El senador por la UCR, Ernesto Sanz, decidió no presentarse a la contienda radical del 30 de abril para hacerlo directamente en las internas generales abiertas y obligatorias de agosto.
Esta no debiera ser una noticia de gran destaque si no fuera porque con su actitud condiciona y pone en grave riesgo la posibilidad del armado de un frente de centroizquierda de cara a las elecciones generales de octubre.
A favor de la casi segura deserción de Julio Cobos, el panorama previsible antes de la decisión de Sanz mostraba a un Ricardo Alfonsín claro ganador de la interna y dedicado desde el 1 de mayo mismo al armado de un frente electoral con otros partidos como, por ejemplo, la Coalición Cívica. Así las cosas, existía la chance de contar con un mínimo de 4 meses para conformar la alianzas, dar a conocer el frente y hacer campaña recorriendo el país con el elenco definitivo para octubre establecido.
A partir de ahora, Ricardo Alfonsín contará con serias dificultades para esa tarea ya que seguirá siendo apenas un precandidato y ni podrá cerrar acuerdos y cargos con dirigentes de la propia UCR que hoy están más cercanos a Sanz y Cobos ni tampoco podrá establecer compromisos férreos con otros sectores. Del mismo modo, para Elisa Carrió, por caso, no es lo mismo sentarse a dialogar en busca de consenso y armado con la interna radical aún abierta. En igual situación se encuentran sectores del Socialismo y Proyecto Sur que podrían integrarse a este frente de centroizquierda.
Si los armados deben trasladarse a agosto a la centroizquierda le estaría quedando aproximadamente un mes de campaña presidencial antes de las elecciones, algo que luce como escaso e insuficiente.
Es probable que varios de los eventuales aliados busquen otros rumbos a partir de esta decisión de Sanz.
Los argumentos
Los argumentos de Sanz aparecen débiles. Toma su decisión porque entiende que "para fines de Abril no hay tiempo de conseguir la participación popular necesaria en las internas" algo que se lee como "si voy en Abril pierdo por escándalo", pero que también puede leerse como un temor a que la participación general en esta interna fuera mínima y mostrara a una UCR con muy pocos seguidores.
En primera instancia se lo toma como una estrategia personal para conseguir una mejor nota en las internas de Agosto, y para tratar de posicionarse en un electorado que fuera de ciertos distritos prácticamente ni siquiera lo conoce. No obstante, Sanz sabe que en Agosto pierde igual, y también sabe que con su maniobra perjudica notablemente las chances de la UCR y el eventual frente de centroizquierda para octubre. La pregunta es... ¿ésta es realmente una estrategia de ambición personal o se esconde algo más detrás de la decisión de Sanz?
Las consecuencias
La decisión de Ernesto Sanz no repercute solamente en el seno de la UCR, sino que condiciona las decisiones de otras agrupaciones, desde la conformación de listas hasta incluso eventuales candidaturas a la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pone en el freezer por 4 meses decisiones que debieran ser tomadas casi de de inmediato y contribuye a que la ciudadanía continúe viendo a la llamada oposición como una entelequia débil e indecisa que no tiene un norte fijo ni muestra auténtica decisión de gobernar.
Fortalece la posición del oficialismo e incluso del armado de la centroderecha ya que para cuando el PJ disidente tenga su interna definida entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá, y hasta su eventual alianza con Mauricio Macri a los radicales aún les estarán faltando dos meses para recién decidir su interna.
En resumen, Sanz no quiso presentarse a una derrota segura pero tampoco bajó su precandidatura, y con eso favorece absolutamente a todos los sectores con los que su fuerza deberá enfrentarse en octubre.
Está claro que si Alfonsín y sus eventuales aliados siguen el juego de Sanz condenan al espacio a una derrota casi inevitable en octubre, y a la Argentina a por lo menos 4 años más de hegemonía peronista.
Fabián Ferrante