Hace pocos días, el periódico británico Financial Times, publicó una entrevista al “Dr. Muerte” o “Dr. Doom”. En el mismo, el economista turco, docente de la Universidad de Nueva York, que en realidad se llama Nouriel Roubini, vaticinó que resulta imposible evitar desembocar en una nueva recesión económica global.
Roubini, uno de los que pronosticó con éxito la última crisis suprime de los EE. UU., la hecatombe de Grecia y de la Unión Europea, opina que se profundizará la guerra de divisas y recrudecerán las tensiones sociales.
Sin embargo, manifestó que si quienes toman las decisiones, adoptaran políticas de extremo salvataje económico y condonaran deudas, sería posible evitar la recesión.
A criterio del especialista, el capitalismo está condenado a la autodestrucción y los modelos económicos de los EE. UU. y Europa occidental están agotados. Es por eso que advierte la necesidad de retornar a lo que él denomina “el correcto equilibrio entre los mercados y la provisión de bienes públicos”.
Su teoría incluye medidas urgentes de recorte de gastos, incremento del control de las entidades financieras, regímenes tributarios progresivos, políticas de promoción de las inversiones y fuerte disciplina fiscal. Según dice, ya no bastan los millonarios salvatajes, las exenciones impositivas y reducción de intereses. La guerra de divisas está en marcha y se percibe creciente e imparable.
Roubini cree que, tal como ocurrió durante la crisis de los años ´30, la única alternativa posible es invertir en capital humano.
Pero fiel a su ideología marxista, el economista deja entrever la idea de que el capitalismo ya cumplió su ciclo de vida.
Sin embargo, mirando en retrospectiva, no es difícil comprobar que se trata del modelo que más se ha sostenido a lo largo de los últimos siglos. Es más, la esencia del capitalismo son las crisis que se repiten cada cierto tiempo. Lo único diferente por estos días, quizás, podría ser el extraordinario crecimiento de China e India y la dependencia de la primera de los EE. UU.
Por esto, y considerando todas las crisis por las que ha atravesado, es posible afirmar que, si bien luego de cada punto de inflexión sufrió grandes metamorfosis, probablemente haya de seguir en su lugar hegemónico como modelo económico planetario. Hoy por hoy resulta imposible imaginar otro mejor que lo supere, aún sin omitir la consideración de todos sus grandes defectos.
Concluyendo, el panorama actual induce a esperar una nueva recesión global, aunque el esfuerzo que realizan por estas horas los países del primer mundo para evitarla no es un dato menor. Si esta tuviera lugar, sin dudas cambiarían muchas cosas en el contexto macroeconómico internacional. Pero eso no indica en lo absoluto que el capitalismo esté en vías de convertirse en historia. Es más, probablemente se consolide con diferente nombre, diferente moneda y unificación de liderazgos, pero no dejará de existir. Quienes más se benefician con este sistema, justamente los más poderosos, no pueden permitir siquiera que se debilite.
Nidia G. Osimani