Carlos De Nápoli: “Nunca creí en Galeano ya que era un notorio antisemita y me tocó en suerte conocerlo como secretario del Dr. Velazco (tío de quien sería posteriormente su secretario en la causa y prueba de lo que se conoce vulgarmente como 'familia judicial'). Intentaba por entonces lograr que se investigara mi secuestro, ya que existían diversas formas de conocer a la banda policial actuante. El Dr. Velazco había detenido a varios policías en relación al denominado caso Güemes, si mal no recuerdo por 1987. Velazco llamó a Galeano y le comentó que investigara mis dichos por la documentación que estaba
aportando. Me citó para el día siguiente. Apareció sin elementos para tomar notas, limitándose a escuchar, explicándome la 'complejidad' que significaba investigar a la Policía Federal. Nunca más volví a verlo, hasta que luego del atentado, le recordé el episodio. Me pidió que no comentara el asunto debido a la complejidad de la causa. En ese momento percibí que en nada había cambiado pese al tiempo transcurrido. En tal circunstancia, me dirigí a la fiscalía de Müllen y Barbachia, transformado ya en un fantasma peligroso para Galeano. Allí, por primera vez en la causa, plasmé la posibilidad de que hubiera relación entre uno de mis secuestradores durante la dictadura, Raúl Pedro Telleldín, comisario Director de Inteligencia de la Policía de Córdoba y el detenido que por entonces se hacia llamar Carlos Teccedín, para ocultar el origen arábico del apellido. (Tell el Din tiene una acepción similar a Monte de Dios o montaña divina en árabe). Con estos antecedentes era imposible creerle nada a Galeano. En cuanto a la hipótesis sostenida, se trata sencillamente de la que inicialmente tomó forma en la causa, y hacia la cual se dirigió correctamente la investigación, es decir, que la bomba había sido colocada dentro del volquete. Cualquiera que acceda a la causa observará, sin dudas ni discusiones, el desarrollo de los sucesos. El personal policial interviniente describe tanto la acción de la explosión, como el estado de los restos del volquete, indicando que contenían también 'restos del explosivo utilizado'. Se ordena así la detención de Nassib Haddad y de algunos familiares. Se comprueba de inmediato que Haddad había adquirido enormes cantidades de Amonal (el explosivo utilizado), secuestrándose incluso planos de la calle Pasteur sobre como colocar correctamente el volquete (está agregado a la causa). En un lugar oculto de la cascotera Santa Rita se encuentran las facturas de compra de los explosivos. Allí se indicaba que habían sido proveídos por la firma Delbene y Serris SRL de Olavaria, sin que Haddad estuviera autorizado a comprar explosivos. Delbene y Serris, ahora llamada Explosivos Centro es el lugar donde se encontraron horas atrás misiles antiaéreos y una cantidad de detonadores (como el utilizado para la voladura de AMIA). Continuando con las investigaciones, los fiscales descubren que otro volquete había sido enviado a la calle Constitución al 2.600, un terreno vacío que utilizaba como estacionamiento tanto la Policía Federal como Kanoore Edul, ordenándose su detención. Kaanore Edul tenía relación de amistad con la familia Menem, y así lo hace saber a los investigadores para presionarlos. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, ya que todo indicaba sin lugar a dudas que el entorno directo de Menem se encontraba involucrado en el atentado (Yoma, Edul, Haddad, Ahmed, etc), entró el sistema destinado en origen a desviar la causa hacia la Trafic fantasma. Sin embargo, se llevarían una sorpresa ya que del escaso control de llamadas realizado, una de ellas fue de Kanoore Edul a Telleldín. En resumen, esta probado en la causa que la bomba se colocó en el volquete, que Haddad proveyó los explosivos y los expertos en armar la bomba, que a ellos se los proveyó Delbene y Serris, que fue armada en una propiedad que regenteaba Kannore Edul, que la colocó el camionero Díaz , que todo el entorno de Menem participó del atentado, y que Galeano construyó lo necesario para evitar la caída del presidente, inventando con ayuda de Telleldín y de la Federal una Trafic inexistente”.
Juan Gasparini: “En el libro ‘La delgada línea blanca’, que escribiera con mi colega chileno Rodrigo de Castro, exploré la pista Monzer Al Kassar en una serie de ilícitos en Argentina, y allí surgió una trama relacionada con la AMIA e, incluso con la Embajada. Nunca Galeano se decidió chequearla, ni a investigarla. Por otra parte, en ese mismo libro revelé la existencia de una cuenta en Suiza de Nicolás Becerra, entonces Procurador General de la Nación, artífice de la naturalización irregular de Al Kassar en Argentina. Mi revelación fue recogida por el abogado Juan Carlos Iglesias que presentó una denuncia en tribunales. El caso cayó en manos de Galeano, que avisó a los fiscales Rívolo y Navas que pediría el levantamiento del secreto a Suiza y la notificación de la cuenta. Los fiscales lo anunciaron oficialmente a la prensa en junio de 2001, pero después Galeano echo para atrás. Cubrió a Becerra para que no se lo investigara”.
Jorge Lanata: “Galeano nunca investigó, sino que realizó el camino inverso: eligió el culpable y construyó la manera de llegar a él. En la elección de ese culpable influyeron intereses geopolíticos (de Israel, Estados Unidos y Argentina) espurios (de los que ocultaron pruebas o crearon pistas falsas) y burocráticos (de la “apariencia” de una investigación que debía mantenerse hasta el final).En “Cortinas de humo” publicamos, seis meses después del atentado, que no había sido un hecho centralmente antisemita, sino que se trataba de una factura por acuerdos incumplidos de lavado de dinero a Carlos Menem.”
Gabriel Levinas: “Básicamente porque la forma en que investigaba, como dejaba de lado pistas importantes y como forzó una versión única, indicaban claramente que su rol no era precisamente encontrar a los culpables sino simplemente reemplazarlo por cualquier culpable.”
Guillermo Lipis: “Nadie puede decir que nunca creyó en el juez Galeano porque sería faltar a la verdad acerca de la buena fe inicial que uno debe tener frente a cualquier ámbito de la vida, incluida esta investigación. Quiero aclarar que desde mi función de editor no investigué en profundidad la Causa AMIA sino que pude ir formando una lectura crítica desde la interpretación de los acontecimientos. No me involucré directamente sobre los expedientes como algunos de los colegas que aparecen en estas páginas, pero las narraciones o lecturas de acontecimientos vinculados a las investigaciones no siempre aparecían bien hilvanados. Podían detectarse interpretaciones o lecturas, al menos, curiosas de los acontecimientos. ¿Por qué no todos los querellantes tenían las mismas facilidades para seguir el expediente? ¿Por qué Galeano viajó sólo con la doctora Marta Nercellas a tomar declaración al testigo “C” y no viajó ningún otro representante de lo que luego sería la otra querella? ¿Por qué Galeano se reunía con Menem dejando de lado la necesaria división de poderes? ¿Por qué la doctora Nercellas no fue ni siquiera observada cuando grabó ilegalmente a los policías bonaerenses? Y la frutilla del postre terminó siendo la oferta de los 400.000 dólares para inculpar a los policías bonaerenses. Mi hipótesis es que se trató de construir una trama que alejara la investigación del entorno menemista y la llamada ‘pista siria’. Respecto al ex Presidente Carlos Menem, 'C'-según da a conocer la Oficina Anticorrupción (OA) en un escrito de 77 páginas que refuerza el pedido de juicio político al aún juez Juan José Galeano-, afirma que el encargado cultural iraní en Argentina para esa época, Hossein Joseini 'había conseguido tomar contacto directo con la gente del entorno de Carlos Menem'y 'se había dado cuenta que Menem era más antisemita que los iraníes. Que esta posición antisemita de Menem fue informada a Irán. Sabiendo el compareciente -por 'C'- que vendría a declarar, trató de buscar los nombres del entorno mencionado de Menem con los cuales Joseini tenía contactos pero no los encontró. Uno de ellos viajó cuatro veces a Irán después del atentado de 1994 y trabajaba en una oficina de la Presidencia de la Nación'. Y respecto a la ‘pista siria’, ésta no reemplaza a la iraní sino que la complementa. No es una u otra sino las dos juntas. Ni la iraní ni la siria sola. Basándome nuevamente en información confiable de la Unidad Especial de Investigación de la OA, sustentada en escritos del Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista de la Policía Federal, la Unidad Especial de Inteligencia Antiterrorista de la Gendarmería Nacional y la División Antiterrorismo de la Prefectura Naval, 'se señalan las relaciones Irán-Siria como un elemento de suma importancia en la geopolítica de Oriente Medio, toda vez que el Hezbollah, brazo armado del régimen iraní, quedaría militarmente paralizado sin el apoyo directo o indirecto de Siria, a partir de lo cual, se señala que si bien no puede determinarse una participación directa en los atentados en la República Argentina, se infiere que Siria -cuanto menos- tenía conocimiento previo de las operaciones terroristas'. En buen criollo, también están diciendo que si Siria hubiera querido, habría tenido la suficiente capacidad de intervención para detener los atentados de la Embajada de Israel y la AMIA. Como podemos observar a través de estos dos ejemplos, que podríamos multiplicar por varios más, había motivos más que suficientes para que Galeano se reuniera con el entonces Presidente Menem, lo tuviera al tanto de los acontecimientos y se mezclaran los intereses de los poderes de Estado."
Horacio Lutzky: “Nunca le creí a Galeano porque frente a un hecho criminal de semejante magnitud desconfiaba de la capacidad y criterio de un magistrado que -como publiqué en agosto de 1994 en una notita que llevó por título 'El pebete federal'-, como antecedente cercano más relevante, exhibía su decisión de promover una causa contra un preso que había comido furtivamente medio sandwich de una funcionaria de su juzgado. Fuera de ello, estaba convencido de la responsabilidad política del presidente Menem, y así lo firmé en un editorial de Nueva Sión de la misma semana del atentado, 'carta abierta al presidente Carlos Saúl Menem', algunos de cuyos párrafos fueron levantados por el New York Times. Siguiendo ese razonamiento, y conociendo como fue el escandaloso procedimiento de nombramiento de jueces federales en los 90, había razones para ser escépticos. Poco a poco se fueron sumando elementos ya más concretos que demostraban la absoluta sujeción del juez a los designios del poder ejecutivo y la SIDE, siendo que esta última tenía entre sus 'investigadores' a nazis confesos y personajes que jamás podrían estar interesados en el esclarecimiento. En lo personal, comencé a tener conciencia de que se estaba consumando el encubrimiento en ocasión de estar al frente de la dirección de noticias de la señal de cable Alef Network junto a Marcos Doño. Rubén Beraja era el principal socio capitalista y presidente del canal. Ni bien comenzamos a emitir, a partir de julio de 1995, privilegiamos el tema del atentado y la impunidad. Y muy rápidamente comenzamos a recibir incomprensibles presiones para eliminar el departamento de noticias del canal, aunque alegando razones presupuestarias. Fue despedido el personal que trabajaba en el mismo, con excepción de alguno que fue reubicado en otra sección, y Beraja comunicó que 'esto no es un canal de noticias'. Era evidente el interés en bajar los decibeles con relación a este tema. Tiempo después, y dentro de un ciclo 'cultural' que denominamos 'La Pluma', al cumplirse el segundo aniversario preparamos un informe especial ('¿Por qué la impunidad?') con intervenciones de periodistas críticos como Carlos Juvenal y Rogelio García Lupo, y diversos testimonios que apuntaban al encubrimiento del menemismo, a la 'pista siria', a la SIDE y la Federal, que desató la ira de Beraja y sus socios del banco Mayo. Años después, se probó que la misma semana en que se emitió ese programa especial, le habían pagado a Telleldín los primeros U$S 200.000 del soborno para desviar la investigación. Poco tiempo después no pudimos ni pisar la vereda del canal. Considero como sumamente probable que en los atentados a la Embajada y a la AMIA haya actuado una misma matriz mafiosa ligada a sectores de Medio Oriente que movilizaron cuantiosos recursos y apoyos de todo tipo para la campaña presidencial de Menem de 1988, a partir de la interna con Cafiero. Son abundantes y consistentes los testimonios y documentos acerca de los irresponsables compromisos asumidos por el candidato Menem, sobre las sumas millonarias recibidas por él o sus delegados y sobre la posterior instalación en el país de personajes del estilo de Monzer Al Kassar o Ibrahim al Ibrahim , como evidente principio de cumplimiento de tales promesas. Estando estratégicamente instaladas en el país esas redes mafiosas, la relación sin embargo se deteriora a fines de 1991 tras la cancelación del proyecto misil Cóndor y del contrato de suministro nuclear a Irán, por presiones norteamericanas, a lo que puede sumarse la publicidad del escándalo conocido como 'Yomagate'(o 'Narcogate') y el envío de naves argentinas al Golfo Pérsico. A la hora de elegir un blanco occidental, los factores extranjeros que están detrás de los atentados encontraron en Argentina varios beneficios secundarios: 1) venganza contra Menem; 2) infiltración estratégica, con seguridad de movimientos garantizada (aduanas; aeropuertos y depósitos fiscales; migraciones, Fabricaciones Militares, etc.) 3) corrupción en fuerzas de seguridad y en el Poder Judicial; 4) abundancia de elementos policiales de formación antisemita.; 5) seguridad de que el mensaje sería entendido por quien consideraban traidor y que éste guardaría silencio. No se ha investigado debidamente la evidente zona liberada de ambos atentados ni, en el caso de la AMIA, otras hipótesis que desde siempre tuvieron importante sustento, y que orientan a considerar la posibilidad de una doble explosión: una ocurrida en una pila de bolsas dejadas momentos antes en la entrada del edificio y una menor en un volquete depositado en los cuatro o cinco minutos previos por un empleado que declaró con mendacidad y graves contradicciones. Indudablemente existió una Trafic (o partes de) que formó parte del operativo terrorista, lo que de ninguna equivale a tener por cierto que la misma portaba la bomba y que entró circulando por Pasteur. Hay más de una decena de testigos presenciales, la mayoría sobrevivientes, que desmienten ese supuesto, no obstante lo cual su rol será judicialmente tenido por comprobado en base a elementos recolectados en forma totalmente irregular y a algunas pericias que a nuestro criterio no ofrecen garantías de fiabilidad.”
Fernando Paolella: “Galeano fue el claro ejemplo de la dependencia del poder judicial al ejecutivo. Desde que llegó al cargo, gracias a los buenos oficios de Menem-Anzorreguy, se mostró más que proclive a atender los requerimientos que bajaban del entonces Polideportivo de Olivos. Ni bien se hizo cargo del caso AMIA, todos sus esfuerzos estuvieron encaminados en que se acusara al fundamentalismo islámico del ataque, tal como le habían dictado desde el menemismo. Por eso, la insistencia en inculpar a Telleldín-Ribelli, con el cuento de la conexión local necesaria y la Trafic fantasma. La hipótesis que manejo sostiene que los atentados contra la embajada israelí y la AMIA, fueron consecuencia de las promesas incumplidas de Menem a la tierra de sus ancestros, o sea Siria. Hafez Al Assad, el dictador de ese país fallecido en junio de 2000, le había hecho pagar con creces su traición, mediante sendos mensajes en forma de hongo explosivo. Si bien el aludido se dio perfectamente cuenta de donde venía la mano, se cuidó muy bien de exponer esto a la luz pública, dando rienda suelta a un monumental encubrimiento.”
Juan Salinas: “No fue una cosa instantánea, sino un proceso paulatino. Yo integraba un grupo de investigación de la propia AMIA, equipo que enseguida sufrió el embate de Israel y de la DAIA para que la AMIA lo disolviese. Y luego, cuando el marco de un equipo mucho menor presentamos nuestro primer informe ante el juzgado -a mediados de 1995- nos encontramos que nuestro contratante, el abogado de la AMIA, Luis Dobniewski, era renuente a presentarlo. Hasta el punto de que tuvimos que hacerlo con quien era entonces mi abogado y el de la Cooperativa de Periodistas Independientes que editaba el mensuario El Porteño, Aníbal Ibarra. Ya en ese momento tuvimos claro que Galeano jamás investigaría el entorno de Menem y el secretario Javier De Gamas nos dijo con mucha claridad que jamás investigaría el papel de los custodios de la Policía Federal.”
Christian Sanz: “Había demasiadas contradicciones y ya se avizoraban datos que vinculaban a personajes de la comunidad siria en el atentado que no eran tenidos en cuenta por el juez Galeano. El propio Jorge Lanata se animó a mostrar tímidamente algunos indicios reveladores que nunca fueron tomados en cuenta ni por el periodismo ni por la justicia. Y no hablamos del año 2000, sino de fines de 1994.”
Daniel Schnitman: “Todo lo manejado por del poder Menemista me olía a podrido. Los jueces, especialmente, que llegaron a ocupar esa honorable posición no en base a merecimientos propios sino por amiguismo, sociedades o negocios. El Juez J. J. Galeano no salía de esa nefasta regla, por lo que nunca creí que investigaría el atentado de la AMIA, sino todo lo contrario, y, lamentablemente así sucedió. Es difícil, hasta este momento, emitir opinión certera sobre el porque de la no investigación. Seguramente en la nueva perspectiva judicial en que se encuadra la investigación se verán a los cobardes defendiéndose y tratando e zafar de sus encubrimientos. Para ello, van a inculpar a otros, quienes también tratarán de escapar al escarmiento judicial. Allí está la clave, la pelea interna entre quienes encubrieron, falsificaron pruebas, sobornaron, espiaron etc. De este berenjenal de inescrupulosos saldrá quienes tuvieron más o menos participación en el embarramiento del atentado más horrendo padecido por este país en toda su historia.”
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