Recordemos la elección de hace unas pocas semanas atrás. Ante el triunfo de Macri el oficialismo buscó justificar su derrota de mil formas diferentes, inclusiva, disfrazándola de victoria comparándola con los guarismos de elecciones de años anteriores.
Las argumentaciones y aclaraciones entraron sin duda en lo insólito y ridículo, inclusive en graves faltas a los modales civilizados y a la educación más elemental.
La Presidente en aquella ocasión debe haber caído en una profunda rabieta histérica y como le es usual, desapareció de la escena pública. Seguramente una profunda depresión originada por su trastorno bipolar. Se olvidó de felicitar tanto a Macri como a su propio candidato, el perdedor en esos comicios, pese a los denodados esfuerzos realizados por este.
Lo mismo ocurrió con sus voceros más cercanos e importantes, desde el impresentable Jefe de Gabinete, el ministro de Economía y el de Interior entre muchos de los militantes y partidarios del kirchnerismo. Se buscaba descalificar y agraviar a los ganadores y despegarse de sus propios candidatos por su derrota.
La nota la dio un acaudalado cantautor con un exabrupto e insulto casi inconcebible en una persona civilizada, a los que no votaron al candidato del gobierno.
Pero pareciera que la abrumadora y arrolladora victoria del día domingo lograda por Macri y su equipo —que volvieron a imponerse en la totalidad de las comunas porteñas por cifras muy elevadas y contundentes— obligó a los asesores de imagen de la presidente a exigirle que cumpla con los modales y educación que ella, como presidente de todos los argentinos le debe a los ciudadanos que votaron a Macri. Felicitó a Macri por su holgado triunfo.
¿Le habrán explicado a Cristina que lo cortes no quita lo valiente?
Inclusive su adversario en las elecciones reconoció su derrota y felicitó al vencedor. Pero el resto de los funcionarios no abrieron la boca, excepto el Ministro del Interior, Florencio Randazzo que expresó el éxito del PRO estaba relacionado con la pelea que el oficialismo tiene con los medios. Hubiera sido preferible que no hubiera abierto la boca antes que decir semejante disparate.
La gran duda que subsiste ante la felicitación de Cristina a Macri es si se debe a un cambio de estrategia o que la contundencia del arrollador triunfo del Pro sobre el partido oficialista la obligó a comportarse, no como una resentida, sino con modales y educación de una persona racional y educada.
Alfredo Raúl Weinstabl