La presidenta Cristina Kirchner pidió a sus colaboradores que hasta marzo nadie hable de candidaturas y, para asombro de muchos, tampoco garantizó que se presentará a la reelección.
No quiere, por lógica, que en estos días de luto y reacomodos se confundan sus vestidos negros con ambiciones electorales de cara a las presidenciales.
No obstante, la muerte de su esposo Néstor Kirchner, hace exactamente un mes, la ha llevado a posicionarse con una imagen positiva que no había conocido en todo su mandato, según reflejan todas las encuestas.
Basta con recordar que apenas asumió saltó aquel extraño caso de las valijas de Antonini Wilson, por un supuesto aporte de la Venezuela de Hugo Chávez a la campaña electoral y su imagen se terminó de derrumbar durante el conflicto con el campo.
La elevada aceptación con la que cuenta hoy, seguramente se irá decantando con el tiempo, pero deberá pasar demasiado para volver a aquellos niveles de hace dos años, a pesar de las fuertes ofensivas políticas y mediáticas para lograr ese objetivo.
Un ejemplo de ello resultó el debate por el presupuesto en la Cámara de Diputados, cuando una fuerte operación de desgaste dejó al país sin la ley fundamental de la economía.
El repaso de las imágenes televisas de esa oscura noche muestran con claridad que el presupuesto estuvo a minutos de ser aprobado con un normal nivel de aceptación, pero la sesión se frustró por las denuncias de coimas, que nunca pudieron ser comprobadas.
Al final, esa movida dejó al Poder Ejecutivo con partidas difusas y los superpoderes para manejarlas casi a discreción durante el año electoral. Varios diputados deberían rendir cuentas por todo esto.
Lo concreto que la muerte de Néstor Kirchner abrió un escenario impensado, por movidas y realineamientos en todo el arco de la política doméstica.
Por caso, Carlos Reutemann le habría confiado a varios allegados que si Cristina es finalmente candidata, él no será candidato. Hace treinta días militaba en el espacio del PJ disidente.
De inmediato, Hilda "Chiche" Duhalde salió al cruce de esto cuando afirmó que el santafesino acompañará al candidato que surja de sus ex compañeros de esa ruta.
En el mismo espacio, Solá tomó la postura de desensillar hasta que aclare y por el momento no da mayores señales de sus próximos pasos y si continúa con sus aspiraciones presidenciales.
Sólo al neuquino Mario Das Neves se lo ve decidido con su proa apuntando a la candidatura presidencial.
En el justicialismo bonaerense también se alteraron las fichas que se estaban jugando y hasta el denominado "Grupo de los Ocho" de los intendentes díscolos parecen más alineados al proyecto de la Casa Rosada.
Prueba de ello fue la publicitada visita que el ministro Florencio Randazzo le hizo al intendente de Tigre, Sergio Massa, en el propio municipio costero.
Los dos, a solas, en una isla en Ecodelta hablaron del futuro inmediato y se le dio aliento al intendente a que se presente a competir en la interna del PJ provincial para obtener la candidatura a gobernador.
En el medio de la charla hubo un llamado de la Presidenta, con elogios para ambos, según dijeron voceros muy cercanos a ese encuentro.
No es que la jefa de Estado le haya restado su apoyo a Daniel Scioli, pero en este momento quiere extremar el nivel de fidelidades en el partido.
Para antes que termine el año se realizaría el Congreso del PJ nacional, que conducía Kirchner, no para que Cristina lo reemplace porque sería un trámite engorroso e innecesario, sino para que el partido la ratifique como jefa política.
El partido justicialista siempre ha tratado de ser fiel al apotegma "el que gobierna el país conduce el partido".
De aquel encuentro en Tigre pudo haber salido la picardía de que Scioli no apoyará la reelección de la Presidenta, algo que difícilmente se pueda escuchar del gobernador.
Es que Massa va a competir en la interna con el lema "mostrar gestión" y, como una paradoja, su punto fuerte es el que más desgasta a Scioli: la inseguridad.
Cada vez que puede, el ex jefe de Gabinete saca a relucir su amplio esquema de cámaras de vigilancia en todo el distrito que ha servido para varios casos resonantes, como fue esta semana el cruento ataque al blindado.
En este marco, tanto Scioli como Massa puede competir por la gobernación, con la mirada puesta en el turno electoral del 2015.
Chispas en la UCR
Con la posibilidad impensada hace unos años de que podría volver al poder, en la UCR se agita la interna y los roces van perdiendo elegancia.
Durante un buen tiempo, la única figura excluyente fue Julio Cobos, mientras que Gerardo Morales se decidió con paciencia a reconstruir las partes implosionadas tras el derrumbe del gobierno de Fernando de la Rúa.
Hoy, Cobos y Morales se odian y el jujeño apoya sin tapujos a Ricardo Alfonsín.
Fue en el laboratorio radical donde nació a idea de una interna en marzo próximo, cuando en agosto deben hacerse las nacionales y simultáneas para todos.
Sucede que el vicepresidente mendocino tiene mejor intención de votos en la soceidad, pero Alfonsín cuenta con mayores respaldos internos.
Entonces, una victoria temprana, le permitiría al hijo del ex presidente de la Nación instalarse como candidato presidencial.
Aunque durante los últimos días apareció el tercero en discordia: el presidente del partido Ernesto Sanz, quien hizo pública sus intenciones que hasta ese momento sólo se mencionaba en reserva.
Sanz está convencido que la imagen de Cobos seguirá en desgaste ante las dudas cada vez más creciente que despierta su doble función de vice y líder opositor, y tampoco confía en la proyección que pueda lograr Alfonsín.
Además, ya logró algunos guiños de importantes grupos empresarios que quieren ponerle punto final y para siempre la era kirchnerista.
Si bien se acaba el año, y habrá que esperar a que pase el verano para que aparezca la recta hacia las urnas, no deja de impactar la rapidez con que se mueven la fichas en el agitado tablero político argentino.
Daniel Casal
NA