Se arregló los bigotes de foca, colocó la chapa plateada de sheriff en el corazón e impartió algunas órdenes presurosas. Faltaba poco para el mediodía del martes 31 de agosto, y era imprescindible mostrarle a su amigo, el Presidente, y a la sociedad toda cómo un duro sabe hacer las cosas. Es que Aníbal Fernández necesitaba demostrar a propios y extraños, que él no es ningún improvisado en la ríspida tarea de imponer seguridad. Si la gente bien y pensante, con Blumberg a la cabeza, se queja del caos y del descontrol en las calles, lo mejor es brindarle la imagen de un duro capaz de hacer frente a lo que venga sin que le tiemble la mano.
Y vaya que lo demostró, pues como ejemplo quedaron un centenar de detenidos el día mencionado, y 14 arrestados el sábado 4 en Caleta Olivia después de una feroz caza del hombre.
El blanco de la oleada represiva del ex puntero duhaldista de Quilmes, son las organizaciones de desocupados y posteriormente serán todos aquellos que no comulguen con el credo pingüinero.
“Evidentemente, el Gobierno ha pasado a una etapa de dureza en su relación con las agrupaciones piqueteros. Ante la consulta de Clarín, tres funcionarios admitieron ese fenómeno: 'Desde que Aníbal Fernández se hizo cargo de la seguridad, el Presidente bajó la directiva de sacar el conflicto social de las calles', explicaron.”, según una nota de Fernando González del domingo 5 de septiembre. El eufemismo de “sacar el conflicto social de las calles”, no es otra cosa que imponer el orden mediante cualquier método al alcance; incluyendo la utilización de servicios travestidos como revoltosos, policías de civil con palos y brigadas volantes que siembren el terror en las barriadas humildes.
Para esta tarea sucia, no ahorraron ningún detalle e inclusive aceitaron la maquinaria duhaldista del conurbano para que todo salga de rechupete:“Tanto Kirchner como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el secretario de Seguridad, Alberto Iribarne, han puesto especial atención con reforzar la coordinación con las fuerzas de seguridad (destacan una relación más fluida con la Policía bonaerense), con el Poder Judicial (por eso el aumento de las detenciones), y con los gobernadores y los intendentes del GBA.
En este último rubro, los funcionarios mencionan la importancia de haber restablecido la relación con Eduardo Duhalde, quien mantiene un grado de influencia importante sobre una buena cantidad de gobernadores e intendentes peronistas.”, sigue puntualizando el referido artículo.
Pero esto fue confirmado con creces por la mismísima Hilda Chiche Duhalde, quien no ahorró elogios al hombre fuerte quilmeño:“Es un hombre con experiencia de gestión y la demuestra en el accionar. Por eso uno ve un cambio de actitud, de tratar de poner orden, simplemente poner orden”.
Esto resulta interesante, puesto que cabe recodar la responsabilidad directa de Duhalde en la matanza del Puente Pueyrredón, cuya investigación duerme el sueño de los justos en algún cajón del oficialismo.
El camino a seguir
Con tal de hacer bien los deberes encargados por su amigo Kirchner, el bueno de Aníbal Fernández no le hace asco a nada. Pero a veces su celeridad en hacer los mandados presidenciales, tiene ribetes de ópera bufa. A pesar de que la represión del martes pasado tuvo su habitual club de fans -esto desprendido de un recuadro de Walter Curia donde constata que “la represión a los violentos fue recibida casi con satisfacción en la calle y elogiada por buena parte de la prensa”-, hubo muchos que no se tragaron el sapo. Entre ellos Elisa Carrió, quien en La Cornisa destacó que la prestancia de Quebracho también se hizo presente el 28 de diciembre de 2001 antes de echar a Rodríguez Saá. Recordó que el descontrol ocasionado en las puertas de la Casa Rosada y en el Congreso Nacional, le vino como anillo al dedo para que la runfla de gobernadores justicialistas le patearan el trasero al arrogante puntano.
Otro de los sucesos risibles, fue que la orden de detención de José Martín Soraide, el piquemonto agresor de febrero pasado en la esquina de Carlos Calvo y Bernardo de Irigoyen, estaba a nombre de otra persona y pudo zafar. Según el mencionado matutino,“en un hecho con ribetes insólitos, el hombre que agredió a un taxista durante una manifestación en la 9 de julio en febrero fue arrestado ayer (viernes) por la Policía y liberado poco después por un error en la orden de detención.
El papelón también rozó al Gobierno, que se encargó de difundir con generosidad la detención y que, sólo un poco más tarde, tuvo que admitir que el hombre ya estaba libre. El problema fue que la orden de detención estaba librada a nombre de Roberto Carlos Palleros, mientras que el agresor del taxista se llama en realidad José Martín Soraide.”
Esta confusión, demasiado oportuna por cierto, es la frutilla que corona la torta. Pues el sujeto de marras, es integrante no del mentado Quebracho sino del MTD Evita, liderado por el ex montonero y actual pingüinero Emilio Pérsico. Esta gente participó del cónclave oficialista de hace un par de meses en Parque Norte, y nadie los molestó cuando vivaban a rabiar al elenco estable del kirchnerismo.
Cuando se escriben estas líneas, el cuestionado líder del FTV Luis D´Elía aseguró que podría ir a prisión en 24 horas por la toma de la Comisaría 24; mientras que la investigación por el crimen del Oso Cisneros entra en letra muerta y los 16 vendedores ambulantes por los sucesos del 16 de julio continúan detenidos injustamente.
Todo lo anterior, hace remitir a unos luctuosos sucesos ocurridos en el país hace 20 años. Cuando una porción importante de la sociedad le pidió el restablecimiento del orden al tambaleante gobierno de Isabel Perón, otro pelado siniestro –José Brujo López Rega- instauró la paz de los cementerios bajo la égida de la AAA.
Si bien hay que tener cuidado con las similitudes, no sería nada extraño que la represión se vayan radicalizando hasta desembocar el canales poco ortodoxos. Pues nunca se sabe, el cariz que este tipo de acontecimientos puede tomar en una realidad tan compleja como la argentina.
Fernando Paolella