Que el kirchnerismo está en caída libre y nada ni nadie lo puede parar, lo demuestra en estas horas la aceptación de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble de someterse a los exámenes genéticos para ser comparados con las muestras de los desaparecidos durante la última dictadura militar.
El espectro K se conmovió por esta noticia y deduce que algo raro ocurre. Su estrategia contra Clarín se desmorona, aunque sea en parte.
Casualmente, o no, el autor de este informe se encontró hace unas horas con un ex diplomático paraguayo, operador en la Argentina del ex dictador vitalicio, Alfredo Stroessner.
El hombre con quien hablamos tiene mas de 80 años, se mantiene erguido y fuerte como hace un cuarto de siglo, cuando intermedió en Asunción para que este periodista, en ese entonces trabajando en La Prensa, pudiera entrevistar al genocida paraguayo, a quien en la intimidad llamaban y siguen llamando “El Rubio”.
Stroessner era una persona desagradable para estar “face to face”. Arrogante y soberbio. Pensar que este personaje fue amigo de Juan Domingo Perón y admirado por sus empleados domésticos más trascendentes: Héctor J. Cámpora y José Lopez Rega.
“¿Quiere saber algo que le va a interesar?”, dice el ex diplomático retirado.
“Siempre quiero tener primicias, Don Alfonso…” (tiene otro nombre, al cual lo resguardamos para que la inteligencia de Cancillería no lo encuentre entre sus archivos diplomáticos y lo pueda perjudicar).
Y ahí soltó la bomba de fragmentación: “Felipe Herrera, el hijo de la señora Herrera de Noble, es fruto de un matrimonio paraguayo, que lo entregó… no sé si hubo dinero en el medio, porque no lo podían mantener… No sé si la adopción fue legal, pero como lo pidió alguien muy importante del gobierno argentino… ‘El Rubio’ (Stroessner) hizo supervisar directamente que todas las gestiones estuvieran en orden, al menos del lado paraguayo...”.
Le preguntamos si podía ser de algún matrimonio paraguayo que fueran detenidos-desaparecidos, o en la Argentina o en el marco de la Operación Cóndor —represión conjunta de las dictaduras en todo el Cono Sur— en otro país.
El hombre no recuerda detalles con precisión, pero en los que sí le funcionan las neuronas es categórico:
“No, definitivamente Felipe Herrera no es hijo de víctimas de la represión. Don Alfredo (Stroessner) no permitía tomar chicos como rehenes del Estado. En eso era muy firme. Y si no me falla la memoria, el pedido de encontrar un hijo para adoptar por parte de la dueña de Clarín comenzó durante el gobierno de Perón que fue derrocado en 1976. Se dio la posibilidad con este chico creo que en 1977, pero la solicitud estaba desde antes…”
Se le preguntó al ex diplomático sobre Marcela Herrera, la hermana de Felipe, pero su respuesta también fue tajante: “De esa chica no conozca nada, solo le puedo hablar con certeza de Felipe…”.
La charla fue hace horas, la noche anterior que se supiera que los hijos de la dueña de Clarín accedían a comparar sus patrones genéticos con el banco de datos para comprobar su filiación.
Y una breve historia de nuestro amigo paraguayo. A mediados de los 80, Alfredo Stroessner le ordenó investigar un personaje que estafaba a los residentes paraguayos en la Argentina. El presunto estafador, también paraguayo, fue descubierto y a punto de que una banda de policías paraguayos le dieran caza cerca del barrio de Once, fue salvado merced a una operación de inteligencia ordenada por el jefe de la SIDE de Alfonsín, Facundo Suárez, quien estaba al tanto de la intrusión paraguaya en Buenos Aires.
El estafador de marras, era un personaje siniestro para la colectividad paraguaya en Buenos Aires. Su apellido: Ibarra. El nombre de sus hijos: Vilma y Aníbal.
Elvis Presley no murió. La buena memoria tampoco.
Felipe Herrera no dará compatible con ningún desaparecido en la Argentina. Otro peldaño en la caída irremediable del kirchnerismo y sus aliados.
Jorge D. Boimvaser