¿Qué importancia tiene que el dólar valga 5 pesos, la nafta suba a 8 pesos el litro y el costo de vida real supere el virtual? Ninguna.
Tampoco importa ya el saqueo de Madres De Plaza De Mayo S.A. por parte de Sergio Schoklender y su anciana partenaire HP De Bonafini. En la Argentina de hoy, el gran problema es que River Plate se vaya a la “B”.
Todos los demás escándalos ya fueron tapados por ese espeso manto compuesto por cenizas reales y cortinas de humo virtuales, de acuerdo con la inexorable regla que toda cosa mala es tapada por otra peor.
En este país ya se instaló el populismo clientelar, por lo que se dejó de lado la cultura del trabajo, siendo los únicos imbéciles que trabajamos de verdad quienes mantenemos a millones de desocupados que sin embargo tienen ingresos garantizados por el kirchnerismo cleptómano que, en una especie de mea culpa, distribuye lo ajeno en favor de quienes pueden darles los votos que necesitan para continuar su voraz e insaciable festín.
La frágil memoria de los argentinos hace empalidecer al protagonista del famoso fil Memento, quien padecía una alteración amnésica que lo descolocaba temporalmente, pues nuestra realidad sucumbe ante lo virtual, confundiéndonos al extremo de anestesiarnos hasta paralizarnos.
¿Cómo, sin esta morbosa alteración de nuestros sentidos, podemos explicar el masoquismo innato que nos hace soportar las aberraciones que estamos viviendo desde el mismo 25 de mayo de 2003 hasta ahora? ¿Cómo dejamos que se destruyeran nuestros más elementales principios? ¿Cómo permitimos la degradación perniciosa que está destruyendo los cimientos de nuestra Patria?
¿Por qué soportamos estoica y cobardemente que una insana nos gobierne? ¿Ya nos olvidamos de la sospechosa muerte de Juan Castro? ¿O de los desaparecidos fondos de Santa Cruz?
Sólo la perversa instalación de un mecanismo subliminal idiotizante, como el Fútbol para Todos o la tinellización prostituyente, podrían explicar tan tremendo fenómeno, sin por ello justificarlo.
Se han banalizado el respeto y el principio de autoridad, cobijando piquetes, usurpaciones y desobediencias hasta de fallos de la Corte Suprema, sin reacción alguna. Prueba de ello es que el gobernador Daniel Peralta aún sigue sin reponer en su cargo al eyectado procurador Eduardo Sosa, víctima de la furia del desaparecido con presunción de fallecimiento, el omnipresente Néstor Carlos Kirchner.
¿Nos olvidamos Bonafini orinó en la Catedral y echó de la Plaza de Mayo a ciudadanos bolivianos que reclamaban por el asesinato de uno de sus paisanos, y hasta llegó a sostener que estaba bien tomar comisarías tildando de turros a los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y es la misma madre putativa de todos, según el difunto, la adoptante de los parricidas, malditos y traidores, Pablo y Sergio Schoklender, hasta dos horas antes de estallar el escándalo sus leales laderos?
¿Tan domesticados estamos que nos someteremos a otros cuatro años de latrocinio kirchnerista?
Enrique Piragini