A lo largo de los ocho años a cargo de la gestión gubernamental, el oficialismo nunca jugó limpio. Kirchner primero y luego su viuda, emplearon permanentemente trampas, chicanas y tretas, algunas verdaderamente insólitas o visiblemente burdas por lo ridículo para lograr sus fines.
Pero como un agravante más, que revela su enorme torpeza, nunca tuvieron la precaución o el buen tino de disimular sus tramoyas y moderar sus ambiciones, haciéndolas abierta y torpemente a la vista y el conocimiento de todos los ciudadanos. Ello implica directamente que lo que la gente piensa no les interesa en lo más mínimo y por ende implica un verdadero menosprecio y desdén a los millones de argentinos que son sus gobernados.
En realidad para ser justos con el oficialismo, siempre hubo total “transparencia” en sus absurdas triquiñuelas y escandalosos engaños.
Desde el falseamiento de los índices socioeconómicos del Indec, hasta las ridículas candidaturas testimoniales, solo para nombrar algunas de su mala fe. Nunca hicieron el menor intento para ocultar o disimular sus tropelías gubernamentales, haciéndolas a la vista y paciencia de todos los argentinos.
Pero esta vez se les fue la mano. La paciencia como todas las demás virtudes del hombre tiene su límite. Se les fue mala y feamente la mano.
Las denuncias por fraude y por irregularidades en los comicios, primero aparecieron tibiamente en la oposición, tal vez aplastados por los inmensos guarismos del triunfo oficialista. Pero a medida que pasaban los días prácticamente todos los partidos políticos denunciaban hechos, errores y equivocaciones fácilmente comprobables en el escrutinio.
Tuve oportunidad de hablar con las personas de uno de los equipos que están haciendo la auditoría del recuento de los votos y telegramas de los comicios, quienes me expresaron sobre la gran cantidad de anomalías, algunas verdaderamente escandalosas por lo torpes y ridículas y las falencias en la organización del control y fiscalización del acto eleccionario.
Desde robo de boletas, ocultamiento o cambio de estas por otras, irregularidades en el llenado de las planillas, faltas en las sumas y otras series de errores voluntarios o involuntarios. Muchos de estos, producto de la incapacidad de los fiscales o lisa y llanamente por la ausencia de estos.
El juez federal Manuel Blanco, afirmó que hubo “errores muy grandes y afectan a todas las fuerzas políticas” en el escrutinio provisorio de las recientes elecciones. Agregó “…que no creía que sea un intento de fraude. Hubiera sido muy burdo. Se puede ser pícaro, pero no animal”.
Por otro lado la Dra. Ferreira Rubio —doctora en Derecho y miembro del Board de Transparency International—sostuvo que cambiar la información del acta de mesa en el telegrama no es una "picardía", sino un delito electoral previsto en el artículo 138 del Código Electoral y castigado con prisión de seis meses a cuatro años. La misma ley prevé la pena de prisión de uno a tres años para quienes falsearan el resultado del escrutinio.
Todo indicaría que los resultados obtenidos por la presidente estarían entre el 32 y 36% de los votos válidos.
Si no queremos que la sinrazón y el delito representado por el gobierno kirchnerista vuelva a burlarse de los argentinos, debemos extremar las medidas de supervisión en los comicios del 23 de octubre, enseñar y adiestrar a fiscales de mesa y fiscales generales, a efectos de asegurar una elección más correcta, limpia y transparente.
Alfredo Raúl Weinstabl