Pareciera que se dijo todo ya, pero no. La muerte de Alberto Nisman, quien apareció sin vida el 18 de enero de 2015, generó todo tipo de especulaciones y suspicacias.
¿Se suicidó?
¿Fue asesinado?
Si es así, ¿quién lo hizo?
¿Por qué?
Estas son solo algunas de las preguntas que se motorizaron apenas aparecido muerto el fiscal especial del caso AMIA. Sin embargo, nadie se hizo la pregunta esencial. La más relevante:
¿A quién benefició y a quién perjudicó su deceso?
Se ha escrito demasiado al respecto, pero las preguntas siguen sin responderse. Apenas si se han podido comprobar puntuales hipótesis, pero nada que vaya a lo sustancial del asunto.
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