Joseph Goebbels fue, como la mayoría sabe, el ministro de Propaganda de la Alemania Nazi de Adolf Hitler.
Dueño de una notable elocuencia, y gracias a sus dotes retóricas y su capacidad de convencimiento, fue una figura clave para el régimen. Tal es así que hoy se lo considera el inventor de lo que suele entenderse como “propaganda moderna”.
Una de sus frases más conocidas es: "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".
Su ideario publicista consta, además, de los “11 principios de la propaganda”, que son los siguientes:
Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
Estas tácticas propagandísticas, no son ajenas a los argentinos. De hecho, ya en las dos primeras presidencias del Gral. Juan Domingo Perón se llegó hasta confeccionar libros de lectura para alumnos de escuelas primarias que eran verdaderos textos propagandísticos dignos del Tercer Reich. Tampoco escaparon a la propaganda política, por supuesto, los militares de la última dictadura, que utilizaron, además de todos los medios de difusión radiales y televisivos, desde el mundial de fútbol de 1978 hasta la distribución de calcomanías con la leyenda “los argentinos somos derechos y humanos.
El gobierno de los Kirchner, por supuesto, no escapa a esta tentación de difundir propaganda política a través de las arcas del estado, y no conformes con la vergonzosa distribución de la pauta oficial y la financiación de medios, embistió con el fútbol, único caso en el mundo en el que el estado subsidia este deporte.
Y como si todo esto fuera poco, no solo llamaron al actual torneo “Néstor Kirchner”, sino que además confeccionaron un spot publicitario que según el costo de mercado tendría un valor tal, que si un anunciante hubiera querido emitir una campaña publicitaria como la que el Gobierno está poniendo al aire con el spot “Nunca menos”, tendría que pensar en un presupuesto de entre $ 3 millones y $ 5 millones por fin de semana.
Cabe destacar que nunca en la pantalla chica local hubo una pieza tan larga —222 segundos— y que se emitiera tantas veces. Se hace antes del partido, en el entretiempo y finalizado el encuentro, nada más y nada menos que en los 10 cotejos.
Por eso, cualquier parecido entre “los 11 principios de la propaganda” de Joseph Goebbels con la realidad actual argentina, no es pura coincidencia.
Pablo Dócimo