Las elecciones generales convocadas para el día 23 de octubre de 2011 se definirán, como sucede en todos los comicios, en los últimos 10 días. Hace el pueblo los balances correspondientes y vota. Lamentablemente esto sucederá cada vez con más aturdimiento, producto del enjambre de encuestas, consultoras y barullentos encuestólogos cada vez más mediáticos.
Este ambiente es producto de una demanda inusitada, una necesidad de consumir encuestas, y el debate pasa a ser guerra de ellas, como ya puede verse a 180 días de las elecciones generales. Hay una evidente ansiedad, tanto de los medios, como de los mismos ansiosos votantes.
Las elecciones locales en
Son quizá las elecciones locales porteñas, las que más trascendencia tendrán en la órbita de lo nacional, no solo por ser éste el Distrito Federal, sino por la repercusión que siempre la Capital ha tenido, tanto para la clase política como para el electorado en general. Esta vez, además aún, porque abren el juego de definiciones para las elecciones generales para presidente (nada menos) y para senadores y diputados nacionales.
Se entiende que no hay elecciones de octubre sin elecciones de julio de ésta Ciudad.
No sabemos si en otros lados del mundo ocurrirá lo mismo, pero existe desde comienzos de año una especie de histeria colectiva de los medios, y también entre los allegados, dirigentes partidarios y candidatos, a que las definiciones se den lo antes posible.
Este factor psicológico ha trasmutado las elecciones de Catamarca, Chubut y Salta a niveles de las definiciones que se ansían, cuando en realidad no representa más que localismos, muy diferente a lo que se vivirá en julio, acá en este distrito capitalino.
El calendario electoral consecutivo tiene una influencia decisiva que no se puede soslayar: No hubo elecciones Chubutenses sin las Catamarqueñas, por ejemplo, y no hay elecciones Porteñas sin el impacto emocional y mediático de todas las anteriores.
El carro, adelante del caballo
Nuestro país es el mundo del revés. Las encuestas escriben los discursos, y estos tratan de modelar los proyectos (inexistentes muchas veces) de los candidatos.
No parece este ser el curso lógico, pero en nuestro país fragmentado y mal representado, se coloca la imagen delante de los idearios, las encuestas antes que las alianzas estratégicas, y a través de las mismas encuestas y las especulaciones, se toman las decisiones fundamentales.
¿Demencial? No por ello, menos cierto.
Si tomamos el caso de Pino Solanas, por ejemplo, y su Proyecto Sur, puede verse que su instalación inesperada —obteniendo un segundo lugar en las elecciones de 2009— lo vio proyectarse desde su discurso sólido respecto de la minería contaminante, la recuperación del patrimonio petrolero, y la reinstauración de los ferrocarriles a las provincias. Hoy desde las encuestas, deshoja la margarita porteña. ¿Reconstruirá su discurso para instalarse en lo local?
El dilema de Macri
Macri, por su parte, también hubo de resultar ser un producto de su imagen (presidente de Boca, hijo de empresario, ex secuestrado, etc.) debería plantearse estas debilidades del sistema político.
Ganando el Jefe de Gobierno Porteño el distrito, con un candidato leal a su proyecto, quedaría de frente como candidato nacional, y con la ambulancia política levantando para sí a todos los dirigentes opositores heridos del camino.
Resulta que al pueblo le gusta ganar, por eso mira tanto las encuestas, muchas veces para “opcionar” en vez de elegir. Por dicho motivo, casi todos los candidatos gastan tanto en encuestas, y en especial en las que den los potenciales resultados en donde se vean victoriosos. Victorioso significa que el rival es derrotado, y en consecuencia existe un doble beneficio, se acompaña a los muertos hasta la puerta del cementerio, pero nadie se hace enterrar con ellos.
Las internas, que pueden no ocurrir, dependen del resultado porteño (y de la decisión de Macri).
También, es cierto, que este proceso electoral contará con particularidades. Las alianzas previas, y las potenciales PASO, sigla rimbombante que se le ha dado a las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (internas) las que son una novedad, y mediante las cuales se hará publico qué quiere, que ambiciona realmente, cada uno de los contendientes.
Este sistema ha colocado en vilo a todo el aparato político. Cristina Fernández es la única que puede hacer votar o no, tiene la pluma de la decisión, la carta de oro.
Algunos, muy pocos, ya han tomado debida nota: el más rápido en desenfundar fue “el Alberto”, precandidato a presidente, y actual gobernador de la cuyana provincia de San Luís.
El Alberto, fiel a su estilo político, no tuvo mejor idea que bombardear al gobierno federal fijando sus propias elecciones locales el mismo día de las hipotéticas internas PASO (especulando que ese PASO está aún está muy en pañales, muy lejos de darse, especulando que solo son operaciones pergeñadas para perjudicar a los opositores).
Fijar sus elecciones puntanas para el mismo día que las del potencial PASO, es una manera de mojarle la oreja y desafiar al poder central, un anticipo, un “no lo harás” respecto de las referidas internas.
El Alberto intuye con mucha agudeza que, como siempre pasa y ya pasó, valga la redundancia, que se suspendan dichas internas por única vez si es que a Cristina Fernández no le conviene, llegado el caso, participar, dado que no existirían rivales que se le opongan, sería (para Cristina) como realizar las elecciones dos veces. Doble movilización, doble costo.
Entretanto, parece faltarle a Macri la agudeza política del puntano.
Los K también especulan, y temen, un porcentaje bajo de participación en las PASO (aún hacia ellos), una interna que los encontraría sin rivales, sin entusiasmo y sin necesidad. Carece la innovación de tradición, e intuyen que la falta de masividad con la cual pergeñaron perjudicar a los opositores, les afecte a ellos también. El 90% de los votantes nunca participaron de una interna.
Volviendo al tema de la decisión final de Mauricio Macri, y en caso de que decida bajar a jugar a
Ninguno de los dos escenarios le serían demostrado, dado que la sociedad para bien o para mal, ve con agrado el ejemplo de Inacio Lula Da Silva, quien se presentó tres veces y ganó recién en la cuarta candidatura. Ésta, en definitiva, es una de las opciones más complicadas de hacer en política. Se gane o se pierda, como el mismo Macri parece, y trató de hacer entender al núcleo duro de sus seguidores en el último cónclave partidario convocado frente a una dirigencia más paralizados por el temor de perder el puestito en
Hay diez razones por las cuales el escenario nacional le es más beneficioso a Macri:
1- Elecciones nacionalizadas, y en su contra. Si Macri se baja, es muy probable que se nacionalicen las elecciones locales. Toda la suerte del gobierno nacional futuro, se desenvolverá en este distrito capitalino, pondría sin riesgo ni costo alguno, toda la carne en el asador, toda su fuerza destructiva en acción, y casi sin riesgos a correr.
Hay que notar la influencia en el público que han generado las elecciones en Catamarca o Chubut, y pensemos en las repercusiones de Macri ganando o perdiendo el 10/31 de julio. Nunca se juega el segundo tiempo de un partido antes del primero.
Aquí se jugará a muerte, y todos contra Mauricio Macri (lo mismo que en octubre, será todos contra Cristina) en definitiva una elección es a favor del gobierno, o en su contra.
2- Los cañones para sacarlo de la cancha anticipadamente. Si Macri se baja, los K, seguramente, se le van a ir de cabeza (como hacen siempre hasta contra las locomotoras) creerán que ganarle a Macri en la ciudad les asegura, tres meses después, las elecciones nacionales. Caerán seguramente en este gran error, dado que solo habrán logrado la unificación de la oposición y la seguridad de una segunda vuelta de resultado incierto. Lo único cierto es que el PRO corre riesgo, en este escenario, de una caída estrepitosa y un peor arreglo con el resto del mentado abanico opositor.
3- Autoexclusión de las nacionales.
Si Macri se baja, y además, logra un triunfo, renuncia a derrotar a Cristina en las Nacionales. Luego del triunfo, el pueblo se lo reprocharía, le acusarían avaricia, de parcialismo y de municipalismo.
La política es una lucha agonal, se va por el todo, no por las migajas; cosa que parece, Mauricio, no llegó a captar aún. O sí, pero su entorno le trasmite su temor tal vez a perderse lo curros de
Nótese que la Capital es un distrito anti kircherista nato. El kirchnerismo, será derrotado en segunda vuelta en cualquier escenario y ante cualquier candidato. El fundamento principal de ello no es otro que el horror porteño ante un escenario porteño k, en donde el mimado de la presidente Fernández —Aimeé Boudou— le festeje en la cara el triunfo, de paso, junto con Guillermo Moreno, Hebe De Bonafini, Luis D´Elía y cía.
4- Toda la administración nacional en su contra. Macri jamás se podría bajar, dado que se expone a que todo el gobierno lo lime —desde acá y sin solución de continuidad— hasta el 10 y 31 de julio, lo que lo haría perder seguramente.
En octubre la actitud del gobierno sería muy diferente. No lo van a “aparatear” porque cree, por error (ingenuamente y sobreestimando el factor ideológico, inexistente en el pueblo) que es el mejor candidato para enfrentar —y derrotar— en la segunda vuelta.
5- Desprestigio entre los seguidores. Si Macri se baja, sus seguidores legítimamente podrán pensar dicha decisión como una derrota. Para el pueblo las elecciones son una especie de lucha de gladiadores o un partido de fútbol (lamentablemente).
6- Presunción de “acuerdismo” K. Si Macri se baja, demuestra que tiene un pacto con Cristina Fernández y su gobierno, o por lo menos, deberá desmentirlo ante el resto de la oposición, la cual se alineará en contra (UCR, CC, PJ, Proyecto Sur, & ladriprogresistas varios, etc.).
7- Desarticulación en la interna del pro. Si Macri se baja, solo pierde él, porque:
a- Si bien cumple con el objetivo de unir a la oposición, esa oposición que lo odia, o desconfía profundamente de él (UCR, PF, progres, Duhalde, etc.) tiene toda la intención de cerrar entre ellos, y marginar a los del PRO.
b- Sus adeptos ya habrán conseguido la banca. A pesar de la derrota, el PRO colocará no menos de 15/16 legisladores y 4/5 diputados nacionales, y muy probablemente frente al cadáver piensen en independizársele, como ha pasado ya con el PI,
No bajándose, obliga a la obediencia unificada de su tropa, que al no tener juego propio (ni territorial ni estamental) debe callar y cumplir las órdenes y las instrucciones a pie juntillas hasta octubre cuando menos. En concreto, poner los patitos en línea.
8- Riesgo personal de la derrota. Si Macri se baja, solo logrará generar por él mismo el único escenario de derrota real potencial en el Distrito Federal, que es presentándose.
Por otra parte, ni Michetti, ni Larreta (las dos potenciales alternativas PRO) tienen per se la desventaja de ir a debates ni a tener que defender su gobierno. Construirían una nueva administración en lo formal, por más que en lo real sea una continuidad, algo parecido al cuento de Néstor Kirchner con Cristina Fernández.
Macri, en cambio, debería defender una gestión plagada de ideas y vueltas en donde, siendo el Gobierno de
9- Fuga de votos: la pérdida de la senaduría 2007 a manos de Elisa Carrió. Si Macri se baja, la gran beneficiaria de ello, indudablemente, será Carrió, quien cosecharía sus votos para octubre (siempre va de menos a más). No irán sus votos a
10- Perder proyección futura. Por último, si Macri no se baja, aún perdiendo el ballotage en octubre, se podría consolidar como oposición. No solo eso, quedaría en buena posición como para pensar en enfrentar al candidato de un PJ ya sin Cristina, en 2015. De llegar al ballotage obtendría por lo menos el 40% de los votos de dicha segunda vuelta.
Resulta muy difícil un escenario de re-reelección de Cristina Fernández para dicho cuatrienio, dada la composición potencial con la cual quedarían constituidas las Cámaras convocantes a dicha Convención Constituyente, con lo cual los potenciales candidatos del PJ-FpV serían, hasta hoy, Daniel Scioli (o sus restos) Juan Manuel Urtubey, u otro de perfil más moderado.
Toda decisión a favor de una candidatura porteña debería serle atribuida a las presiones del entorno de quienes se sienten muy cómodos en sus sillones de burócratas de
Eso sí, los que se animen a alentar a Macri a sostener su candidatura nacional a presidente de la República, deberán darse una tarea durísima: convencerlo de que en la política, hay que hacer.... política.
José Terenzio