Los groseros e incalificables atentados a la libertad de expresión y la violación sistemática de los derechos de millones de ciudadanos argentinos, no hace más que reflejar una pérdida paulatina de calidad institucional, con el agravante de que nuestra sociedad va acostumbrándose a estos atropellos por parte del Poder Ejecutivo cada vez más, erigido ya en tiranía anulando de una u otra manera los otros dos poderes del Estado; Judicial y Legislativo, que han pasado a ser meros y silenciosos observadores de los abusos y desquicios que comete este gobierno en perjuicio de tota la ciudadanía, que con asombro ven perder su calidad de ciudadanos para convertirse en un mero esclavo de los caprichos del poder que ante la ausencia de quienes deberían ponerle limites, no deja de tomar venganza en quienes no aceptan esta vergonzosa situación.
En estos días pasados, con consternación todo el pueblo ha podido comprobar el desprecio con que el Gobierno se maneja ante la acción de la Justicia; permitiendo que durante 12 horas se corte la libre circulación de vehículos en las entradas de centros de distribución de dos grandes periódicos con presencia nacional, obviando en abierto desconocimiento la garantía constitucional de libertad de prensa. Más allá del delito y la inacción de las fuerzas públicas ante el mismo, orillando en la complicidad, están las garantías constitucionales burladas, violadas y sin miras de ser reparadas, ya que la Justicia ha pasado a ser una Justicia castrada.
Según Rudolf Von Ihering en Lucha por El derecho “…la espada sin la balanza es el derecho de la fuerza bruta y la balanza sin la espada es el derecho en su impotencia”, en pocas palabras, Justicia castrada… que es la que tristemente padecemos hoy los argentinos.
Esta anómala situación ha llevado a muchos medios radiales, televisivos, periódicos y periodistas a rechazar, condenar y reclamar por esta clara actitud abusiva del Gobierno; es entonces que deberíamos pensar y preguntarnos ¿de qué nos sorprendemos, medios y periodistas de esta actitud abusiva?, ¿es que acaso pensaron que a ellos nunca les llegaría el “tsunami”? estas cosas suelen pasar cuando en la sociedad se pierden de vista los derechos constitucionales de todos.
Abraham Lincoln solía referirse a esto “...En un lugar donde un ciudadano busque Justicia y no la consiga en poco tiempo en ese lugar nadie la conseguirá…” es por este pensamiento que sería bueno preguntarles a los medios y periodistas —hoy ofendidos— por los abusos y pérdidas de las libertades y derechos, ¿dónde estaban y qué hicieron a favor de los pobres Jubilados a los cuales les vienen negando sus derechos constitucionales desde hace más de 30 años con el silencio cómplice o la omisión culposa de renegar ante tamaña injusticia? ¿Cuántas movilizaciones los jubilados hicieron en reclamo de sus derechos constitucionales de la seguridad social (Art. 14 Bis) sin el merecido acompañamiento publicitario de los que hoy se quejan por esta arbitrariedad?
El feroz individualismo que reina en los argentinos nos ha llevado a pensar que “a mí no me va a tocar”, como desde hace mucho tiempo les viene tocando a los pobres jubilados o como también les tocó a colegas periodistas independientes castigados con injustas persecuciones y allanamientos poniendo en serio peligro la seguridad de los mismos y sus familias ante el silencio de muchos sin que tronara la santa indignación ante esa ignominiosa situación.
Nuestro problema fundamental como argentinos, es el desprecio y la falta de interés por el respeto irrestricto a la Constitución Nacional por parte de los que mandan y por nosotros mismos que llegamos al extremo de aceptar una reforma constitucional promovida por un gobierno de facto y aceptándole una entidad jurídica que nunca pudo tener; a su vez aceptamos como válidas aberrantes violaciones constitucionales que deberían castigarse con serio rigor, para de esta manera afianzar la justicia y vivir dentro de la ley y no en la marginalidad como actualmente nos toca, donde el decente vive tras las rejas y el que delinque goza de plena libertad para continuar con sus fechorías afectando al conjunto.
Mi opinión personal es que de nada sirve quejarse de una violación, lo justo y lógico sería que no existiera, por lo menos no permitirla y para ello, todos los argentinos sin importar creencias religiosas, ideas políticas, o etnias, encolumnarnos detrás de una cruzada que nos lleve al respeto de los derechos y garantía constitucionales de todos y cada uno de nosotros, y allí donde encontremos un abuso ó violación en uno solo, salgamos todos a defender lo único que nos puede proteger ante la tiranía…la Constitución Nacional.
Esa misma Constitución tantas veces violada, pisoteada y bastardeada con la omisión cómplice de todo un pueblo que olvida lo que costó conseguirla y a pesar de sus diferentes capacidades intelectuales, todavía no ha entendido que si hoy pueden ir por mí, espéralos que mañana lo harán por ti.
Rubén Gioannini