Si algo alarma a China por estas horas es la posibilidad de que los EE. UU. caigan en default. No solo porque el país del norte es el mayor destinatario de sus exportaciones, sino que a su vez el país asiático, resulta el mayor tenedor de bonos estadounidenses.
Si los EE. UU. entran en cesación de pagos, China se derrumba porque su economía cae necesariamente en recesión.
El Departamento del Tesoro norteamericano difundió en los últimos días un dramático comunicado acerca de las nefastas consecuencias que traería aparejada la no elevación del techo de la deuda nacional. Otra crisis financiera sería inevitable, pero de características aún más profundas que la anterior, perdiéndose millones de puestos de trabajo y años de ahorros.
El “límite del endeudamiento” es el monto máximo que el Gobierno de los Estados Unidos tiene permitido por ley para afrontar sus gastos. Con estos fondos paga, entre otras cosas, el sueldo a los militares, la seguridad social, las devoluciones de Hacienda y la salud pública del sector pasivo.
El problema para China es que ningún otro país del mundo tiene tanta cantidad de bonos soberanos estadounidenses, y frente a la cesación de pagos, sería el mayor perjudicado.
Asimismo, si el Ejecutivo norteamericano consigue subir el techo de la deuda, es decir, endeudarse más, eso redundará en el incremento del precio de las materias primas que consume China porque presionará el valor del dólar.
Por lo pronto, China ya ha comenzado a contraer su economía, y está evaluando tomar en lo inmediato medidas tales como reestructurar sus reservas en dólares, importar más, exportar menos e invertir más en el extranjero.
Lo cierto es que una Casa Blanca demócrata intentando llegar a un acuerdo con un Congreso republicano antes del 2 de agosto para evitar el tan temido default no es algo sencillo de conseguir.
Si bien las agencias que miden el riesgo país aún califican a los EE. UU. con la mejor nota, muchos expertos consideran que la baja del rating es solo cuestión de días porque la economía de ese país seguirá retrocediendo.
Si los EE. UU. no se siguen endeudando no podrá pagar sus deudas, pero ese endeudamiento se hace cada vez más difícil dada su capacidad real para asumir nuevos compromisos.
Lo cierto es que, la sola idea de un default técnico, esto es, retrasar los pagos de intereses por un tiempo, es entendido por los chinos como “jugar con fuego”, ya que la mínima exteriorización de incumplimiento por parte de los EE. UU. implicaría desestabilizar la economía mundial. Aunque existen algunas razones específica inductoras del supuesto de que la sangre no ha de llegar finalmente al río.
Nidia G. Osimani