La situación económico-financiera de Grecia constituye un factor crucial para el destino del euro.
Conforme a las últimas informaciones obtenidas por los auditores de organismos internacionales, la deuda de ese país superaría el 166 % del PBI, y el déficit alcanzado sería mayor al calculado originalmente.
El actual panorama está generando fuertes debates entre analistas y técnicos que, por un lado reconocen el enorme riesgo que implica la ayuda. Sin embargo, parecen no encontrar más salida que la reestructuración del crédito a partir de la asunción de pérdidas por parte de las instituciones como el Banco Central Europeo y los tenedores de bonos.
Por su parte, éstos últimos opinan que una cesación de pagos, desencadenaría una crisis más grave que la suprime del 2008.
En este contexto, la decisión unánime parece ser la ampliación de la ayuda inicial por parte del FMI a Grecia, aunque a esto se suman los montos que deberá desembolsar para ayudar a Portugal e Irlanda antes de fin de año.
En el caso de ésta última, los ministros de la CE, están estudiando posibles rebajas.
Para Portugal, es Finlandia la que exige ciertas condiciones para el rescate. Por ejemplo, pide que Portugal acuerde con sus inversores privados y que garantice los beneficios recibidos por la venta de bienes públicos.
Además de esto, determina requisitos puntuales para ampliar el Fondo Europeo de Estabilidad y regular sus mecanismos a partir de 2013.
Mientras tanto, los países emergentes, y potencias como los EE. UU. y Canadá, siguen manifestando su malestar porque el Fondo ayude tan especialmente a la Eurozona.
La causa de esta solidaridad parece vincularse con el acuerdo entre los países de la CE y USA, es decir, que el FMI esté dirigido por europeos y el Banco Mundial por estadounidenses.
Si EE. UU. y Canadá se quejan por las consecuencias de estas políticas ¿cómo será entonces el futuro para los países emergentes?
Justo ahora, que el gobierno argentino aparentemente tendría intenciones de dar a conocer una “importante” noticia en los próximos días relacionada con deudas y reestructuraciones. Y dinero fresco, por supuesto.
Aunque habrá que esperar aún el resultado de varias negociaciones y el momento conveniente para dar a conocer la ¿buena nueva?
Nidia G. Osimani