Que nuestra República Argentina vive una saturación y un bombardeo de supuesta “información” a la que es cotidianamente sometido, no es cosa nueva.
Mucha de esta saturación, es una creación, una técnica de comunicación mediante la cual, desde el mismo poder, y dentro del poder, desde el Estado, se convence a partes mayores o menores de la población de que algo ocurrió, está ocurriendo, u ocurrirá, sin que esto se verifique. En algún sentido es la consabida “construcción del relato”. El gramscianismo marxista gobernante hace culto de ello.
Muchos de los cultores forman parte de “carta abierta” o directamente de la estructura del poder (ya sea como funcionarios en el aparato del estado, o empresarios adictos beneficiados por aquel).
Así, Firmenich (alias el “pepe”) no fue, para el relato K, un ex joven antidemocrático, violento y católico de confesión, antiperonista y servicio de Inteligencia del Ejército, y actualmente, un profesor burgués de una Universidad Catalana; sino, un “joven maravilloso” izquierdo-progresista y que soñaba con un “hombre nuevo”. Aunque al lector le parezca imposible que alguien pueda creer la segunda hipótesis del párrafo anterior, se equivocará de prevalecer aquella ideologización de la cultura, la sociología y la historia.
En la crítica de Gramsci a la sociología, y en especial a la marxista, este introduce la idea de que la sociología no debe mostrar lo que la sociedad es, sino “…la sociología está llamada a descubrirlo, ideologizarlo y sustituirlo por un sistema de racionalidad que beneficie a la totalidad de la sociedad civil…” En concreto, la “sociología” para Gramsci (y de los K, en definitiva) es idiologizar un sistema al que pretenden “racional” en la orientación de lo que el núcleo de poder pretende se dirija la sociedad. Construir el relato, o sea, la realidad es lo que el “politburó” necesita que sea. De ahí al fanatismo a la idiotización del adicto, solo hay un paso.
El cuento de la deuda del Club de París (una estafa, ya estaría varias veces pagada)
Pero, ¿Qué es la cuenta del Club de París?
Comenzó en mayo de 1956. Los gobiernos acreedores se reunieron y acordaron renegociar la deuda argentina, que entonces sumaba U$S 500 millones.
Entre 1985 y 1992 la deuda pasó de U$S 5.500 millones a U$S 9.000 millones por los intereses impagos. En ese período hubo otras cinco rondas de negociaciones. La deuda aumentó en U$S 2.000 millones, más la revaluación de las monedas europeas. Durante 10 años, la Argentina pagó unos U$S 9.000 millones, de los cuales U$S 3.200 millones fueron intereses con plata de otros acreedores. El país siguió pagando hasta el 2001, cuando la historia cambió. El 23 de diciembre, en medio de una severa crisis, el país declara el cese de pagos de su deuda soberana.
El default
Por el anuncio del entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá, la Argentina dejó de pagar también al Club de París. En 2001, el país le debía unos U$S 1.879 millones a ese grupo acreedor. Cuatro años después, esa deuda trepó a U$S 2.585 millones, por los intereses no pagados y la revaluación del euro y el yen. Por préstamos otorgados de país a país, la deuda bilateral, incluyendo a España, subió de U$S 2.597 millones a U$S 3.861 millones. De esa manera, el pasivo con el Club de París ascendió a U$S 6.450 millones.
Como dice el ex diputado Mario Cafiero, la deuda con el Club de París es una verdadera estafa.
El “relato” k, y una nueva estafa al pueblo argentino
Desde el año 2008 el gobierno de Cristina Fernández viene anunciando la cancelación del pago. El lector creerá que, como antecedente, exigirá se aclare porqué los pagos fueron excesivamente superiores a los préstamos, pero no: la obsesión del gobierno es el “no-control” de las variables económicas argentinas, las que son claramente falsificadas a través de la intervención en el organismo público encargado de tales menesteres, ergo el INDEC, que a la postre, durante su intervención, ha logrado uno de los principales objetivos del gobierno: mentir los datos de la inflación, a fin de poder emitir más dinero, realizar gastos fuera del presupuesto (cosa que han hecho durante 2009 y 2010) lograr devaluar las rentas, salva las del mismo Estado, que se mantienen precisamente porque los impuestos de alto impacto recaudatorio (como el IVA) están enganchados con la inflación REAL y no con la inflación mentida.
En concreto: a los proveedores y a los empleados públicos de cualquier pelambre se le ajusta con el índice “Itzcovich” (o sea la inflación trucha) y el Estado, al mismo tiempo, nos cobra el IVA al 21% sobre la inflación real que nos destroza los bolsillos. Plín, negocio de bolichero, y a la bolsa. Así se maneja el gobierno argentino.
¿Qué es el desarrollo? ¿El gobierno nos miente?
A diferencia de los países emergentes líderes, desde la inocultable marginalidad, Argentina, a través de su gobierno, pretende seguir ocultando su subdesarrollo y postergación, bajo el paraguas del “crecimiento”.
¿Qué es el crecimiento? ¿Qué es el desarrollo? ¿Cómo se logra el desarrollo y porqué si crecemos seguimos tan mal y con un pueblo mal pagado, jubilados postergados, niños sin escuelas y adultos con salarios de hambre?
Veamos:
El llamado “Crecimiento económico” es la expansión de la economía de un país (cambio cuantitativo). Así hubo “crecimiento” en los ´90, mientras el país se remataba, y los argentinos pasaban de ser obreros metalúrgicos a remiseros, sin escalas.
Hoy, de desocupado menemista de los ´90 a desocupado clientelar K y beneficiario del plan “Argentina Trabaja”.
El llamado “Desarrollo económico” es un cambio cualitativo y de reestructuración de la economía de un país en relación con el progreso tecnológico y social (lo que acá no se verifica).
El Desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades, o sea, sin destruir los glaciares, los acuíferos, la tierra glifosada de la soja, los recursos ictícolas, las especies animales y minerales, las aguas, los aires, y los bosques. O sea, todo lo que el “mal crecimiento” de la Argentina K está destruyendo.
El desarrollo se logra solo con una clase especial de crecimiento que asegura a un país crecer constantemente y a través de la autoimpulsión de su economía (un país liberado de intereses foráneos, capitales extranjeros, o consumos de neo-potencias asiáticas).
El crecimiento económico es condición necesaria pero no suficiente, para el desarrollo. Los indicadores convencionales de crecimiento mediante el PIB son insuficientes para medir el desarrollo: no se considera el uso que se hace del incremento productivo registrado, ni la distribución del ingreso, ni las políticas sociales encargadas de enfrentar la pobreza y el atraso. El desarrollo económico solo puede lograrse mediante el crecimiento armónico y proporcional de los sectores de la economía nacional. Debe ser un proceso de crecimiento balanceado (federal) y auto sostenido de la economía que asegure las transformaciones de la estructura económica y social capaces de garantizar la satisfacción creciente y estable de las necesidades materiales y espirituales de la colectividad humana en cuestión.
No hay desarrollo sin ciertos niveles de industrialización: no puede haber desarrollo económico sin un crecimiento simultáneo —y dentro de ciertos niveles— de las diversas ramas productivas.
Por otra parte, se deben romper las relaciones de explotación de unas clases sociales por otras y rescatar los recursos básicos del patrimonio nacional. Solo con un pueblo dueño de su propio destino puede encararse la tarea de lograr un desarrollo económico-social acelerado, que reduzca la enorme brecha que separa a nuestros países latinoamericanos de las economías desarrolladas (y todos sabemos que la Argentina se extrajerizó como nunca en los últimos años.
Volvamos a la obsesión Club de Paris: ¿para que pagan?
Otro de los cuentos del “Relato K” son las verdaderas intenciones del gobierno de Cristina Kirchner. En realidad, el cuento del “pago” es vidrio para que mastiquen los “giles” de la “neo” juventud kirchnerista: no existirá tal pago, solo será un cambio electrónico de “figuritas” ¿Qué es esto? Como se hubo de informar a fines de agosto de 2010, en realidad, lo que busca el gobierno es salir del default pagando (en una o dos veces) la deuda con el Club de París y, al mismo tiempo, recibir dichos créditos instantáneamente, dado la gran liquidez existente a nivel mundial; Hoy, por imposición de los EEUU, existe una inundación de dinero a nivel global, sumado ello a la tracción que realiza China a través de compras nunca soñadas por los países proveedores de materias primas (siempre acostumbrados a tener que aceptar transferencia de tecnología en vez de plata por sus commodities).
O sea, el mundo cambió (y para bien) para todo el tercer mundo. En este mundo positiva y extrañamente cambiante, elegimos bajarnos… así somos los argentinos. El mundo imperialista que funcionó hasta los ´90, (norte-sur) funcionaba a través precisamente del neo-liberalismo, de forma tal que los pobres del sur le mandábamos vacas y trigo (los chilenos cobre, Bolivia estaño, y así sucesivamente) al norte, y luego los hermanos americanos o europeos rescataban sus recursos a través de la transferencia de tecnología (siempre de segunda) que nos mandaban en diversas formas.
En consecuencia la situación y relación dependencia, y el “no desarrollo” confirmaba la teoría de Cardozo de la dependencia, el tractor de la historia (el primer mundo) nunca nos traccionaría. No contábamos con mercado de capitales suficientes. No teníamos amplias capas de consumo o no las sabíamos formar; La formación de mercados liberados ha generado mercados fuertes en los países de manera horizontal (léase BRIC y otros) los países ahorran grandes sumas de reservas, y se cuidan de no recibir capitales especulativos, los “grandes” como Rusia, China, India y Brasil lograron crecimiento en pos del desarrollo.
¿Qué papel juega la Argentina en todo esto? Muy modesto, un proveedor de algunas materias primas (aceites de soya y girasol, petróleo y algunos derivados, y poca cosa, siempre bajo la tutela de Brasil, dado que nuestro país carece de seriedad) un socio “menor” de Brasil, quien ahora, pretende colocarse en quien nos trasfiere tecnología de segunda. Cuando viaje en un avión medio-pelo “tucano” de 90 plazas en un vuelo de cabotaje de “Aerolíneas Argentinas” se acordará de estas líneas…
La Argentina no quiere créditos casi sin intereses ¿Los países emergentes se niegan a revisiones del fondo, se abstienen de recibirlo?
No, y han logrado grandes créditos a tasas casi insólitas del 0,50 o 1% anual (México, recibió 50.000 millones de un saque, Brasil otro tanto).
¿Se sube a esta “ola” la Argentina? No, la Argentina prefiere falsear los datos, echar al FMI, y recibir créditos costosísimos del orden del 10%, 12% y 15% de intereses, ello a través de la colocación de bonos o como el caso de Venezuela, del 16% (una vergüenza histórica).
En definitiva, una realidad “relatada”, mentida… mientras los tontos voten.
Corolario
Ya, llegado el caso, cuando de hacerse realidad el famoso “pago” al Club de París los argentinos se enteren que el mismo es vuelto a tomar, y encima, para concluir con obras que se hubieron de anunciar y nunca se ejecutaron (Chihuidos, Atucha, etc.) nos daremos cuenta (aunque nos hayan advertido) y nos deberemos hacer “cargo”.
La nota jocosa (o tragicómica) la dará en su momento, la “súper antena K” de TV digital que, dicen, cuesta U$S 195 millones de dólares, y que servirá para, por fin, hacer que la antenita de televisión digital K funcione, porque hasta ahora se han gastado millonadas en antenas, producciones y canales de televisión, para un sistema que no arranca.
En concreto, la Argentina mostrará “crecimiento”, pero no “desarrollo”. Cristina Fernández mostrará índices para intentar ganar las elección del 2010, pero la Argentina seguirá tanto o más endeudada que en el default. En la memoria de los argentinos “relatados” quedará un recuerdo trucho, el de que este bendito país se desendeuda y no será cierto.
José Terenzio