Verano europeo de 1994. Calor intenso. La gente caía muerta por deshidratación como caen los palos del bowling de “La noche del domingo”. En Paris y Atenas lo peor de la condición humana. Las familias pudientes se alejaban a las campiñas y dejaban a sus ancianos desguarecidos. Conclusión: murieron miles de ancianos desnutridos y mal ventilados.
Nunca supe que estaba haciendo yo por Madrid en aquellos días. O lo mejor de la mente es no querer recordarlo. Pero ahí estaba. Tomando unas cervezas (unas cuantas, bastantes…) con un ex compañero de lo que fue el PO en los años `70. Se llamaba entonces “Política Obrera”, y tuvo una camada de economistas brillantes que emigraron a España después del golpe militar de 1976.
El encuentro causal con este hombre y en medio de los vicios compartidos alguna confesión inolvidable: “Una delegación del Partido Comunista Argentino estaba cerrando un acuerdo con un sector de
“¿Qué acuerdo? ¿De qué se trata...?”
El hombre tenía la información fragmentada, pero la tomé igual.
“¿Recordás algo, sabes la historia de una tal María Maggi..?, pregunta inquieto.
Me sonaba solo a la distancia. Para hacerla corta: María “Maggi” de Magistris fue el nombre falso con el que fue enterrada Eva Perón en Europa después de la caída de Perón en 1955.
Ese verano español había una trama conspirativa que montaba el Opus Dei con una mujer cuyo pasaporte estaba a nombre de María de Magistris, pero que había adoptado otra identidad: Martha Holgado.
Esa mujer obesa, simpática, grandota y siempre vestida de negro reclamaría para sí la supuesta heredad por ser hija —decía— de Juan Domingo Perón.
Contado entre las cervezas a full y las tablas de mariscos madrileños, parecía ser más un delirio soporífico que una noticia digna de ser publicada.
Estábamos en lo que se llamaba “la ruta del bacalao”. Una recorrida por varias fondas a lo largo de toda la noche. Se comía poco en cada una y se tomaba mucho. Eramos borrachines, pero no estúpidos que congeniabamos con cualquier info.
El Opus Dei español entregaba una fuerte suma para que un abogado del Partido Comunista Argentino se presentase a la justicia de Buenos Aires, y en representación de Martha Holgado la proclamara hija legítima del general Perón.
No sabemos cómo fue el concurso, pero el agraciado resultó ser un personaje siempre serio, tímido, muy formal en vestimenta y tan educado como un Lord inglés. Su nombre: Eduardo Barcesat. El jefe del Comunismo argentino, Patricio Etchegaray (último Secretario General bendecido por el Kremlin antes de la caída del Muro de Berlín) monitoreó los pasos de Barcesat hasta la sede del Opus Dei y desapareció sigilosamente. Para quienes no tienen presente la historia de España de los últimos 70 años, aquí vá un pequeño recordatorio. Fue la parcela del catolicismo ibérico que más apoyó la dictadura de Franco y su política criminal contra la izquierda española. El Opus fue cómplice de miles de asesinatos. Recordar a Federico García Lorca y con eso alcanza. Sentarse a la mesa del Opus español e irse con una valija repleta de dinero, y llevar adelante una operación secreta en
Hasta entonces era solo un cuento gallego. De regreso a Baires le conté a Samuel Gelblung —conductor que hacía poco largaba en
Chiche sabe de mi locura incurable, pero siempre me revisa la boca y conoce de sobra que el vidrio no es mi alimento favorito.
Un detalle para los impacientes: nunca supe porqué el Opus Dei jugó a que Martha Holgado-María de Magistris fuera reconocida por la justicia argentina como la hija legítima de Juan Domingo Perón. Podría fantasear con miles de teorías, pero sería pisar en falso y eso no corresponde. Desde ya, no era cuestión de dinero. Ya no había ni fortuna de Perón ni botín alguno que pudiera echarse mano.
El abogado de María Estela Martínez de Perón sospechaba de una maniobra instada por ex miembros del Servicio de Inteligencia del Ejército, pero Atilio Neyra tampoco intuía la finalidad.
Al final llegó el día en que Eduardo Barcesat llevó el tema a
El órden en que colocó en el estudio a los personajes nunca lo entendí. El primer plano obvio era para Martha Holgado. En una punta su letrado Eduardo Barcesat y en diagonal, algo lejos, me ubicó a mí.
Obvio lo dejé hablar y en cuanto fue mi turno me le tiré a la yugular.
“Usted viene de cobrar una fortuna del Opus Dei español por hacer esta parodia…”... ¿acaso lo niega, doctor...”.
“…Bueno, no es tan así. La señora está ligada a la iglesia española y ellos me contrataron”, dijo palabra mas o menos Barcesat. En la videoteca de Gelblung y del Canal 9 están estos tapes de antología. Aunque ahora que los K se adueñaron del canal, difícil que lo saquen a la luz.
La iglesia española sigue manejada por los clérigos del Opus, y nadie en el mundillo de la información lo desconoce. La cúpula del partido Comunista Argentino había participado de esta operación, pero a Barcesat lo dejaron solo frente al escarnio que significaba tomar el té de las cinco en Madrid con los herederos de Josemaría Escrivá de Balaguer. Y traer de esa merienda muchos millones de dólares para una causa extraña, misteriosa y obviamente conspirativa.
Ese programa de “Memoria” fue un viernes. El sábado a la tarde en el número telefónico de la casa de mis padres (única línea a nombre de Boimvaser que figuraba en guía), una llamada dejaba un número para comunicarse que alguien de la familia había ganado un viaje a España.
Al rato, obvio, estaba llamando para hacerme del premio (imaginaba mas “rutas del bacalao”...) y mi sorpresa fue cuando me dijeron —sábado a la tarde—, que un director del Opus Dei quería entrevistarme lo antes posible en Buenos Aires.
Tomé las previsiones del caso y horas más tarde me encontraba de frente con un muchacho rubio, apenitas despeinado, rozagante y con ese rostro de Sprayette tipo nunca me duele nada…
Se me solicitó confidencialidad y algo más. Un viaje a España y a la sede del Opus solo a cambio que nunca más mencionara que esa orga ultraderechista apoyaba con dinero y otras especies al tándem Martha Holgado-Eduardo Barcesat.
El chico sonrisa Sprayette (y algo de esa mueca siempre estúpida del Coqui Capitanich) estaba dolida con la difusión del asunto, pero disimulaba no demasiado bien.
“Nada de hablar del Opus Dei y Barcesat-Marta Holgado… ¿está bien?”... Si consentía tenía el pasaje a Madrid, la hotelería y pesetas en el bolsillo. Pedí tiempo para pensarlo y ya en la calle hice un cruce de mangas a las cámaras de seguridad y seguí mi rumbo.
La historia fue que jamás la justicia pudo corroborar la identidad de Martha Holgado, quien murió hace cuatro años. Las charlas con la regordeta y simpática mujer quedarán en mi recuerdo y no las haré públicas.
Hoy Eduardo Barcesat, a quien no le daba asco sentarse con los genocidas españoles, le dice a la justicia que quiere hacer querellantes en la causa Schoklender a las Madres de Plaza de Mayo... Sin dudas que el ex partido comunista no le hace asco a nada, pero su razonamiento es un tanto absurdo.
Es como si Eduardo Emilio Massera se presentara como querellante contra “el rubio” Astiz y
“Esto es
Jorge D. Boimvaser