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En busca del discurso único

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CUANDO EL GOBIERNO DESTRUYE LO QUE NO PUEDE COMPRAR
CUANDO EL GOBIERNO DESTRUYE LO QUE NO PUEDE COMPRAR

Claro que nunca creímos en la buena fe del ex presidente y su esposa cuando impulsaron la controvertida Ley de Medios. Más allá de coincidir en la necesidad de cambiar la legislación y que el pool empresario de medios, incluyendo a Clarín, debía encontrar un límite a su poder de fuego, siempre supimos que el objetivo de NK fue ir por todo, tomando como bandera de guerra la lucha contra Clarín y sus derivados.

 

En alguna que otra columna lo advertimos cuando todo empezó y también señalamos que el “futbol para todos”, era un negocio para pocos, con el agregado de que iba a transformarse en la plataforma esencial para manipular el mensaje político en el 2011, cuando el kirchnerismo necesite imponer su palabra.

La dominación de todos los medios es un sueño casi irrealizable hoy, pero no imposible en el futuro para un gobierno que padece el dolor de la palabra escrita más aún que la agresión pública de sus opositores políticos; por eso Kirchner y señora desprecian a la prensa y sólo reconocen como tal a la que sólo remite a las bondades del modelo.

La versión oficial sobre la necesidad de diversificar la opinión y pluralizar la prensa es una falacia de acá a la China y queda perfectamente demostrado en la realidad, que no han luchado contra “el monopolio”, como le gusta decir a la presidenta, sino contra un modelo de acumulación de poder, que por años detentó un holding empresario, para sustituirlo por otro, en este caso partidario, que en el fondo no cambia nada, sólo cambia de mano el ejecutor de esta política comunicacional monopólica; ahora será el gobierno.

Electroingeniería ha comprado radios, canales, revistas y diarios; el grupo Spolsky anudó la pantalla de la TV argentina de varios canales de aire y de cable, reduciendo a nada sus contenidos con programas de bajísima performance como 6,7 y 8; TVR, Duro de Domar y algunos anexos corren la misma suerte, como CQC, Bajada de Línea y varios más.

Rudy Ulloa instalado en un pliegue de la billetera de Néstor, sale a comprar Telefé, crea diarios que nadie lee y con testaferros en sociedades más que anónimas, absorbe empresas periodísticas venida a menos, creyendo que comprando todo se puede cambiar el discurso de la realidad y la realidad con el discurso.

Si algo ha hecho el kirchnerismo en este tiempo es destrozar sistemáticamente todos los medios que toca (o invade). Indudablemente cada uno de esos diarios y radios sorteará los avatares de la superviviencia, mientras sean alimentados por la pauta oficial que se enjuaga en sus contabilidades (con ese objetivo existen), facturando como si fueran el New York Time, cuando sus magras tiradas, en el caso de los diarios, se regalan para que el papel circule, tal como se hace con El Periódico Austral en Río Gallegos o El Argentino en provincia de Buenos Aires.

Página 12 y revista Veintitrés son dos claros ejemplos de aquellos soportes periodísticos que durante mucho tiempo nos sirvió a los argentinos del interior para enterarnos de lo oculto que tenían los gobiernos, las trampas que tejía el poder o deleitarse con un análisis al hueso de la crisis por las que iba y venía nuestra república, en gobiernos como los de Menem, De La Rúa o Duhalde, por ejemplo. Hoy son simples hojas entintadas, difusoras de propaganda política de un extraño partido provincial que entró en el PJ como una cuña, que pocos miran y que han perdido absolutamente todo interés para el lector ávido de conocer lo que el poder pretende ocultar, que es finalmente donde hoy reside la verdadera noticia.

TVR, un programa favorito por mucho tiempo, perdió su platea hace tiempo y de los 14 y 15 puntos de rating que marcaba en su histórico posicionamiento en las preferencias de los teleplateístas, hoy se conforma con el 2,5; igual destino tuvo DDD (Duro de Domar), que con Petinatto pasaba los 12 y 13 puntos y hoy no llega al 2, ni hablar de los programas oficialistas y oficiosos de Canal 7. Ergo: todo lo que tenga olor a oficialismo, propaganda política, manipulación, noticias encapsuladas de la realidad o cuento del tío, pierde audiencia, lectores e interés público.

Sin embargo, el poder sigue comprando medios, ahora van por Telefe y probablemente de adquirirlo, también lo destruirán. Sólo que como NK no tiene límites y desde que llegó a nivel nacional se le ha despertado esa rara vocación de dibujante compulsivo, hoy pretende anular el IBOPE y crear un INDEC “remixado”, donde pueda mentirse asimismo y mentirle a la gente y contarle que aquellos programas que desde hace tiempo son un verdadero fracaso, cuando los mida el gobierno, podrán competir con el escandaloso rating que noche a noche saborea Tinelli en el 13, sólo mostrando las peleas berretas de las damiselas emplumadas y el caricaturesco rey del chocolate blanco.

En Santa Cruz y más precisamente en Río Gallegos ya conocemos el método. Cuando uno mira (sin abusar porque es nocivo) 6, 7 y 8, está mirando su análogo en el Canal 2 de esta capital que comanda Rudy Ulloa, donde hubo un programa televisivo que curiosamente y como acto fallido lo llamaron “El ojo del amo”.

El mismo perfil, la misma defensa encendida del discurso único; el “sí le pertenezco” a cada minuto y la imposibilidad de que por ese canal se escuche una voz disidente o alguien que contravenga los intereses del FPVS y particularmente de la presidenta y del ex presidente. Sin color, llano, deshidratado de ideas, aburridos, nacidos para operar políticamente, criticar a la oposición y a todo el que piense distinto a ellos, tienen por objetivo llevar su trabajo al límite de la paranoia y la absoluta genuflexión. Programas inservibles, sin contenidos propios, con dictados de inconmensurable chupamedismo que verdaderamente dan asco y propensos a la descalificación y la injuria, estos adalides del micrófono que contrata el poder, con dinero de toda la gente, es parte del concepto goebbeliano que en Santa Cruz tuvo su cenit en el 2007 y fracasó.

Pretender imponer hoy el discurso único, tal como lo hacían Hitler o Mussolini cuando existían sólo las radios a galena, es subestimar al ciudadano común y desconocer supinamente el mundo actual de las comunicaciones universalizadas o pretender (también en este caso) forzar la idea de que no existen las redes sociales, los satélites, la telefonía celular, la poderosa Internet; que hace imposible la imposición del mensaje unidireccionado, sin el debido contramensaje.

 

La mentalidad arcaica de quienes gestan la política comunicacional del gobierno, abonan esta idea de la compra compulsiva de medios, creyendo que con ello someterán a la opinión pública, apostando a la sociedad boba. Felizmente queda demostrado en la práctica que no es así y que las audiencias se mueven detrás de los medios y programas que tienen algo para decir, algo para contar. Este fenómeno, las frustraciones y la impotencia que suele sufrir el ciudadano común frente a los atropellos del poder, hacen catarsis con los medios que hablan de la inseguridad, el desfasaje de los precios, el aumento de los combustibles, el costo de la carne en góndola, la corrupción municipal, el lavado de dinero de empresas asociadas al poder, el crecimiento exponencial e inexplicable de funcionarios y políticos etcétera, de modo que la gente, audiencia o lector, se siente naturalmente mucho más atraído por la lectura fresca y diferente de los medios libres, que el discurso único y falaz que impone el gobierno desde los múltiples medios comprados para lavar (entre otras cosas) el cerebro del electorado.

Podríamos decir que excepto en las transmisiones de fútbol, donde era previsible que el gobierno no iba a incluir publicidad comercial, sino propaganda política partidaria, como lo hace con los zócalos a cuarto de pantalla en cada torneo que transmite la Tv pública, el resto de los medios y programas cooptados por el oficialismo goza de un marcado desinterés por parte del público, en su mayoría, de libre pensamiento. Y la larga mano del gobierno hoy copa la parada con transmisiones “amigas” como Radio 10, C5N, Radio del Plata, Radio Nacional o Telam, solo por nombrar algunas.

Habría que preguntarse qué pasará con toda esa gente que hoy trabaja en estos medios, cuando el amparo económico del poder desaparezca y deban volver a remarla con esfuerzo propio. No hay dudas que al gobierno eso poco le importa, hoy son material utilizable para direccionar el mensaje político, enmudecer las críticas y eso los sostiene. Probablemente los mismos que desde esos micrófonos hoy apedrean a los grandes medios nacionales, donde muchos inclusive se formaron, mañana estén golpeando las puertas de alguna Redacción para poder pagar el alquiler de su departamento. Otros no, claro, cuando se vaya el kirchnerismo estarán hechos.

 

Rubén Lasagno
OPI Santa Cruz

 

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