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Centenario y ovejas negras (Parte Final)

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UN ANÁLISIS NECESARIO SOBRE EL SER NACIONAL
UN ANÁLISIS NECESARIO SOBRE EL SER NACIONAL

El 1° de mayo de 1909, los gremios anarquistas y socialistas deciden conmemorar el "Día del Trabajo" en actos separados.

 

Los socialistas (U.G.T. Unión General de Trabajadores) se juntan en Constitución y los anarquistas ( F.O.R.A. Federación Obrera Regional Argentina), en la Plaza Lorea. En este último lugar, los oradores protestan contra los bajos salarios, la desocupación y el desinterés del gobierno por la temática social.

Hay banderas rojas con frases contra la burguesía y mucho griterío.

A primeras hora de la tarde, llega la asociación anarquista "Luz al Soldado", en actitud agresiva: "según los partes policiales a su paso han roto vidrieras de panaderías que no cerraron sus puertas en adhesión al ‘Día del Trabajo’, han bajado a garrotazos a guardas y motoristas de tranvías y han destrozado coches de plaza y soltado a los caballos".  31

El comisario Falcón merodea la zona. No pasa inadvertido: es reconocido e insultado. Impertérrito, dirige unas palabras a Jolly Medrano, jefe del escuadrón de seguridad, y se retira. Nunca se sabrá qué le dice. Al rato, todo es un desconcierto: "La policía dirá que fue atacada por los obreros y los obreros dirán que la represión comenzó sin previo aviso. Pero lo cierto es que el resultado es una de las más grandes tragedias de nuestras luchas callejeras. Alguien prende la mecha y dispara un tiro. Se desata el tiroteo. Se lucha a balazo limpio. Ataca la caballería. Los obreros huyen, pero no todos. Hay algunos que no retroceden, ni siquiera buscan el refugio de un árbol. Luchan a cara limpia. Es una época donde muchos son los trabajadores que quieren ser mártires de las ideas. Después de media hora de pelea brava la plaza queda vacía". 32

El saldo del desparejo choque arroja como resultado ocho obreros muertos y unos cuarenta heridos.

Además, Falcón -el "Perro" como le dicen sus subordinados - ordena detener a algunos dirigentes anarquistas y cierra los locales en que se reúnen.

Esta lamentable situación da pie "a la Huelga General de la Semana de Mayo que movilizó a 200.000 personas en la Capital Federal". 33

El 2 de mayo, acompañan el cortejo de los obreros caídos en la trágica jornada del día anterior miles de trabajadores. Los enfrentamientos continúan.

Por su lado, el presidente Figueroa Alcorta envía a Falcón sus felicitaciones "ordenándole que con igual entereza continuara ejerciendo su autoridad para reprimir las complicaciones que se procurase producir en el asunto".  34

Además, lo confirma en el cargo.

El 4 de mayo, "todos los sindicatos y organizaciones del país se plegaban a la huelga general y paralizaban la República. La Intendencia Municipal pudo poner en movimiento algunos carros guiados por bomberos armados: 'Las empresas de tranvías hicieron circular algunos coches llevando en cada plataforma un soldado del ejército armado de máuser, y con la bayoneta calada (...) muchos conscriptos abandonaron el servicio desertando; y otros no intervinieron en los incidentes entre el pueblo y los conductores de tranvías. Sin embargo, algunos soldados hicieron fuego desde las plataformas de los tranvías matando a varios transeúntes".  35

Comenta el periodista y escritor Osvaldo Bayer que el diario "La Nación" pregunta a Falcón el motivo de tal represión, a lo que responde: "Los obreros no llevaban la bandera argentina, llevaban la bandera anarquista".  36

Agrega el autor de "Los vengadores de la Patagonia trágica" que Rodolfo González Pacheco, figura de las letras y del teatro, encabeza una comisión para solicitar permiso a Falcón para organizar la marcha del sepelio de los caídos en la refriega. La respuesta del jefe de policía es terminante: "No permito el acto de manifestar en el sepelio. Si lo hacen, disolveré la manifestación a tiros".  37

El intelectual de izquierda presagia lo peor al advertirle que la sangre del pueblo que se derrama por la crueldad y la injusticia rebota y salpica a quienes la derraman.  38

¡No se equívoca! Unos días después, la visión premonitoria de González Pacheco la cumple el joven anarquista Simón Radowitzky.

El 14 de noviembre de 1909, en el cementerio de la Recoleta, se realiza el sepelio de Antonio Ballvé, ex director de la Penitenciaría Nacional. En el cortejo fúnebre se encuentran Falcón y numerosos funcionarios policiales. Finalizada la ceremonia el coronel y su secretario Alberto Lartigau suben a un carruaje descubierto, que conduce el inmigrante italiano Ferrari.
En la curva de las avenidas Quintana y Callao, el anarquista Simón Radowitzky, aprovechando la poca velocidad del vehículo policial –.traccionado por caballos- corre desde la acera y le arroja un explosivo. El coronel y su secretario, de 20 años, vuelan por el aire heridos de muerte.

Falcón y Lartigau no sobreviven a las heridas y mueren con pocas horas de diferencia.

El primero, a las 14:15 y su subalterno, a las 20:00.

Tras el atentado el Gobierno decreta el estado de sitio y detiene a dirigentes obreros. Asimismo, habilita como prisión un buque de la Armada para encarcelar a los que considere revoltosos.

Algunos jóvenes de la clase alta al grito de "¡Viva la patria!" atacan e incendian locales obreros y las imprentas de las publicaciones "La Vanguardia" y "La Protesta".

Según la hitoriadora Teresa Eggers-Brass “con la excusa de una bomba que fue colocada en el Teatro Colón (que según algunas versiones de la época, habría sido colocada por el oficialismo para justificar las leyes represivas), se sancionó rápidamente la Ley de Seguridad Social. Entre los proyectos presentados en el Congreso, algunos proponían que ‘toda persona que profese ideas avanzadas en materia de organización social y anarquistas, sindicalistas’ debían registrarse en la Policía; si no lo hacían, podían ser desterrados o ir prisioneros entre diez y veinte años. La Ley de Seguridad Social que se aprobó, más ‘moderada’ no sólo prohibía la entrada de anarquistas al país sino también ‘toda asociación o reunión de personas que tenga por objeto la propagación de las doctrinas anarquistas o la preparación e instigación a cometer hechos reprimidos por las leyes de la Nación, y la autoridad local procederá a la disolución de las que se hubiesen formado e impedirá sus reuniones’. Asimismo, se establecía la pena de muerte para los delitos que hubiesen producido la muerte, graduándose el resto de las condenas a reclusión entre uno y veinte años de prisión”. 39

A Figueroa Alcorta le toca en gracia el Centenario de la Revolución de Mayo, por lo que prepara lujosos actos como para mostrarle al mundo la “París Sudamericana”.

El 5 de mayo, abre las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. En el discurso destaca el gran futuro que espera a la Argentina y, entre otros lugares comunes, recuerda el atentado contra Falcón y Lartigau. Para finalizar, pide “que Dios bendiga a la Nación en su primer centuria de vida libre y, como legislador supremo del Universo inspire nuestras leyes en el concepto del bien y de la grandeza de la patria”.

Para ayudar a Dios y tener un Centenario en paz y, lograr “la nacionalidad (…) plural, tolerante y liberal, [ que] no excluía a nadie y ponía en primer término las ideas de ley y patria, que postula Romero, el Presidente “optó por una represión brutal y un estado de sitio que duró cinco meses”. 40

Unos días después, una enorme manifestación anarquista exige la derogación de la Ley de Residencia. Uno de los oradores sostiene “no somos antiargentinos, ni malqueremos a este país más que a los demás países del orbe, pero sí queremos conmemorar un acto histórico de la libertad de un pueblo, intentando hacer efectivas y prácticas para todos los ciudadanos las exposiciones y los derechos que se consideran en los textos de la ley”.

Mientras el diario “El Tiempo” reconoce excesos y arbitrariedades en la aplicación de la ley, “Tribuna” la defiende y “La Nación” pide que se derogue.

El 12 de mayo, el ministro de Relaciones Exteriores, Estanislao Zeballos aconseja a Figueroa Alcorta en una carta personal “plural, tolerante y liberal”: “Le deseo felicidad en las fiestas del Centenario y me permito recordarle que lea el folleto que una vez le mandé, con mi informe de Estados Unidos sobre las huelgas revolucionarias de Chicago. Allí se acabaron como por encanto, después de los crímenes anónimos, porque la justicia resolvió fusilar a toda la comisión directiva del club que había cometido esos delitos. Si aquí hay derramamiento criminal de sangre durante el Centenario y se hace lo mismo con la comisión directiva de la sociedad que promueva estos alzamientos, podemos estar seguros de que se curarán estos males de una menar radical. Si yo estuviera en el gobierno no vacilaría en asumir la responsabilidad de estos actos, porque es necesario salvar al país de la imposición de un grupo, cuya manifestación del domingo he presenciado y no pasaba de 5000 personas, no obstante las exageraciones de los diarios, algunos de los cuales, con refinada hipocresía, fomentan estos hechos”. 41

El 13 de mayo, la Cámara de Diputados acepta con prontitud la declaración de estado de sitio solicitada por el Presidente.

El diputado Manuel Carlés lo avala al justificar que “el cuadro que presenta en este momento la república tendría todos los colores de los entusiasmos patrióticos, si no fuera que un punto sombrío, marcado por la parte tenebrosa de habitantes de la república, viniera a mortificar el recuerdo de honor y gratitud que los hombres sanos y honestos hoy festejan

Los mandos superiores de la policía envían una instrucción a los periódicos capitalinos en el que prohíben suministrar noticias relacionadas con “movimientos obreros o clases sectarias”.

Se respira un clima “argentino”, “patriótico”; abundan las bandera celestes y blancas. El 15, una multitud de estudiantes se detienen frente al domicilio de Joaquín V. González, quien sale a recibirlos y los arenga: “Juventud argentina que quiere por fin afirmar la personalidad de la patria frente a las pretensiones de exotismo que no pueden arraigar en esta tierra”. Aconseja que se venere la raza y que imiten el heroísmo que lega España y el “éxito” de Los Estados Unidos. Remarca que se realcen a los próceres “que han querido hacer una patria para los argentinos”, aunque aclara que no hay que ser hostiles hacia el extranjero.

Si bien se nota un clima festivo, la hostilidad y la agresividad subyacen. De ahí que Gregorio Soler, le escribe a su amigo Julio A. Roca, el 12 de setiembre, que el 14 de mayo el gobierno “lanzó las turbas a una serie de asaltos, comenzándolos sobre un boliche de imprenta que publicaba el diarucho ‘La Protesta (…) usando fierros de kerosene, semejante turba compuesta de cadetes de policía (…) y chusma (…) vociferando mueras al Brasil y a la Anarquía y vivas al Dr. Figueroa y al Dr. Zeballos”. 42

Grupos de exaltados atacan a las publicaciones “La Vanguardia” (socialista), “La Protesta” (anarquista) y “La Batalla” (anarquista), así como también a una biblioteca, negocios y casas particulares que identifican como judíos. La violencia, con la anuencia de la policía, llega al circo de Frank Brown, al que incendian.

Sebastián Marotta, dirigente de la corriente sindicalista, expone que “para dar cuenta de los diarios y locales obreros formóse una muchedumbre de gente adinerada, diputados, empleados de gobierno, sirvientes, policías y militares. La encabezaban el barón De Marchi, el doctor Auhone, el capitán Lara, los diputados Carlos Carlés, Juan Balestra, Pedro Luro, el comisario Reynoso y el estudiante Alfonso Criado”.  43

Juan B. Justo increpa al comisario Reynoso para que detenga el ataque y la quema de máquinas de escribir y libros de los diarios “La Batalla” y “La Vanguardia”, quien con sorna responde “los muchachos están entusiasmados”.

José Arce, destacado cirujano y profesor, al tomar lista para dar examen y leer una mayoría de apellidos de origen itálico declama: “-Caramba, este es un país de gringos de mierda! ¡Dónde va a ir a para la Argentina con tantos inis [Gianini ] y ones[Pedrone] !”.

El escritor anarquista Rafael Barret da su cosmovisión de estos grupos, que Abelardo Ramos denomina “nacionalismo patotero”: “los inmigrantes son ‘gringos’ y ‘gallegos’, acreedores a motes viles y a la mofa sempiterna; mientras un capricho de la casualidad no lo saque de pobres, estos desgraciados que proporcionan bloques de oro a cambio de un pedazo de pan, no son sino ‘hijos de la gran puta’. En 1890, los ‘muchachos’ de los cantones se solazaban en fusilar metecos distraídos. Mataron así a muchos trabajadores que cruzaban las calles, albañiles en los andamios, etc. La dorada juventud que se alineaba por las tardes en ambas veredas de la calle Florida para atentar al pudor de las señoras indefensas, acudía por las noches a las casas de prostitución para destrozar el mobiliario y azotar a las mujeres. Uno de estos ‘indios’ y digo ‘indio’ puesto que se denominaron a sí propios ‘la indiada’, mató de un tiro de revólver a un niño lustrabotas porque no le hacían brillar bastante los botines. ¿Impunidad? ¡Claro es! Impunidad –y aplausos sinceros, de añadidura- hubo para los ‘indios’ estudiosos que en mayo, durante su grotesca cruzada contra la clase obrera, atropellaron e incendiaron hogares pobres. Estragos son de la codicia disolvente, que nos hacen dudar de la cohesión misma de los poseedores frente a un peligro serio, y del mínimum de solidaridad que se requiere en el caso de conflicto exterior. No obstante su dreadnoughts lucrativos, la Argentina no es temible. Los jóvenes ricos de Nueva York iban voluntarios a Cuba. Al solo anuncio de la Guerra con Chile los de Buenos Aires escaparon a Montevideo”. 44

De cualquier manera, y salvando estos pequeños inconvenientes, el Centenario se celebra con todos los brillos. Acuden entre otras celebridades: la infanta Isabel de Borbón, en representación de la Corona Española; el presidente de Chile, Pedro Montt; el vicepresidente de Perú, Eugenio Larraburu y Unanue; Eki Mocki, de la familia real japonesa; los cancilleres Juan Pérez Caballero (España) Adolfo Riquelme (Paraguay), Alemania está representada por el conde Colmar von der Gol y los Estados Unidos por el ex gobernador de Cuba, general Leonard Wood.

Por añadidura, se hace presente la bailarina Isadora Duncan, quien baila el himno Nacional cubierta solamente por la bandera argentina.

Otras figuras prefieren distanciarse del Centenario: Julio A. Roca parte a Europa, Roque Sáenz Peña prefiere festejarlo como embajador en Roma y obviamente, Hipólito Yrigoyen y los radicales partícipes de la movida de 1905 esperan tiempos mejores para sus fuerzas.

También se inauguran monumentos y se bautizan varias escuelas con nombres de patriotas locales.

El 25 de mayo, a las 10 y ante miles de seres humanos, se coloca la piedra fundamental del monumento a la Revolución de Mayo, acompañado del himno nacional, altos honores militares y un discurso de Figueroa Alcorta. Desfilan contingentes de Alemania, Chile, España, Francia, el Imperio austrohúngaro y Uruguay.

A pesar de tanta pompa, el monumento –proyectado por los italianos Luigi Brizzolara y Gaetano Moretti- nunca se construye. Puede que a la comisión organizadora no le queden reservas para esta erogación, baste citar que carga con todos los consumos particulares de las delegaciones extranjeras, ya sea en hoteles o negocios.

Sigue a Figueroa Alcorta, Roque Sáez Peña quien advierte “si la inmigración continúa con aquel vértigo, el elemento nativo va a quedar en minoría: tratemos de que no quede en inferioridad, acordemos medidas, vigilemos y auscultemos la intensidad del espíritu argentino”. 45

 

Una última mirada

A mi entender, todo el periodo de la llamada “Argentina Oligárquica” no es “plural”, ni “tolerante”. Asimismo, es excluyente y liberal en lo económico. Además, se apoyan algunas leyes oscuras (el Congreso Nacional autoriza que continúe la “Conquista del Desierto” de “los bárbaros de la Pampa”; de Residencia; de Seguridad Social) y en cuanto a patria, se cae en la xenofobia.

Noble es destacar que Romero se refiere a 1910, año que englobo en mi crítica al periodo 1880-1916.

En el texto parto desde antes del Centenario de la Revolución de Mayo y recuerdo que abarco varias presidencias: Julio Argentino Roca (1880 – 1886), Miguel Juárez Celman (1886 – 1890), Carlos Pellegrini (1890 – 1892), Luis Sáenz Peña (1892 – 1895), José Evaristo (1895 – 1898), Julio Argentino Roca (1898 – 1904), Manuel Quintana (1904 – 1906) José Figueroa Alcorta (1906 – 1910) y Roque Sáenz Peña (1910 – 1914).

¿No se puede sostener la existencia de un proyecto nacional que favorezca a todos los habitantes de este suelo? “Otros” deciden qué debemos hacer “nosotros”. “La Argentina” - una sinécdoque para mencionar a los pocos que tienen el poder - “elige” insertarse en la división internacional del trabajo de acuerdo a los ideólogos de los teóricos de la economía liberal, como Adam Smith.

A pesar de lo expuesto, se pueden mencionar algunos logros que aumentarán o disminuirán de acuerdo a la Corriente Histórica que los presente. A saber: 1. ley 1130, que establece la unidad monetaria; 2. ley de Registro Civil: una institución nacional, con delegaciones en las provincias, que se hace cargo de nacimientos y defunciones; 3. el roquismo construye más escuelas que Sarmiento. De 1214 escuelas en 1881 se pasa a 1804 en 1886; 4. sanción de un código minero; 4. intento de desarrollo industrial, aunque gana la posición pro-inglesa que genera alimentos baratos e importa manufacturas industriales; 4. ley 1420 de Educación Común: propugna la enseñanza laica, gratuita y obligatoria. No confundir con atea, pues se permite la enseñanza religiosa fuera del horario de clase. Por esta ley se producen ricos enfrentamientos entre Onésimo Leguizamón y Eduardo Wilde, a favor, y José Manuel Estrada, Pedro Goyena y Tristán Achával Rodríguez, en contra. Avellaneda publica “La escuela sin religión”, a lo que Sarmiento -con locuacidad y gracia- responde con “La escuela sin la religión de mi mujer”; 5. ley de Matrimonio Civil: obligatoriedad de casamientos en el registro civil. Por poco, no se logra la ley de divorcio. 5. Doctrina Drago: el canciller argentino Luis María Drago interviene a favor de Venezuela ante la imposibilidad de pago de los intereses de la deuda externa ante Inglaterra, Alemania e Italia.

El Centenario encuentra una sociedad intransigente, intolerante, discriminatoria, excluyente, xenófoba y, por ende, injusta.

Un libro típico de la época es ‘El Diario de Gabriel Quiroga” (Homenaje a la Patria en el Centenario de su Revolución independentista) de un joven Manuel Gálvez, quien plantea con buena pluma una especie de diario íntimo que plasma los debates ideológicos de 1910 (tiene como fecha final el 25 de mayo de 1910). Muestra un país que debería volver su mirada a lo católico, a lo español. Proclama la sencillez, la espiritualidad y la austeridad.
Es lógico que no escape a algunos rasgos dominantes del periodo. Así, su personaje Gabriel Quiroga apoya “las violencias realizadas por los estudiantes incendiando las imprentas anarquistas, mientras echaban a vuelo las notas del himno patrio, constituyen una revelación de la más trascendente importancia. Ante todo, esas violencias demuestran la energía nacional”.

 Aclara sin tapujos sobre su trabajo: “Sé que entre tantos elogios, como los que la adulación cosmopolita y la vanidad casera asestarán a mi patria, daré la nota discordante. Pero no me aflijo (...) este volumen es en cierto modo un libro político”.

Pero es el mismísimo autor de “La maestra normal”, “El mal metafísico”, “Nacha Regules”, “Hombres en soledad”, “El gaucho de los Cerrillos”, “Vida de Don Juan Manuel de Rosas”, “Vida de Sarmiento”, entre otros textos, quien advierte que “toda biografía, toda historia, es siempre una interpretación”.

Gálvez es construcción y espejo de su tiempo, que no es “plural”, ni “tolerante” y sí “excluía” a muchos. No en vano un historiador nacionalista como Ernesto Palacio, al referirse a las “corridas” del Centenario comenta: “ni siquiera los desmanes de la ‘juventud dorada’ de Buenos Aires, cuya exaltación patriótica derivó en persecución a mano de los ‘gringos anarquistas’, entre los que había no pocos criollos hambrientos. Los vástagos de la oligarquía porteña, que se educan en la Facultad de Derecho para servir al capital inglés, desplegaron en la ocasión una xenofobia inesperada que, por cierto, no halló en su camino a ningún cliente posible y sólo se cebó en pobres inmigrantes indefensos, italianos y ‘gallegos’. Con lo cual la oligarquía del puerto demostraba una vez más los resabios de la pulpería originaria, visible en la falta de ese señorío heredado de las aristocracias verdaderas, cuya virtud principal es el amor a los humildes”. 46

Pasado y presente, presente y pasado, juegan y se articulan, se desafían en el hoy. ¿Se puede logran una Argentina mejor basándose en errores pretéritos?

¿Por qué se vocifera desde los discursos sociales de las elites dominantes el olvido del pasado?

La memoria es reescrita desde el lugar y el tiempo histórico en que recordamos.

Puede resultar “edificante” la fábula “La Oveja negra” del escritor guatemalteco Augusto Monterroso:

“En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en los sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura”.

 Para pensar…

 

Néstor Genta

Bibliografía y reconocimiento de autores

31. Bayer Osvaldo. Simón Radowisky. Todo es Historia. Nro.4. Buenos Aires. 1967. p.60.

32. Ibid. p.61.

33. S/A. Sitio web: www.clarín.com.ar/diario/especiales/yrigoyen/social/represión.

34/5. Ramos Jorge Abelardo. Op. Cit. p.96.

36. Bayer Osvaldo. Sudestada. Año 4. Nro. 38. mayo 2005_ Un da entre la memoria y el olvido ¿La fiesta de los trabajadores? p. 33.

37/8.Ibid. p. 74.

39. Eggers Brass Teresa. Op.Cit. pp. 394/5.

40. Eggers Brass Teresa. OpCir. p. 410.

41. Devoto Fernando J. Imágenes del Centenario de 1910: nacionalismo y república. En Debates de Mayo. Nación, cultura y política. Gedisa Editorial. Buenos Aires.2005.p 173.

42. Ibid.p 178.

43. Ramos Jorge Abelardo. Op. Cit. p. 113.

44. Ramos Jorge Abelardo. Op. Cit p. 116

45. Ramos Jorge Abelardo. Op. Cit p. 91.

46. Palacio Ernesto. Historia de la Argentina. A. Peña Lillo Editor. Buenos Aires. 1954.p. 586.

*Aclaración: El texto que aparece en negrita dentro del entrecomillado no pertenece al texto original.

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Armin Vans

 
 

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  1. Coincidentemente con lo que Ud. dice el sábado Biolcatti dio a entender que hay que olvidar el pasado...y entonces, de ser así, porqué quire volvera las épocas del centenario? ¿Querrá volvera las ovejas negras?

  2. Estimad@s foristas: Con respecto al comentario del señor Demaestris, me gustaría aclararle que el autor es un periodista independiente, que no mezcla lo partidario con la profesión, de modo que es imposible calificarlo de K o anti-K. Ni es K ni es anti-K. Es periodista. Y si, es muy probable que le tengan miedo, porque un tipo independiente que no se casa con nadie siempre es una persona peligrosa, no vaya a ser que diga algo inconveniente, ¿no? Eso sería embarazoso e incómodo. El artículo es periodismo de investigación de alto nivel. Lástima que se corte aquí. Creo que es muy importante reflexionar sobre lo que plantea sobre Alcorta y el clima cultural de la élite porteña, y todavía mas importante reflexionar sobre la frase de Roque Sáenz Peña que cita el artículo. De paso, les dejo una anécdota sobre Sáenz Peña- uno de los presidentes menos nombrados en la historia oficial, como no sea por lo del voto. Sáenz Peña combatió como voluntario en la guerra del Pacífico del lado peruano contra Chile con el grado de Teniente Coronel. Tenía 28 años y ya a los 26 había presidido la legislatura de la provincia de Buenos Aires. En la batalla de Arica es tomado prisionero y no lo fusilaron porque el capitán chileno Ricardo Silva Arriagada admira el valor demostrado por Sáenz Peña al no suplicar por su vida. Cuenta Silva Arriagada que Sáenz Peña mantuvo su rostro tranquilo e impasible ante el peligro de ser ejecutado. Esos son los hombres que niega la historia oficial. Un abrazo, saludos a los señores periodistas y a mis amig@s foristas. Jorge A. Rodriguez spoohevoof@garrifulio.mailexpire.com

  3. Soy lector de Tribuna desde hace rato, mucho rato. Leo con gozo todos los días las novedades que aporta este grupo de periodistas. Por Genta conocí una corriente para mí desconocida: la Social o Provinciana. Noto que recurre a autores olvidados o mal explicados o ninguneados. Me causa gracia su postura subjetiva e ideológica. No me drefraude. No panquequee como muchos colegas. Agradezco los aportes del forista J.A.Rodríguez, que acompaña algunass notas y les da un plus. Les pido a los foristas, con todo respeto, es posible que mantengamos este nivel de diálogo. Pido a los señores que desde su resentimiento incorporan a sus participaciones exabruptos como "chupala" o "la tenés adentro". Creo que son cobardes que se ocultan tras un nick o pseudónimo. En la misma comprensión sugiero que no agredan a un periodista sincero como Vadas. Se puede discernir desde el respeto. Noto también que hay una tendencia a enaltecer a algunos periodistas de Tribuna, sólo por el hecho de pararse desde el totalitarismo más renuente y retrógrado. Pídoles que investiguen y no busquen la vanagloria. Un saludo para los muchacos.

  4. En los primeros años del siglo XX Argentina tenía un nivel de vida general mucho más elevado que todos los demás países de América y superaba también al de muchos países de Europa y de Asia. Parece que el eslogan de los gobiernos conservadores era "Todo a su tiempo y armoniosamente" lema repetido por el Gral Perón en l973. En el año del Centenario el poeta Rubén Darío escribió un hermoso poema: "Argentina". Creo que al final decía: "¡Que he de decirte, Argentina! Que tu bajel no encuentre sirte, que sean inexaustas tus minas, inacabables tus rebaños, y el mundo entero coma el pan de tu harina." Estrofas antes llamó a la Argentina "Canaan la preñada". Centenares de miles de inmigrantes de todos los países del mundo vivieron en ese entonces y casi todos ellos trabajaron buscaron y encontraron fortuna, hijos y amor. Ya también en ese entonces operaban los "agitadores profesionales" anarquistas y socialistas para provocar revueltas y atentar contra la paz social. Los justos reclamos salariales muchas veces eran atendidos. Lamentablemente el argentino nativo no tenía la perseverancia, la austeridad, el espíritu de ahorro, el buen comportamiento que tenía el inmigrante extranjero. Estos prosperaron y el nativo no. Los hijos de los extranjeros les atraía el estudio, el saber. Asistían con ansias a las escuelas y si tenían condiciones intelectuales cursaban la universidad. De estas virtudes carecían los hijos de los argentinos nativos de las clases populares. Antonio Nour.

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