Japón no solo ha sufrido el terrible golpe de un tsunami y un terremoto hace menos de una semana, sino que además está siendo víctima del tsunami de las especulaciones, muchas de índole económico sobre todo en lo que a producción tecnológica y petróleo se refiere, pero también debe sufrir la especulación periodística.
Sólo cuando una catástrofe azota a toda una población, es cuando el periodismo se acuerda de los científicos. Hemos visto cómo algunos programas de TV llaman o convocan a diferentes especialistas para poder arrojar un poco de luz ante tanto lenguaje desconocido, y por supuesto ante un hecho que si no sabe tratarse con la medida atención que merece, es preferible que no se trate en absoluto. Tanto el periodismo como la ciencia son buscadores incansables de la verdad, solo que el periodismo últimamente no la está construyendo en base a la ciencia.
Reactor, núcleo, núcleo del reactor, radioactividad, nube radioactiva, Chernobyl y hasta Hiroshima. Nada ha quedado fuera de las tapas de los diarios y nunca la opinión pública se enfrentó ante un lenguaje tan desconocido, pero atemorizante a la vez.
“Me largo y tú deberías hacer lo mismo, no me pagan lo suficiente para esto”, le confesó un enviado de un renombrado diario estadounidense a su colega español mientras cargaba su netbook, la cámara y los bultos en el coche que le llevaría lejos de Japón. Por supuesto, ¿para qué someterse a una amenaza radioactiva o a una crisis nuclear, cuando podemos publicar ovnis sobrevolando Japón minutos antes del terremoto? Dicho sea de paso, ayer se confirmó que esa figura blanca borrosa que vimos mil veces sobrevolando los cielos nipones era un helicóptero, pero la información no repercutió tanto.
La falta de información oficial por parte de las autoridades japonesas, han creado desconfianza en la población nipona y olas de teorías en las redes sociales y en la prensa occidental. Ya se perdió la cuenta de cuántas explosiones ha habido en Fukushima o cuál es el verdadero nivel de radioactividad que puede desplegarse en ese lugar. La prensa comenzó a tratar el tema con respeto, pero las especulaciones pintaron de amarillo lo que realmente sucede en Japón, y las inexactitudes dieron rienda suelta a los errores —por suerte subsanables—.
Al final, ¿qué tan grave es el accidente nuclear?
La Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos (INES) tiene siete niveles. Los superiores (4-7) son denominados "accidentes" y los inferiores (1-3) "incidentes". Un accidente escala siete fue el de Chernobyl, en 1986, donde hubo grandes daños a la población y al medio ambiente, que permanecieron afectando todo el sistema ecológico durante años.
La Agencia Nacional de Seguridad Nuclear de Japón ubicó en nivel cuatro de una escala de siete el accidente de la planta nuclear de Fukushima, en donde tres personas fueron sometidas a revisión médica por haber estado expuestas a la radiactividad.
“Fusión nuclear” no es igual que “fusión del núcleo del reactor nuclear”
Aunque se emplea con frecuencia el término "fusión nuclear", (proceso por el cual varios núcleos atómicos de carga similar se unen para formar un núcleo más pesado) no tiene nada que ver con que se funda el núcleo de un reactor, que es en realidad una fundición: el material se funde y la reacción se vuelve más inestable y se descontrola. Que el núcleo se funda no significa necesariamente catástrofe. El núcleo se puede fundir y las consecuencias y alcance del accidente puede ser limitado.
No es posible una "explosión nuclear".
Estamos hablando de centrales nucleares y ha habido varias explosiones, pero eso no significa que podamos hablar de "explosión nuclear". Lo que ha explotado es la acumulación de hidrógeno y oxígeno en el edificio de contención, elementos que provienen de la disociación del vapor de agua (H2O) a muy elevadas temperaturas. La probabilidad de que se produzca una "explosión nuclear" como la de Hiroshima es nula, puesto que se requiere un complejo proceso que incluye uranio enriquecido y cantidades que no se encuentran en una central nuclear aunque se funda el reactor. No hay suficiente masa crítica de material fisible. En la vorágine informativa algunos medios han ilustrado sus informaciones de manera incorrecta o amarillista. Así, algunos medios británicos incluían fotos de hongos nucleares para ilustrar la información, o imágenes de refinerías explotando.
Nada que ver con Chernobyl
Que éste sea el accidente más grave desde el accidente de Chernóbil no quiere decir que sea igual que el accidente de 1986. Las diferencias con el accidente de Chernóbil son claras pero en ocasiones no se ha explicado bien. Aparte del nivel de alerta (del que ya se habló más arriba), la estructura de la propia central está pensada para que no ocurra algo semejante. En Chernóbil no había edificio de contención y, una vez que se fundió el núcleo del reactor, el material salió al exterior. En Fukushima, en el caso de fusión del núcleo aún tendría que dañarse la vasija y el edificio de contención, y las autoridades japonesas aseguran que siguen intactas.
Sobre la "nube radiactiva"
Por la red se están difundiendo mapas con las consecuencias de la extensión de una nube radiactiva por el Pacífico. De momento no existe tal nube, sino emisiones para controlar la presión del reactor que, dado que la población ha sido evacuada, no parece que vayan a tener un impacto sobre la salud. Las detecciones de radiación no permiten hablar, por ahora, de una gran nube radiactiva. El Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de la Radiación Atómica (Unscear) aseguró que la baja intensidad de la radiación liberada en las centrales nucleares japonesas y las medidas de precaución tomadas por las autoridades permiten descartar, de momento, cualquier efecto en la salud humana. Según este organismo, "todas las emisiones (radiactivas) que se han producido son de muy bajo nivel".
Redacción de Tribuna de Periodistas
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