Estamos en tiempos de tener que ir varias veces a las urnas a votar por la elección de los candidatos a distintos cargos de gobierno, y sin embargo, la mayoría de la gente no sabe por quién hacerlo.
Atravesé varias elecciones y mi postura fue siempre de que, al ser un acontecimiento de importancia, se debía tomar con responsabilidad y por eso, se debía hacer un examen personal sobre qué pensaba cada uno sobre la vida, nuestra sociedad y lo que esperaba del futuro, y con esa respuesta, buscar en los programas y sus candidatos a aquél que se aproximara más a su visión y a ese partido depositarle su voto.
Pero los años pasan y a través de la experiencia uno va afianzando o cambiando de parecer, y hoy puedo decir que ya no pienso lo mismo. Es decir, creo que hacer eso sería lo más correcto, siempre y cuando las personas o partido a elegir expresaran claramente su programa de gobierno y luego lo cumplieran, o sea, que fueran fieles representantes de las necesidades de la gente, cumpliendo lo mandado por la Const. Nac.: “El Pueblo no gobierna ni… etc.”. Pero veo que los pretendidos representantes no lo son realmente, ya que, una vez convertidos en gobernantes gracias a nuestro voto, hacen lo que se les ocurre según sus intereses personales y corporativos, ignorando al Pueblo a quien ni lo consultan ni le rinden cuentas, pasando a convertirse en sus Dictadores, ya que solo ellos “dictan” lo que se debe hacer.
Y por eso concluí que, esa manera de actuar, dista mucho de ser como se pretende, una Democracia, y se trata sólo de una farsa electoral, mediante la cual se obliga al Pueblo a votar para así tener nuestro aval y decir que gobiernan en nuestro nombre, pero en la práctica no es para nada un “Gobierno del Pueblo”, ya que, una vez que votamos, debemos volver a nuestras tareas y aguantar por 4 años las ocurrencias buenas o malas del gobernante, para una vez cumplido ese plazo, con otro voto, permitir que continúe o no, pero sin el derecho a exigirle una rendición de cuentas o bien un Juicio Político. Limitándose así sólo a eso nuestros “derechos políticos”. Con lo cual se puede afirmar sin temor a equivocarse que, la pretendida Democracia actual no es otra cosa que una verdadera Dictadura Política.
Resulta así indignante ver en lo que se ha convertido la política: de la "polis" o sea la "vida de la ciudad, la vida social", los políticos "profesionales" la han transformado en una vil disputa el “Poder”. Y así, lo que es “la capacidad de accionar" de la gente, lo han asumido ellos y lo han convertido en la "capacidad de dominio". Lo cual da como resultado la apatía y adormecimiento del Pueblo agotado ante tanta falsedad e imposición, lo que ha provocado su retiro a la tarea de la subsistencia personal y la resignación a la limitación de sus derechos políticos, que han quedado resumidos al análisis de lo que hacen los políticos y al acto electoral, perdiendo con ello la conciencia y sentimiento de unión y defensa de sus derechos. Con lo cual ha muerto la democracia.
Por eso, a la pregunta ¿a quién votar?, hoy la respondo así: nada se gana con analizar los programas pues no se cumplen y peor aún, ni se dan a conocer, y ante las elecciones se limitan a presentar la cara de los candidatos en afiches con eslóganes vacíos y huecos. ¿Podemos conocer así a los candidatos y garantizar su decencia y el cumplimiento de los mandatos? Claro que NO. Y terminamos polarizando la elección entre el “menos peor” para que no gane el “más malo”. Entonces, ¿qué hacer?
Considero que, más allá de la manera en que cada uno elija hoy a quién votar, todo será igual, y ante esto, lo más importante entonces es tomar conciencia de que sólo saldremos de este pantano en la medida que recuperemos nuestros derechos políticos acercándonos lo más posible a una Verdadera y Real Democracia, en la que el Pueblo participe en el control de los gobernantes que deberán consultarnos y rendirnos cuenta de sus acciones, y que tengamos el derecho de sacarles el mandato que les dimos si consideramos que no lo cumplen. Y es esto lo que debemos exigir y en lo que hay que poner todas nuestras fuerzas para la construcción de un futuro de Paz, Bienestar, Justicia y Solidaridad.
Raúl Cima
Psicólogo social
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