriendo el riesgo de quedar vapuleado físicamente.

Italia, campeona del mundo en Alemania 2006, cayó ante Eslovaquia por 3 a 2, mientras que Francia hizo lo propio con Sudáfrica 2 a 1, mostrándole al mundo una pobrísima imagen del equipo subcampeón del 2006. El cuco Brasil le siguió en esta amarga lista, al perder frente a Holanda por 2 a 1. Argentina, favorita y conducida por Maradona, sufrió un paseo de 4 a 0 ante la selección germana. Y estos a su vez, fueron liquidados por el actual campeón por 1 a 0, en un partido en el cual se les escapó la tortuga, la pelota dobló y la vieron cuadrada.

El conjunto naranja llegó a la final en gran parte gracias a un gol en clara posición adelantada, cuando empataban con Uruguay 1 a 1, anotado por Wesley Sneijder a los 70 minutos. Esto les bajó la moral a la tenaz resistencia charrúa, pero supieron sobreponerse y llegaron al 3 a 2 que puedo ser más.

Conciencia de equipo

El veterano DT ibérico Vicente del Bosque ni bien terminó el partido final manifestó con hidalguía: ‘’Es un momento inolvidable. Felicitamos a Holanda, que nos ha hecho muy difícil el partido. La final ha prestigiado el fútbol ofensivo, de calidad. Hay una gran alegría dentro del vestuario, difícil pronunciar palabras en este momento. La satisfacción en el país supera lo meramente deportivo. Es un éxito de todos, es justo el premio recibido hoy. Agradezco el apoyo de los españoles!’’ Un auténtico logro colectivo que superó a un equipo artero, cultor del juego brusco, que le propinó 28 infracciones consecutivas en 120 minutos. Precisamente uno de los más afectados fue Andrés Iniesta, autor del gol del triunfo, quien en un avance hacia la meta contraria fue hecho literalmente sandwichito por dos rivales.

El árbitro británico Howard Webb ignoró de plano un claro penal del holandés Heitinga sobre Xavi, cuando este estaba por encarar al arquero rival. Además, la patada de karate de De Jong sobre Xabi Alonso es merecedora de la tarjeta roja directa sin hesitar, y no de la amarilla que finalmente le esgrimió. Por eso, aducen los entendidos de la ciencia de este deporte, que si el ex policía de 39 años habría apelado a la pena máxima antes, es muy probable que la ex naranja mecánica se vería obligada a bajar los decibeles por precaución. Menos mal que los españoles no mostraron una faceta temperamental ante esto, pues sino el partido hubiera terminado con sesiones involuntarias de pugilato masivo.

Pero lo verdaderamente certero es la enseñanza que se desprende del equipo ganador, un grupo humano dirigido por un cultor del auténtico fútbol que le gusta a la gente, con conciencia colectiva de juego en detrimento de las inútiles individualidades salvadoras. Además, el triunfo ibérico nos salvó felizmente del ridículo bailecito de la princesa Máxima, efectuado precisamente cuando el juez de línea decidió no mirar la posición adelantada del citado Sneijder.

Fernando Paolella