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Evita: la “santa” entre la escoria y el oro (Última parte)

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UNA INVESTIGACIÓN NECESARIA
UNA INVESTIGACIÓN NECESARIA

 “Según los informes ginecológicos de que disponemos, la difunta se vio impedida de cumplir con sus deberes conyugales íntimos desde fines de 1949, cuando comenzó a experimentar fuertes dolores en las caderas, fiebres y hemorragias intempestivas e hinchazón en los tobillos. Dada tal situación, ¿cómo explicar la fidelidad del tirano, que carecía de imaginación erótica pero no de apetito? Fuentes confidenciales lo explican. Pese al vértigo de sus actividades, la difunta jamás dejó de satisfacer a su marido, hasta que las fuerzas la abandonaron. Lograba que la masturbación pareciera penetración. Su lengua actuaba como vagina. El dictador nunca se había beneficiado de un sexo tan sabio, ni volvió a encontrarlo después que Ella murió“.30.

 

Los escritos peronistas de Martínez mienten tanto que hasta desorientan a su autor. En sus palabras “en el caso de ‘La novela de Perón’, quiero hacer una aclaración, tan sólo. En el relato de la muerte de Aramburu, le atribuyo una frase a Perón que (…) no dice. Se muere de risa cuando le entregan el documento en el cual [Mario] Firmenich y Norma Arrostito narran los detalles de la ejecución de Aramburu, publicado en ‘La Causa Peronista’. En la ficción, Perón dice: ‘Esa palabra es imposible: Proceda, porque Aramburu estaba amordazado. Es un descubrimiento de autor atribuido a un personaje, porque, efectivamente, me saltó a los ojos lo que a nadie le había saltado. Esas contradicciones... En ‘Santa Evita’, por ejemplo, hay una contradicción enorme que acabo de descubrir ahora, escribiendo para ‘El País’ un texto sobre el cadáver. En el viaje de ida de ‘Santa Evita’, el militar que está llevándola en un barco simula ser el marido de Evita, es decir, el señor de Magistris, cuando el cuerpo que lleva es de María Maggi ‘viuda’ de Magistris. Nadie nunca se dio cuenta de eso (…) Nadie nunca me la señaló, y mirá que ha pasado por correctores, por lectores, por gente de toda índole. Lo que pasa es que en la novela creo que es permitido porque en la lápida nunca dice ‘María Maggi viuda de Magistris’, sino ‘María Maggi de Magistris’. En una novela eso es posible. En la realidad es imposible”. 62

 

Entre putas omisiones

 

En la búsqueda de información para este dossier, trato de hallar alguna segunda lectura –más crítica- de Feinmann sobre “Santa Evita”. No lo encuentro. Menciona algunos autores que tratan sobre Evita, pero omite a Martínez. Sólo manifiesta que “a Eva Perón fueron sus enemigos quienes insistieron en decirle puta. Al ser actriz, al venir a la gran ciudad desde un pueblo pobre, todas las sospechas cayeron sobre ella. Para colmo, la señora Mary Main escribió un best seller que se llamó ‘La mujer del látigo’. Es más piadosa ella que los garcas locales que se ensañaron con Eva. Al final, en el último párrafo del libro, dice que, si se quiere terminar con eso que ‘Santa Evita’ representa para ‘los corazones simples y las almas sencillas’, nada se logrará por medio de ‘leyes ni decretos’.

 sea, Mary Main no habría aprobado (y acaso a él se refiere en este texto) el decreto 4161 de la Libertadora que prohibía nombrar a Perón y a Evita. Peores que la señora Main fueron Martínez Estrada y Américo Ghioldi. Que así la describe: ‘Corta de inteligencia, deficiente de cultura y sensibilidad femenina, ignorante de las relaciones morales y civiles de los hombres, sin autocrítica, sin carga de escrúpulos de conciencia, falta de gusto, Eva Perón ingresa a la historia como una leyenda plantada en el mentidero argentino’. Pero el golpe decisivo lo dieron el guionista Tim Rice y el músico Andrew Lloyd Weber. Tomaron el libro de Mary Main e hicieron una ópera rock: ‘Evita’.

Luego Alan Parker hizo la película con Madonna y se acabó. La verdad es un producto del poder, como bien dijo Michel Foucault. Evita y puta pasaron a ser sinónimos. Poco podría asombrarnos que en una revista alemana para guiar a los ‘adultos’ en sus “entretenimientos”, figure una empresa ‘international’ de prostitución llamada ‘Evita Escorts’. Ofrecen un servicio sofisticado.

os tipos están por todos lados. En muchas ciudades. Perseveré en comunicarme con ellos pero no pude. O quizás abandoné el intento. ¿Qué les iba a decir? ‘¿Por qué le pusieron Evita a una empresa que ofrece prostitutas por toda Europa?’ Habrían, por qué no, respondido: ‘¡Porque ella fue una grande! Llevó a la cumbre la profesión. ¿O usted cree que Madonna habría filmado la vida de cualquier puta? ¿Usted es argentino? Lo felicito. Son pocos los países que pueden jactarse de tener una puta así’”. 63

En tanto que a Martínez lo califica como “un notable escritor antiperonista, que llega a sus cimas cuando escribe sobre aquello que sitúa en sus antípodas, menos en ‘Santa Evita’, en la que cede, gozoso y fascinado, ante la grandeza del personaje) escribe: ‘El lenguaje escrito de Eva aparece allí (en ‘Mi mensaje’, JPF) por primera vez sin ningún encubrimiento. Hasta el modo de ver a Perón es otro en este libro. Perón aparece como un cóndor que vuela en soledad, tal como sucedía en ‘La razón de mi vida’, pero esta vez Evita, ‘a pesar de mi pequeñez’, decide acompañarlo (...) Eva se sitúa por primera vez en un plano superior: ella es la que cuida de Perón y del pueblo, ella es la que desenmascara a los enemigos, por primera vez reivindica su fanatismo (...) Hay una declaración incesante de rebeldía, de sublevación contra la injusticia. Y en ese campo, el pueblo aparece como valor supremo, por encima de Perón (...) En ‘Mi mensaje’ no hay lugar para la representación, para el simulacro, para la confusión de papeles. Eva es ella misma, sin mediadores” (Tomás Eloy Martínez,

“El libro secreto de Evita”, Nº 328, revista Humor, octubre de 1992). 64

Después de los epítetos sobre Evita que vierte Martínez, se hace evidente que el filósofo de la no violencia y yo, tenemos distintas lecturas sobre la novela y su autor, situación que no es ni buena ni mala. Somos subjetivos.

 

La “putificación” misógina e ideológica de la “santa”

 

Como bien se justifica Martínez, “novela” es “libertad de mentir o fabular”. Pero se descuida en otros actos del habla suyos… que no son novela.

Pronuncia el becario del Wilson Center que “cuando llegó a Buenos Aires, a fines de 1934 o comienzos de 1935, Eva Duarte carecía –además- de casi todo: talento de actriz, dinero, padre legítimo, educación. Aquellos fueron años de extremado machismo en un país que siempre fue machista. Cada vez que Eva quería conseguir un papel en la radio, en el teatro o en el cine, se le exigía que pagara un peaje sexual. A veces lo hacía, a veces no. Para los códigos de la época, esa conducta tiene poco que ver con la prostitución. Es una conducta de lisa y llana supervivencia”. 65

Vuelve al sexo en otro texto: “Evita era la joven esposa del presidente de la República, pero antes había sido una actriz de segunda fila, con defectos de dicción y –como muchas otras actrices de su rango – una reputación dudosa”. 66

En lugar de “santificarla”, la “putifica”. De allí el oxímoron en el título de su obra.

Martínez se queja de que en el film “Eva Perón”, el diálogo entre el matrimonio presidencial no es histórico: “sin referencia a fuente alguna”. Pero, en qué fuente se basa él para sostener que Eva a veces dice que sí y otras que no para conseguir un papel. Y a qué testimonios recurre para establecer que es deuna reputación dudosa”.

Otro escritor que da mucha importancia a las relaciones amorosas de Eva Duarte es Juan José Sebreli. Ya en 1996, destaca su “oscuro pasado” y “los rumores sobre sus amantes”. 67

Consecuente con la línea “putificadora” de Martínez, en 2002, no sólo su pasado es oscuro sino que también “turbulento”. 68

A lo que agrega el autor de “Los deseos imaginarios del peronismo” que “con el tiempo (…) la visión de la ‘prostituta sagrada’ de la ‘rebelde primitiva’ impuso a Evita en el mundo como un personaje legendario a través de óperas, películas, piezas teatrales, novelas, cuentos, biografías, álbumes fotográficos, series televisivas, tarjetas postales, canciones y hasta diseño de modas”. 69

Y remata “los tiempos han cambiado: la sociedad patriarcal, autoritaria y prejuiciosa que la satanizó ha desaparecido en parte, y hoy, no provocaría demasiado escándalo su vida erótica”. 70

En su último ensayo, de 2008, en el que trata de algunos personajes míticos de la Argentina parece que reconoce algún error al “ver en Evita a la gran hetaira a quien el destino permitía vengarse de la sociedad que la había humillado. Esa fue la idea rectora de mi primer escrito sobre el peronismo publicado en la revista ‘Contorno’ (1956). En cierto modo, retomaba la interpretación antiperonista de ‘esa mujer’ a partir del resentimiento, pero el signo negativo lo transformaba en positivo al señalar su rechazo por los valores convencionales burgueses”. 71

Pero es sólo una sensación. Si bien deconstruye algunos mitos gorilas, ya no la muestra como una resentida, pero no le quita el mote de “hetaira”. Además, dedica un apartado de su libro al “erotismo de Evita” en el que retoma la historia negra.

Inicia con que “en la mitología antiperonista, Evita era ejemplo de lubricidad; se le adjudicaron

innumerables amantes, orgías, y hasta el sometimiento de Perón por medio de sus prácticas eróticas. Sin embargo, en realidad fue una mujer más bien fría, escasamente sensual. Pablo Racioppi, uno de sus galanes radiales y uno de sus amores pasajeros, decía que se notaba en ella un gran desdén por los hombres. Otro de ellos, compañero en el cine -¿Juan José Míguez?-, sostenía: ‘No te calentás con ella ni en una isla desierta’. ‘No era una chica de despertar pasiones’, afirmaba su amiga y protectora la actriz italiana Pierina Dealesi, sospechada por Joan Benavente de ser lesbiana. A su último médico, Jorge Albertelli, le dejó esta impresión: ‘Una bella mujer, no sensual: su belleza resultaba algo fría’”. 72

No se sabe cómo erotiza Eva en una isla desierta, pero sí sabemos que Martínez en su novela usa citas apócrifas. Según las otras dos fuentes, Sebreli suma una “lesbiana fría”, toda una progresista.

Coincide quien apoya al trotskista Nahuel Moreno a la candidatura presidencial en 1973, con la visión del Martínez exnovela - fuera de la ficción salvadora- al sostener que “su desesperada búsqueda de la oportunidad para triunfar, a veces de asegurar la mera supervivencia, la llevó a hacer del sexo un arma de lucha por la vida sin tiempo para enamorarse”. 73

Alega que “en el período de actriz sus amores estuvieron por lo general entre quienes le servían en los intentos por ascender en su carrera artística, casi siempre hombres maduros”. 74

Ambas afirmaciones nos llevan a un “gato”.

Además, “ya convertida en Eva Perón, supo despertar amores platónicos en el sacerdote Hernán Benítez, su mentor espiritual. Todavía su cadáver fue capaz de encender raras pasiones necrófilas en el embalsamador, Pedro Ara, y en su custodio, el coronel Carlos Moori Koenig,que, alcoholizado, invitaba a sus amigos a ver el cuerpo desnudo de Evita Muerta”. 75

Evidentemente, es tan “hetaira”, en prosa simple: tan puta, que no sólo se acuesta con hombres maduros, sino que mantiene “sexo platónico” con su confesor, y para colmo, luego de muerta, permite el voyeurismo. Sólo a esta “prostituta sagrada”, “hetaira” y probablemente lesbiana, se le ocurre que una vez muerta la posean sexualmente. Obviamente, Sebreli no la querría como madre de sus hijos.

Con respecto a vida privada de la pareja presidencial, concluye que “las relaciones sexuales entre ambos debieron de ser breves y frágiles”. Importantísimo, trascendental. 76

Por las dudas, aclara el pensador racionalista que acompaña en las elecciones presidenciales la candidatura del liberal Ricardo López Murphy, en 2007, que “ni Perón ni Evita eran afectos a dejar testimonios de sus vidas privadas; más bien tendían al secreto y, más aún, cultivaban la mentira, incluso se mentían entre ellos y se hacían espiar. Pero ninguno era un títere del otro, como suele creerse en versiones de signo opuesto; ambos se usaban mutuamente, más que amantes eran cómplices”. 77

Para esta última afirmación se apoya en la biografía sobre Evita de Dujovne Ortíz.

Aclara que “todo lo que se pueda decir sobre su intimidad son conjeturas o relatos de quienes los conocieron. El único documento escrito a mano por ella y, por lo tanto, realmente auténtico, es una carta a Perón durante su viaje a Europa. Con una sintaxis errática, revelaba obsesiones, confusión de sentimientos. En una oscura pero significativa frase, parecía querer decir que su anhelo de gloria le impedía expresar su amor: ‘Yo tal vez no sepa demostrarte todo lo que siento, pero te aseguro que luché mucho en mi vida por la ambición de ser alguien’”. 78

Correcto Sebreli: conjeturas, relatos, rumores. La carta nada manifiesta de su sexualidad.

Si algo le falta a este conglomerado de chismes faranduleros, es una Eva que tiene sexo con todo hombre y un Perón bisexual. Profiere el autor de “El vacilar de las cosas” que “paradójicamente, Evita, líder de un movimiento con una concepción tradicionalista de los géneros y más bien homofóbico, estaba destinada a devenir un icono más en el culto a las divas de la subcultura gay.

ntre sus relaciones hubo, sin embargo, algunos homosexuales. En su época de actriz, uno de sus galanes de radio era homosexual, y fue su única amistad masculina exenta de sexo. Compartían la bohemia de la calle Corrientes y, erróneamente, la prensa del espectáculo les atribuyó un romance. Este actor, que haría una exitosa carrera, ‘cumplía sus changas sexuales después de las funciones en la zona de Constitución’ y, según testimonio oral de José Bianco, también trabajaba en un prostíbulo masculino (…) El caso del joven Rudi Freude es más dudoso; era amigo de la pareja en los años cruciales de 1945 y 1946 y secretario privado del presidente hasta que Evita lo hizo echar por una intriga nunca bien dilucidada. Alicia Dujovne Ortiz arroja la sombra de la sospecha: ‘Rudi (...) no se caracterizaba por la abundancia de mujeres (la oposición maledicente insinuaba que ese alemancito demasiado buen mozo era el amante del presidente)’”. 79

Recurro nuevamente a la biografía de Mary Navarro, quien es apoyada al ciento por ciento por Martínez, 80 y Feinmman 81. Mientras que para la literata Beatriz Sarlo “sigue siendo el hilo principal del capítulo pre-peronista de la vida de Eva”. 82

Fustiga la autora de “Evita”, que “la imagen estereotipada de Evita (…) en casi todas las escritas sobre ella a partir de los años cincuenta, es (…) una construcción machista, producto de ideas precisas, aunque no por ello menos falsas, sobre lo que es ‘la mujer’, lo que debe ser y lo que se le permite hacer. Hayan sido escritas por autores argentinos, ingleses, norteamericanos, españoles o franceses, a pesar de las diferencias culturales y de las divisiones ideológicas entre peronistas y antiperonistas, tienen un trasfondo común: relegan a las mujeres al ámbito privado y las excluyen de lo público. Esa separación, desmentida en los hechos por la participación de las mujeres en lo público a pesar de las barreras que siempre han enfrentado para hacerlo, tiene a su vez en la Primera Dama una figura emblemática de lo que debería ser ‘la mujer’ y raramente ha sido.

quéllas que como Evita desconocen los límites que la sociedad les impone como Primeras Damas, se convierten en peligrosas transgresoras” 83

Además, “el valor de estos testimonios [los de periodo artístico], en todos los casos faltos de precisión y con información de segunda mano es cuestionable (…) difícilmente puede ser probado pues ninguna de las personas a las cuales se le atribuye una supuesta relación con Evita ha admitido tenerla. Por otra parte, no deja de ser significativo que los rumores y chismes que repiten ad nauseam sobre ella surgen cuando comienza a convivir con Perón, que este te convierte en el hombre clave del equipo de gobierno. Ya fueran total o parcialmente falsos, tuvieron más éxito que los esfuerzos de Evita por contrarrestarlos, pues pronto se convirtieron en verdades irrefutables para muchos argentinos”.84

Viene bien rescatar una anécdota del padre Benítez: “y recuerdo que un obispo me dijo una vez. -¿No me explico como usted puede defender a esa puta? Perdí los estribos. Le contesté que no dijera barbaridades, que ella era castísima y que yo lo sabía en mi carácter de confesor de Eva. Y ya desbordado le agregué: -Además. ¡Ella no se preocupa de decir si usted es puto o no!”. 85

 

Libros del perfecto idiota peronista

 

Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa, con prólogo de Mario Vargas Llosa, publican el “Manual del perfecto idiota latinoamericano” en el que seleccionan diez libros que, según su opinión, conmueven al idiota latinoamericano.


Ellos son: 1. “La historia me absolverá”, de Fidel Castro; 2. “Los condenados de la tierra”, de Frantz Fanon; 3. “La guerra de guerrillas”, de Ernesto ‘Che’ Guevara; 4. “¿Revolución dentro de la revolución?”, de Régis Débray; 5. “Los conceptos elementales del materialismo histórico”, de Marta Harnecker; 6. “El hombre unidimensional”, de Herbert Marcuse; 7. “Para leer al Pato Donald”, de Arial Dorfman y Armand Mattelart; 8. “Dependencia y desarrollo en América Latina”, de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto; 9. “Hacia una teología de la liberación”, de Gustavo Gutiérrez; y 10. “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano.

Considero que apoyándome en la idea de los tres periodistas mencionados, más las opiniones vertidas por el prologuista sobre el peronismo, no deben faltar en la biblioteca del “peronista progre” y del gorila más peludo las ficciones “La novela de Perón” y “Santa Evita”.

Finalizo este dossier, parafraseando la dedicatoria manuscrita que aparece en la segunda página del “Manual” citado, que adquiero en una librería de usados:

“A nuestro abuelo Raúl: Esperamos que no te identifiques con este ‘Manual’, de ser así, trataremos de conseguirte el antídoto. ¡Muy feliz Navidad! Besos y abrazos de Claudia y Martín”.

Y el antídoto está en la búsqueda de la verdad. 

 

 Néstor Genta 


62. Neyret Juan Pablo. Op.Cit.http://www.ucm.es/info/especulo/numero22/t_eloy.html

63. Feinmann Juan Pablo. Entretenimiento para adultos

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/index-2009-11-15.html

64. Feinmann Juan Pablo. Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina. Clase 18. Eva Perón. Mi mensaje. Especiales de Página 12. 23.03.2008.

65. 66. Martínez Tomás Eloy. Réquiem por un país perdido. Las otras caras de Evita. Alfaguara (1996). Buenos Aires. 2003. p. 368

67. Galasso Norberto. Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955) Tomo I. Colihue. Buenos Aires. 2005. p. 607.

68. Sebreli Juan José. Evita entre el mito personal y el colectivo. Todo es Historia. Nro.419. Buenos Aires. 2002. p.17.

69.70. Sebreli Juan José. Ibid. p.18.

71 a 79. Sebreli Juan José. Comediantes y mártires. Ensayo contra los mitos. Editorial Debate. Segunda Edición. 2008. Buenos Aires. s/n. En pdf.

80. Neyret Juan Pablo. Op.Cit.http://www.ucm.es/info/especulo/numero22/t_eloy.html

81. Feinmann Juan Pablo. Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina. Clase 23. Libro Negro de la Segunda Tiranía. Mi mensaje. Especiales de Página 12. 23.03.2008.

82. Sarlo Beatriz. La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu. Siglo Veintiuno Editores Argentina. 2003. p. 39.

83. Navarro Marysa. En Prólogo a la edición definitiva. Planeta 1994. p. 8

http://www.scribd.com/doc/33339120/Navarro-Marysa-Evita (puede leerse completo)

84. Navarro Marisa. Evita. Corregidor. España. 1981. p. 82.

85. Galasso Norberto. Yo fui el confesor de Eva Perón (Padre Hernán Benítez). Homo Sapiens Ediciones. Rosario. 1999. p.51.

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