Los votos del Conurbano Bonaerense y de los trabajadores de gremios duros enrolados en la CGT de Hugo Moyano deben asfaltar el camino de la prolongada cabalgata electoral kirchnerista, con la mirada puesta en el horizonte de 2011.

En virtud de este laboratorio electoral es que se intensificarán el año que viene planes sociales como "Argentina Trabaja" y "Asignación Universal por Hijo", como así también diversas obras en esa populosa zona de la provincia de Buenos Aires, que aglutina a 7 millones de electores.

En total, la provincia de Buenos Aires suma el 40 por ciento del padrón, pero el kirchnerimo da por perdido gran parte del voto de la clase media y de los sectores agropecuarios.

Por eso, el Conurbano será el gran eje de la atención, más teniendo en cuenta la derrota sufrida en 2009, en manos de Francisco De Nárvaez.

Para allí también son alentadas gran cantidad de inversiones industriales, muchas de las cuales, infladas o no, son anunciadas casi a diario, con la presencia de Cristina Kirhcner, Daniel Scioli y Débora Giorgi.

También se encuentran por ahora paralizadas gran parte de los trabajos de infraestructura básica en los municipios, con el objetivo de ser relanzadas durante el 2011, en plena campaña.

Existe en este caso, la necesidad de disciplinar a intendentes bonaerenses del justicialismo, siempre atentos para dar el salto político si es necesario.

Pero, claro, sin que baje plata no hay obras y sin ellas se les hará a ellos muy difícil el camino de sus propias reelecciones en sus comunas.

Por las dudas, el oficialismo también analiza un esquema de listas colectoras en cada distrito para que los candidatos diriman sus diferencias, pero siempre "rindiendo tributo a Kirchner".

Es un juego peligroso, ya que los resentimientos pueden potenciarse y en río revuelto siempre puede haber otros pescadores, como De Narváez, Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Mario Das Neves u otros.

En el mismo sentido se inscribe la denominada "moyanización" del PJ bonaerense, en alusión al dominio que Hugo Moyano quiere consolidar en el aparato partidario provincial.

Este ese nota cada vez más en los municipios, en las movilizaciones, o en las puertas de las fábricas en un amplio abanico de conflictos laborales.

Uno de los casos más sonados de roces entre el camionero e intendentes es por la recolección de residuos, ya que los choferes mantienen fidelidad absoluta con el titular de la CGT.

Si algún intendente los enfrenta, corre el riesgo de que acumulación de basura en las calles tape cualquier pretensión electoralista.

Debido a esta especie de "ley del garrote", al líder cegetista se le agudizó un conflicto en el propio frente interno de la central obrera, con el alejamiento del Sindicatos de la Alimentación, de Rodolfo Daer.

Estas pujas se deben a la fuerza que impone el gremio que ahora conduce Pablo Moyano de quedarse con trabajadores afiliados a otros sindicatos, mientras manejen algo sobre ruedas.

No son pocos los opositores que alientan otras rupturas para fomentar una división de la CGT, como las registradas en varios pasajes de la historia argentina.

De hecho, existe la autodenominada CGT "Azúl y Blanca" que conduce Luis Barrionuevo, aunque más que nada creada para apoyar el proyecto Peronismo disidente.

El largo brazo moyanista alcanzó a la conflictiva interna de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), ya que en público se expresaba su apoyo al docente Hugo Yasky, el candidato de la Casa Rosada.

Pero, en realidad, nunca avaló con fuerza al oficialismo en la CTA, que parecía cada vez más cerca del reconocimiento oficial, denegado en forma sistemática desde 2003.

El Gobierno apostó en contra de la lista 1 de Pablo Micheli, que, al final por esta causa, contó el apoyo logístico del arco opositor, ante el convencimiento que castigar a Yasky era castigar a Kirchner.

Lo particular de esta elección es que la gran diferencia entre el docente y el sindicalista de ATE fue el acercamiento al actual Gobierno, pero no de insalvables diferencias en el edificio de ideas que los dos supieron construir en tantos años de militancia gremial conjunta.

Los mariscales de campo electoral del oficialismo diseñan su estrategia para 2011 en base a la distribución del ingreso con el fin de ampliar su base de votantes.

En ese marco se inscribe el proyecto de distribución de Ganancias presentado en el Congreso por el diputado y abogado de la CGT, Héctor Recalde.

La iniciativa generó preocupación en todo el arco empresario ante la, sospecha que, en realidad, la intención es una co-administración en las compañías.

Y ésta se acrecienta si se tienen cuenta frases que partieron de habituales voceros gubernamentales, como que el acceso de los gremios a los balances de las empresas servirán para reducir el trabajo en negro y la evasión impositiva.

El temor empresarial es tan lógico como el argumento de Recalde de que la repartición de ganancias es un precepto constitucional, previsto con claridad en el artículo 14 bis.

Este dice puntualmente: "el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: (...) participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección..."

La normativa fue anexada a la Constitución el 24 de octubre de 1957, durante la Reforma constitucional, en la provincia de Santa Fe, y nunca modificada.

También es cierto que una importante cantidad de empresas dan o dieron en algunos momentos dividendos de ganancias entre sus empleados para incentivar la producción.

Hay varios hombres de negocios que no se espantan, como el presidente de Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), Gustavo Ripoll, quien aclara que "todo se puede conversar si es en buenos términos, sin imposiciones".

Algo llama la atención del modelo económico en vigencia y es que, a pesar de varias cifras favorables, los beneficios no terminan de bajar a la clase media.

Por caso, la inflación carcome día a día el poder adquisitivo de la gente y poco se hace para frenarla. Es como si el Gobierno ya diera por perdido gran parte de ese voto, compuesto más que nada por asalariados, afiliados a gremios de "músculos débiles", alejados de Kirchner y Moyano.

Daniel Casal
NA