Cifras, vueltos, decenas de nombres y apellidos, farmacias y droguerías. Escuchas, llamados inesperados y asociaciones desconcertantes. El financiamiento de la política, las droguerías y los medicamentos robados tienen en común millones de cosas, algunas son de color verde; otras, en cambio, color plata. Dinero, negocio y poder. Palabra clave: impunidad.
125 días en las sombras
Cuando vio la luz, luego de 125 días encerrado en el penal de Ezeiza, Gabriel Brito se encontró con el mundo. Golpeado, despojado de sus pertenencias y sin un peso para regresar a casa, el propietario de Global Pharmacy decidió emprender un viaje de ida, estación justicia. Antes, en el momento de su detención tras el procesamiento por supuesta asociación ilícita, había revelado cómo se realizaban maniobras contables para cobrar reintegros del Estado y se había animado a mencionar a ex funcionarios del gobierno nacional y a empresarios de distintas droguerías.
Luego de una semana de insistente búsqueda, Brito contesta la requisitoria periodística y asiste al programa que conduzco en Radio Cooperativa, “Ahora es Nuestra la Ciudad”. Ese día, martes 14 de diciembre, a las nueve de la noche, lo encuentro sentado en la recepción frente al director de la emisora. El invitado habla de la trama del dinero espurio que financia las campañas políticas, especialmente, la que coronó, tres años atrás, a Cristina Fernández de Kirchner como presidenta y al mendocino Julio Cobos como vice. Antes de comenzar el programa, el operador pasa el spot del programa de Luis D´Elia, que se emite todas las mañanas, y en donde el líder piquetero se saluda con Hugo Moyano mientras suena de fondo “Está saliendo el sol” de Pity Álvarez y sus intoxicados. En una emisora en donde Moyano es local, Brito y Graciela Ocaña, telefónicamente, desentrañan esta trama en la que es la que el camionero es un convidado de lujo.
La ¿candidata? a jefa de gobierno por un espacio progresista liderado por el radicalismo, el GEN y el socialismo, afirma que “la política no debe ser financiada por grupos de interés pues si no responde a ellos. Hay que controlar para qué se gasta en política”. Niega que no se pueda gestionar honestamente y con transparencia. “Se puede hacerlo, asegura Ocaña pero “hay que terminar con el sistema que garantiza la impunidad, tanto en el sector público como el privado pues los hechos de corrupción es un baile que se baila de a dos”.
Hendler y Asorey
Mi celular suena. Del otro lado Marcos Hendler se disculpa por no aceptar aún el insistente pedido de entrevista de este escriba. “Entendeme, 30 personas se están quedando sin trabajo y tengo mucho miedo porque esto no se entiende desde la justicia”, justifica el dueño de “Droguería Urbana”, uno de los máximos implicados de la causa a cargo de Norberto Oyarbide conocida como “mafia de los medicamentos”. “Esto es un quilombo político enorme, enorme y solo se entiende desde ese lado, algo pasó”, retruca un hombre que dice tener miedo y no entender “lo que estoy viviendo”.
Lo conocí de vista, casi no cruce palabras. Lenguaraz y objeto de burlas por su inteligencia y su escaso rigor físico y nula suerte en los deportes, nadie hubiese apostado al poder que hoy ostenta el actual yerno de Hugo Moyano. 18 años después está al frente de la Administración de Programas Especiales (APE) y maneja todo el sistema informático de la empresa. Christian Asorey se recibió con honores como licenciado en Informática en la Universidad Católica de Salta. En esos años lo volví a encontrar y, como empleado administrativo, no recuerdo no haber completado su libreta universitaria con un número que no sea 10.
Su madre seguía pendiente de todos sus pasos como en el colegio secundario Dámaso Centeno del barrio de Caballito. Al escucharlo era una síntesis perfecta de Mark Zuckerberg —el creador de Facebook— y un dibujo animado —cualquiera—. Su voz, su andar, su inteligencia matemática. En esos años comenzó el rumor de que salía con una de las hijas del poderoso líder sindical, Hugo Moyano. No lo creí, vaya a saber por qué.
De regreso a Brito
Gabriel Brito se autodefine como “alguien que tuvo una empresa vinculada a las compañías farmacéuticas y que está procesado en la causa de la mafia de los medicamentos pero con ganas de que esto se esclarezca y colaborando desde el principio”. Preso por la denuncia de extorsión a la cooperativa Vernet fue liberado luego de 125 días, Brito califica los hechos como “aberrantes aunque cuando uno hace negocios, tal vez todos somos pillos, pero acá se superaron todos los límites”. A pesar de que la causa cobró estado público hace dos años, en los allanamientos siguen encontrándose medicamentos, troqueles apócrifos y demás. Nadie quiere parar el negocio. “No ha escarmentado nadie”, afirma Brito quien denuncia a Néstor Lorenzo, dueño de la droguería San Javier y uno de los que encabeza la mafia de los medicamentos. Según Ocaña, Néstor Lorenzo sería el Alfredo Yabrán de los medicamentos, pero según Brito, es, simplemente, uno más de los Yabranes de este negocio. Lorenzo es simplemente “una rata”. “Ser testaferro de Moyano o de Zanola como Hendler y Lorenzo, no significa ser el más importante”, concluye.
Brito relata la agresión en la cárcel el 13 de julio cuando denunció en la revista Noticias que un allegado al ministro del interior, Florencio Randazzo, le habría ofrecido medicamentos robados. Se trataba de Eugenio Bongianino, un joven de Chivilcoy. “Todos veían en mí una persona que comercializaba medicamentos al tener la droguería”. Estos medicamentos, que estamos hablando, son mucho más caros que un Rivotril, describe Brito, y cuestan entre 5 y 10 mil pesos. Ese día, Brito recibió una paliza inolvidable pero no de los presos sino de los propios integrantes del Servicio Penitenciario. ¿Por qué los empresarios compran medicamentos adulterados y/o robados? Elemental Watson. Abaratar los costos. “Es muy difícil adulterar un medicamento, agarrar una ampolla, vaciarla y llenarla con agua. Es un crimen horrendo. Hay médicos que no ponen toda la medicación al paciente, ponen 4 y devuelven 2 o la venden a una droguería o se arma un expediente trucho para un paciente X en donde se estafa al Estado. También hay pacientes que han fallecido y siguen recibiendo medicación y otros que la reciben para luego venderla”, señala Brito y habla del Hospital Muñiz.
Ese dinero que se ahorra se reparte entre los sindicalistas que manejan las obras sociales y otra porción regresa al sistema de la política a través de la financiación de las campañas. La lista de aportantes de Cristina Fernández y Cobos en el 2007 demuestra la importancia de las droguerías y el negocio de los medicamentos. Brito dice que jamás comercializó medicamentos por “no tener permiso de ARMAT”. Se recaudó, en limpio en la campaña del 2007, 17 millones de pesos y existe un aporte del Grupo Marsans el 3 de enero del 2008, o sea tres meses luego de la victoria de Cristina Fernández. Se estima que en realidad el Frente Para la Victoria manejó más de 50 millones de pesos. Brito denuncia que lo intentó callar hasta “la gente de Aeropuertos Argentina 2000” de Ernesto Eurnekian quien “es uno de los empresarios más beneficiados por este gobierno. O pones plata para la campaña o aportas para algo como también lo hizo en Papel Prensa operando contra La Nación y Clarín”.
Luis Gasulla