Los políticos y la dirigencia de diferentes sectores del quehacer nacional, particularmente en el período presidencial iniciado en el 2003, han ido desnaturalizando y degradando el uso de nuestro lenguaje, no solo en su aspecto gramatical, sino también en su contenido y en la oportunidad de su expresión.
Ha sido el vehículo comunicacional más importante particularmente en la gestión de la presidenta Cristina Kirchner, pero también como la herramienta más empleada para agraviar, mentir, tergiversar y engañar.
El poder de la palabra, en esta época de alta tecnología, que asegura su penetración y llegada a prácticamente todos los ámbitos, es realmente gravitante y se convierte en algo terrorífico cuando es empleada para fines espurios.
No es necesario retrotraerse al tiempo que la presidente anunciaba eufórica el tren bala chino que uniría la Capital Federal con la ciudad de Rosario, ni cuando exaltaba las virtudes de la carne de cerdo y lo bien que le fue íntimamente con su esposo ese fin de semana en Calafate, ni cuando se refirió a la posibilidad de volar como los pollos si se ingería carne de esas aves, solo basta con referirse solamente a lo ocurrido en estas últimas semanas.
- El grosero e insultante exabrupto del barbado cantante Fito Páez, cuando expresó que “da asco” refiriéndose a más de la mitad de los habitantes de la ciudad de Bs. As. cuando se impusieron en forma arrolladora y aplastante al oficialismo, en los comicios por la candidatura de Mauricio Macri a jefe de la Ciudad.
- Los confusos e inteligibles argumentos del desaliñado y desprolijo, Director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, ya conocido por muchos argentinos por sus comentarios sobre Vargas Llosa, tratando de defender y justificar el grotesco insulto de Páez al grueso de la ciudadanía porteña.
- Hugo Biolcatti, excelente y brillante orador en cuanto a contenido y forma en todos sus discursos como presidente de la Sociedad Rural Argentina, en particular en su último en la inauguración de la reciente exposición del campo. ¡Quien podía estar en desacuerdo con el contenido de ese discurso!
No obstante, se equivocó recientemente, cuando expresó que a los votantes sólo les importa "pagar la cuota para tener un plasma y ver a Tinelli".
Fue una expresión desafortunada, no por su contenido o esencia, sino por la ocasión del momento y forma de su expresión. Lo que Biolcatti dijo, se puede pensar o expresar reservadamente en rueda de amigos, pero nunca en público.
Lo que el seguramente quiso manifestar, y hubiera sido mucho más elegante, es que el modelo para este gobierno es “pan y circo”. Se sabe, casi no es necesario aclararlo, que esa es precisamente la característica distintiva de este modelo “progresista” de neto corte populista y demagógico.
¿Quién puede poner en duda esta afirmación? Lo triste del contenido de esta popular frase es que lleva implícito la incógnita de lo que va a pasar cuando se acabe el pan. Cuando ello ocurra se terminará también el circo… y a partir de ese momento solo Dios lo sabe.
- El juez federal Manuel Blanco, afirmó que hubo “errores muy grandes y afectan a todas las fuerzas políticas” en el escrutinio provisorio de las recientes elecciones primarias. Agregó “…que no creía que sea un intento de fraude. Hubiera sido muy burdo. Se puede ser pícaro, pero no animal”.
Pareciera que el Juez buscaba suavizar diplomáticamente, lo burdo del fraude efectuado y no quiere tildar a los autores como cuadrúpedos irracionales.
- Por su parte dos de los tres principales sumisos aduladores y voceros oficiales del gobierno, se mantuvieron en relativo silencio: el jefe de Gabinete habló lo estrictamente necesario y el Canciller, sabemos que tiene la palabra totalmente prohibida.
Pero alguien debía poner la cara, y por estar los comicios dentro de su área de responsabilidad, el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, no tuvo más remedio que aclarar, ante el “sorpresivo y sospechoso” el triunfo del oficialismo en las elecciones primarias. Con su permanente cara de circunstancia se expresó en forma agraviante para con la oposición, utilizando un lenguaje de carrero inadecuado a su alta investidura. Dijo que las denuncias habían sido una “chantada”.
Posteriormente a los pocos días, seguramente cumpliendo al pie de la letra las órdenes de su “patrona” arremetió contra los medios, acusando principalmente al diario La Nación y a Clarín “de haber condicionado a los gobiernos democráticos en los últimos 30 años y de atentar contra la democracia.”
En definitiva, el poder del lenguaje que debería ser el vehículo para unirnos, limar asperezas y amalgamarnos como sociedad civilizada, es utilizado para agraviar y confundirnos.
Y como siempre el responsable principal de esta grave anomalía que enfrenta argentinos contra argentinos es el gobierno liderado por la presidente Fernández de Kirchner.
Alfredo Raúl Weinstabl