Existe una discusión bizantina en torno a la diferencia conceptual entre estrategia y política. Algunos autores consideran que ambas disciplinas se vinculan de igual modo. Otros en cambio, sostienen que la política está subordinada a la estrategia. Y finalmente hay quienes creen que es la estrategia la que se somete a la política.
En ninguna de las tres posturas se tiene en cuenta que la desarticulación del proceso decisorio (objetivo-política-estrategia), no es posible en el mundo real; sino que la estrategia y la política permanecen constantes en la formulación de objetivos.
La praxeología entonces, emerge inútil frente a tanto accionar desmesurado y caprichoso, devolviéndonos los resultados finales que tenemos en los últimos años.
Lo concreto es que el modelo k es una farsa, aunque sus defensores a ultranza sigan empecinados en hacer creer lo contrario.
Superada la crisis del 2001, pueden diferenciarse dos períodos en Argentina, desde el 2002 hasta el 2007 y desde 2008 al 2011.
Durante el primero la economía global atravesaba por un muy buen momento, y a nivel doméstico teníamos superávit fiscal real, superávit comercial, tipo de cambio depreciado y bajas expectativas inflacionarias.
En el segundo, ya con la Sra. Cristina Fernández en la Presidencia de la Nación, empezó a desacelerarse el crecimiento de la economía, a perderse competitividad, a incrementarse la inflación, lo que apreció de manera constante el tipo de cambio real, creció la variable inflación, se manifestó el déficit fiscal y disminuyó el superávit en cuenta corriente. Llamativamente en un contexto mundial favorable para las economías de los países emergentes.
Así por ejemplo, en el “Sector Público” se compone de: a) el Resultado Fiscal, b) Inversión Pública; c) Deuda Pública; d) Los subsidios a las empresas.
En el “Sector Real”: a) Crecimiento; b) Desarrollo; c) Niveles de pobreza; d) Empleo; e) Inversiones; f) Energía.
En el Sector “Financiero y Monetario”: a) Tipo de cambio; b) Inflación; c) Crecimiento de la actividad empresaria.
Y en el “Sector Externo”: a) Balance de pagos; b) Comercio Exterior; c) Reservas Internacionales; d) Indicadores Oficiales.
Sector Público
a) Resultado Fiscal: pasó de superávit en 2008 a déficit en 2009 y 2010 originado en el incremento sin presupuestar del gasto público. Es decir gastos por fuera del presupuesto y sin control.
Mientras en 2006 y 2007 hubo un superávit de casi un 1,8 % y 0,2 % del PBI respectivamente, en 2008 el déficit fue del 2,6 y en 2010 alrededor del 2 % del PBI.
El financiamiento de ese déficit se cubrió con fondos del traspaso del sistema previsional, y reservas y utilidades del BCRA, entre los más importantes.
b) Inversión: mediante el discurso del modelo keynesiano y la necesidad de intervención estatal, lo que se hizo fue beneficiar con infinidad de licitaciones para diversas finalidades solo a socios o amigos del poder político de turno, ahondando más las desigualdades sociales, enriqueciendo aún más a un grupo reducido de empresarios-socios del oficialismo.
c) Deuda Pública: si se leyera correctamente el desendeudamiento, habría que reconocer el dislate de los fondos previsionales vinculados a la licuación de las jubilaciones que exceden el haber mínimo, es decir, los pasivos contingentes (generadores de futuras erogaciones del Estado a causa de juicios).
Como el gobierno ignora los fallos judiciales en materia previsional, no contabiliza importes que en realidad hacen que la deuda sea hoy de más de un 55 % del PBI, es decir, 10 puntos más de lo que dice oficialmente.
Es cierto que la relación deuda-PBI decreció en un 46 % a causa del incremento del PBI en dólares. Pero este incremento del PBI tuvo lugar fundamentalmente porque la inflación hizo apreciar el tipo de cambio real.
La deuda pública en realidad se incrementó nominalmente en casi 20 mil millones de dólares, esto es, alrededor de n 13 % entre 2007 y 2009, y este ascenso superó inclusive su valor en dólares antes del default.
Comparativamente es posible afirmar que hoy la Argentina está entre los países más endeudados de la región.
c) Entre 2007 y 2010, estos subsidios a empresas se incrementaron en casi un 200% en términos nominales, y un 60 % en términos reales. Los mismos incluyen transporte, agua, producción agroindustrial y energía.
Como puede verse, el discurso oficial corre por un carril y la realidad corre por otro opuesto. Como dijo alguien alguna vez, no se puede tapar el sol con un dedo.
Nidia G. Osimani