Cuando se disipó la nube de amonal aquel lunes 18 de
julio de 1994 en la calle Pasteur, comenzaba a levantarse el muro de la
impunidad. Frente al sinnúmero de dudas generadas por el atentado que demolió la
sede de la AMIA, sólo aparecieron pistas falsas, datos inciertos y mentiras
oficiales para que nunca se llegara a la verdad.
Partes involucradas en el luctuoso episodio y que tenían conocimiento sobre
el verdadero origen de los autores de la masacre elaboraron un entramado cuyo
eje era endilgarle la responsabilidad exclusiva del hecho al nuevo enemigo de
los bloques dominantes.
Así, el cuento persa buscó ignorar elementales nociones geopolíticas con el
fin de acusar a Irán para encubrir las turbias relaciones de Washington y Tel
Aviv con el narcoterrismo de manufactura siria. Algo totalmente irreal.
Hablar de lo sucedido en AMIA obliga a analizar el atentado a la Embajada
de Israel, ocurrido casi dos años antes y permite entender por qué fue asesinado
el hijo del presidente Carlos Menem meses más tarde. Todo ha sido parte de
un mensaje al entonces primer mandatario, enmarcado en lo que se conoce como los
"tres golpes de Siria".
Esta no es una historia más sobre AMIA, sino una crónica fuerte y fidedigna
que, a la luz de los actuales acontecimientos internacionales, adquiere
dimensiones de antología.
AMIA, la gran mentira oficial ha sido un libro que el poder intentó
censurar de toda manera posible, lo cual prueba cabalmente la realidad de la
denuncia de sus páginas. Los invitamos a leerlo gratuitamente...
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