Me divierte la gente que sale a hablar en contra de los okupas con fundamentos tan paupérrimos como la xenofobia, la incriminación de los pobres y argumento tale como “esta gente tienen más privilegios por los planes sociales” y demás.
Aunque entiendo totalmente el punto de vista de los vecinos cercanos a los nuevos asentamientos, hay que tener en cuenta es que “esa gente” es la sobra, la contaminación generada por una máquina social, agresiva, despiadada y lamentablemente globalizada a la cual el mismo pueblo mantiene a través de la mentira de la democracia representativa, una maquina capitalista que crea beneficios y lujos por sobre la necesidad de las personas y tira debajo de la alfombra con violencia, mentiras y censuras a toda la "escoria social" que produce. Esa violencia que sale de los labios de cualquier persona cuando hablan de echar, matar y despreciar a los ocupas. Parece ser más fácil lavarse las manos y mandar a quemar la basura antes de arreglar la máquina que la produce. Y aunque la maquina es gigante y tiene a millones de zombis a sofá y TV tirando de sus hilos, yo seguiré a un costado poniendo palos en la rueda.
Puede que gane muchos comentarios en contra pero lo diré: estoy a favor de las ocupaciones. Después de saber que mis impuestos van a militares, curas, políticos, empresarios y demás escorias, no me importa mucho que vallan a planes sociales, y si me dicen que esa gente (los pobres) no tienen cura, les diré que aunque no tengan cura, tienen hijos, futuros integrantes de la sociedad "activa", y prefiero que ese niño crezca con oportunidades iguales a las de muchos, sabiendo que puede tener futuro y puede integrarse y no vendiendo el diario en el subte en horario escolar y sintiendo como los demás lo discriminan. Y no sabiendo que si nació en una villa va a tener que morir en la misma. Esos pibes después se vuelven drogadictos y chorros viviendo entre la basura a la que vos, yo y todos los sometimos y vamos generando día a día, un perro apaleado se vuelve agresivo y puede morder a la mano que le da de comer, y eso es lo que hoy en día tenemos en las villas, una jauría de perros hambrientos que nosotros mismos gracias a nuestra discriminación, dejamos en la calle.
Oscar Gentilezza