Señor Director:
El “desparpajo” es una casi inconsciente desenvoltura para moverse o decir algo prescindiendo de escrúpulos éticos motivados por conductas anteriores.
Se lo observa con gesto indignado al arquitecto De Vido intentando responsabilizar a empresas privadas por los faltantes de electricidad, gas, agua, cloacas y demás servicios públicos sumisos a su poderoso y ultrasolvente Ministerio de Planificación Federal.
Desde casi ocho años atrás se le viene reclamando a Julio De Vido por el pésimo manejo de tarifas y subsidios, advirtiéndosele que esa política lleva a una tóxica desinversión y carencia absoluta de asistencia financiera.
Persiguió hasta el agotamiento a la firma Suez que llevaba invertidos más de mil seiscientos millones de dólares y soportaba en sus espaldas la responsabilidad de invertir varias veces esa cifra en beneficio directo de las poblaciones humildes del conurbano y la Capital Federal, sectores sociales hoy envueltos en una dramática guerra de pobres contra menesterosos.
Este ministro responsable de la atroz desinversión por él provocada, siempre reaccionó con crispación contra los reclamos, no escuchó a nadie más que a su ex jefe empecinado, continuó con sus manejos nada transparentes, controló las cajas importantes del Estado, ejerció por sí o por secretarios privados embajadas paralelas con gobiernos cuestionados por relaciones escandalosas muy cercanas a las Farc colombianas y al narcotráfico, hasta que estalló el affaire más inescrupuloso de todos los tiempos, denunciado por las valientes actitudes del embajador Sadous.
El intercambio bilateral con Venezuela de un fuel oil contaminante trocado por maquinaria agrícola dejó descubrir un sobreprecio del 15% a depositarse en una firma de Miami para ser distribuido entre las altas partes del “convenio bilateral”.
Todo se hizo público y se conoció en el mundo entero pero a medida que pasa el tiempo, esta flagrante investigación se pierde entre la parsimonia judicial y las tormentosas crisis que estallan en las manos del propio De Vido. ¿Es posible que nadie se inmute en este atrofiado país viéndolo en su inmunda persecución a Edesur por calamidades causadas por su corrupta política de subsidios y tarifas...?
Aún pendiente del CIADI el caso Suez, y un cúmulo enorme de sospechas en distintos tribunales, el ministro sobreactúa un rol de rígido fiscal en su propio reino del revés.
Ernesto Poblet
Abogado e Historiador
epoblet@fibertel.com.ar