Según suelen decir quienes arman el relato oficial que Arturo Jauretche fue un escritor del palo que hoy merecería ser kirchnerista y, por lo tanto, es habitualmente nombrado por la propia presidenta de la Nación.

De raíz radical, Jauretche adhirió al peronismo industrialista de los años ’50 y fue el adalid contemporáneo del revisionismo histórico, creador de términos como oligarca, vendepatria, cipayo y zoncera.

La referencia al pensador que tanto suelen alabar las usinas intelectuales K tiene como sustento advertir lo que está ocurriendo con las netbooks que el Estado entrega a destajo en las escuelas con la leyenda "Ministerio de Educación, Presidencia de la Nación", para que cada chico en cada rincón del país tenga en un pie de igualdad el elemento que exige la modernidad para integrarse al mundo del conocimiento.

La semana pasada, la Presidenta cometió una suerte de acto fallido cuando señaló en un discurso que antes se regalaban zapatillas para ganar elecciones, mientras que "ahora estamos dándoles netbooks a nuestros chicos para que estudien". Entre las elecciones y los estudios bien vale ponerse del lado de la capacitación, dentro de la teoría del mal menor que el propio Jauretche hubiera denunciado por conservadora.

Sin embargo, el escritor de raigambre nacionalista vuelve a la memoria cuando se escucha el cierre del guión del spot televisivo oficial hecho para decirles a los clientes de Fibertel que huyan despavoridos de tanta ilegalidad, aunque la misma haya sido consentida por el Estado durante tanto tiempo.

"Quedate tranquilo, si algo queremos es que cada vez más gente esté conectada; por eso llevamos repartidas miles de netbooks en todo el país con el programa conectarigualdad.com.ar, para que cada vez más chicos puedan estar conectados", dice la serena voz de la bajada de línea oficial.

Lo cierto es que las netbooks son hardwares que requieren una red para poder conectarse y la desaparición de Fibertel va a llevar a que, según cálculos de la empresa, unas 12 mil escuelas y organismos de salud queden sin servicios gratuitos de video y en muchos casos de banda ancha.

La historia de estas netbooks siglo XXI traen a la memoria aquella otra que relataba Jauretche, cuando en su Manual de Zonceras Argentinas contaba la anécdota de la heladera de Cantaluppi, un "chacarero de mis pagos que la pegó en una cosecha, allá por los años '20" y compró "la primera heladera eléctrica que llegó al pueblo".

"El viejo Cantaluppi retardó hasta principio del verano la matanza de sus chanchos anuales, pues contaba con la refrigeración, invitó a sus amigos del pueblo para la tradicional morcilleada y aquí vino el drama, pues al abrir la heladera se descubrió que todo estaba podrido. Cantaluppi no había leído el prospecto en inglés que acompañaba a la heladera, que era importada. Así, ignoraba que la heladera eléctrica funciona con electricidad, cosa que lógicamente faltaba en la chacra".

La historia del pobre Cantaluppi, la zoncera 22 de don Arturo dedicada a Bernardino Rivadavia como "el hombre que se adelantó a su tiempo", está a punto de recrearse 90 años después con tamañas decisiones estomacales del kirchnerismo.

Hugo E. Grimaldi
DyN