La actitud delictiva de Gustavo Béliz –violación del artículo 222 del Código Penal- al hacer pública la identidad fotográfica del agente secreto de la SIDE Jaime Stiusso (Stiles, El Ingeniero... y siguen los alias), repercutió negativamente en un testigo de identidad reservada que estaba dispuesto a declarar preservando el anonimato en lo que podría haber sido una megacausa de lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas.
El tema es así: Hace un par de meses, un ex colaborador contable de grupos evangélicos de gran participación mediática y ampliamente difundidos en medios radiales y televisivos merced a las millonarias adquisiciones de espacios en la TV abierta y por cable, se contactó con un abogado y un periodista de investigación. El referido profesional les planteó que había conocido y manipulado contablemente millonarias sumas de dinero ilícito y que estaba dispuesto a hacer conocer el origen de esos fondos. Obviamente, la persona en cuestión no quería salir del anonimato por razones obvias: Los personajes a los que reportaba –si bien decían pertenecer a varias ramas de las iglesias evangélicas locales y otras con ramificaciones en Brasil y México-, a su vez tenían vínculos con organizaciones mafiosas de gran porte y el arrepentido temía por su vida si declaraba públicamente sus conocimientos sobre el lavado de dinero.
Después de discretos encuentros con un fiscal, se le aseguró que si declaraba todo lo que sabía sobre esos movimiento ilícitos de fondos, le cabía ingresar en el rango de “testigo de identidad reservada” y podía presentar pruebas ante la Justicia conservando el anonimato.
El contador dudó en un primer momento pero fue convencido de que sus dichos serían volcados en un expediente judicial sin que se conociera su verdadera identidad. Algo así como sucedió en el caso AMIA con muchos declarantes a los que se clasificó como “Testigos A, B o C”..., mas allá de la veracidad o no que pudieran haber tenido en esa manoseada causa.
Pero cuando se estaba por comenzar a incubar la megacausa en ámbitos de la Justicia Federal, la representación teatral de Gustavo Béliz mostrando la identidad de un agente secreto de la SIDE -Jaime Stiusso-, y la posterior polémica que desató el accionar del renunciado Ministro de Justicia provocó automáticamente el repliegue del arrepentido.
Su negativa a presentarse amparado por el anonimato que le dispensan las leyes argentinas tuvo una explicación coherente: “¿Qué seguridad tengo de que la Justicia preserve mi anonimato si no lo hicieron con un agente orgánico de la SIDE..? ¿Qué seguridad tengo si el día de mañana alguien filtra mi verdadera identidad en forma pública y a partir de allí mi vida y la de mi familia estarían en peligro?”
La negativa del "contador" tenía una explicación añadida. Explicaba que el Estado ni siquiera había tomado acciones punitivas contra Béliz, lo que desalentó casi definitivamente su primaria decisión de relatar en Tribunales todo lo que decía saber sobre un hecho de lavado de dinero que, en su cálculo, rondaba los 50 millones de pesos.
Repercusiones negativas
El asunto de Béliz mostrando la foto de un agente secreto provocó amplio malestar en el seno de la Justicia local y también en ámbitos de la Provincia de Buenos Aires.
Un allegado al Ministro de Justicia Bonaerense León Arslanián, razonó con criterio la semana pasada diciendo “off the record”: “Nosotros colgamos en Internet las fotos de los criminales mas buscados, ofrecemos recompensas y aseguramos la reserva de identidad de los informantes que es el punto mas álgido del asunto. Una persona que puede revelar este tipo de información sabe que su prioridad no es el dinero sino preservar el anonimato una vez lograda la cacería del prófugo, pues de saberse su identidad el declarante es un muerto caminando”.
Bien, el delito cometido por el ex Ministro de Justicia en el programa Hora Clave tuvo como añadidura la insólita parsimonia del Gobierno y de la Justicia Federal (¿quién era el juez federal de turno el domingo 18 de julio cuando Béliz incurrió en violación de secreto de Estado? ¿tiene la Justicia Federal hoy día el mismo desempeño dependiente del gobierno para actuar o no hacerlo según las conveniencias del poder de turno..?).
Es el gobierno y no un abogado privado -o denunciantes crónicos- el que debería haber denunciado el ilícito de Béliz, y no subordinar una acción judicial a las consecuencias que podría acarrear la victimización del llamado “zapatitos blancos”. De allí que en muchos ámbitos oficiales de otras provincias y de sectores de la Justicia Federal ajenos a las manipulaciones gubernamentales, se considere pernicioso la bohonomía oficial que producirá un posible retroceso en la utilización de los testigos de identidad reservada como posibles aliados para el combate contra grandes organizaciones criminales.., o –aunque mas no sea-, para resolver delitos acuciantes para la sociedad como son los secuestros extorsivos, los crímenes por encargo y otras acciones que abundan hoy día aunque no tengan la potencialidad mediática de los casos de narcotráfico, lavado de dinero y situaciones parecidas.
También resultó insólita la declaración del secretario general de la Presidencia, Anibal Fernández, al decir de Béliz que “creíamos que había madurado..." (sic). Con igual criterio, podría el kirchnerismo entregarle la Presidencia del Banco Nación al “gordo” Valor y cuando el temido delincuente se llevase hasta la chapita de numeración callejera de la entidad, el gobierno diría otra vez por boca de Fernández: “... pensamos que se había regenerado”.
Debería darse cuenta el ex funcionario menemista y ahora espadachín principal del santacruceño, que la sociedad maduró bastante a fuerza de desventuras en los últimos tiempos. Antes de proferir declaraciones inhóspitas para el sentido común de la sociedad argentina, haría bien en pensar dos veces lo que decir.
Aleluya hermanos...?
El citado contador que decidió no declarar por temor a ser revelada su identidad verdadera, habría trabajado en el manejo de fondos de ciertas iglesias evangelicas argentinas que serían canales para el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas.
Se pueden señalar varios hechos que mencionaremos en una próxima entrega. La fortuna de ocho millones de dólares que costó la adquisición por parte de grupos evangélicos del ex Mercado de las flores en la calle Corrientes –donde se erigió una mega iglesia de características que tienen muy pocos templos en los Estados Unidos-, no proviene precisamente de las ofrendas de los fieles que allí concurren, en su gran mayoría personas de humilde condición.
Lo mismo se podría decir de las cuantiosas sumas que pagan esas iglesias por espacios televisivos en la trasnoche de canales de aire y de cable. Sumas que superan incluso a las que abonan empresas comerciales como Sprayette, de la que al menos se sabe que su negocio es la masividad de las publicidades como marketing para el incremento de las ventas.
Y un detalle para finalizar: El Pastor Jiménez estaría por abrir en México cuatro templos evangélicos y seis estaciones de radio. Como si fueran sucursales de Mc Donalds, los evangelistas se florean en Buenos Aires de su pronto desembarco en ese país. Aunque investigadores que conocen bien el paño de las tierras de Pancho Villa, sostienen que en México sólo pueden actuar en el rubro del Pastor Jiménez con semejante masividad aquellos a los que el Cartel de Juárez les entrega la correspondiente “patente de corso”. O sea: O se lava dinero para la organización que gerenciaba el Señor de los Cielos, o no se entra en el negocio de las iglesias.
Al parecer, el controvertido Jiménez obtuvo el visto bueno de sus amos para continuar su “obra evangélica” en tierra azteca.
(continuará)...
Jorge D. Boimvaser