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El último adiós al caballerito Menem

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EL SAINETE QUE FALTABA
EL SAINETE QUE FALTABA

El caballerito de la señora Bolocco pasará a la historia de la Argentina como un payaso de tercera del sainete político trasandino y el hombre que hundió la economía de ese país con un modelo de liquidación de la república. El pequeño petimetre, que se ganó el universal amor de la oportunista Bolocco, puso definitivamente pie en polvorosa de la política real argentina y su modelo, es un supositorio desechable para los grandes males de esa nación y la región.

 

Pero el pueblo argentino pasará a la historia como un pueblo con olfato. Sí, lo tuvo, y canceló ese trago amargo que se avecinaba. Tuve que escuchar a no pocos panameños, extraviados en el mundo de la política internacional y grandes seguidores de las cadenas del aturdimiento global, de la estupidez colectiva e informativa, afirmar hasta última hora, que el atleta de la mentira e impostura, sería el nuevo presidente.

Caso único, decían, de la estupidez colectiva latinoamericana, que nos tiene acostumbrado a estos sainetes de república bananera tiempo completo.

¿Sabrá el lusitano, Saramago —sin criticarlo, no soy quien—, cómo deambulamos de mal en peor, por estos caminos de la seudo pacotilla, el despilfarro, bajo los dictados de los ladronzuelos de turno, aves de rapiña carroñeras del estado, urracas que desvalijan las arcas fiscales y después viajan a Disneylandia a seguir en la fantasía?

Una esperanza en medio de la gran desesperanza para Argentina, una nación rica, un país necesario para el desarrollo de América Latina, una patria entrañable, un vicio para quienes amamos Buenos Aires, a su literatura con la ceguera de Borges y sus callecitas cayéndose al atardecer.

Es grato leer el certificado de defunción que le extendió el pueblo argentino a Menen, constatar su fin de carnaval, en medio de la más grande crisis de esa nación, pero con una nueva perspectiva: la ausencia del escenario del frivolillo de La Rioja, de este tío Patilludo que enriqueció a un grupito, desnacionalizó el país, hipotecó el alma y originó la fuga de miles de cerebros de la argentina.

La "Evita chilena" de paso perdió el paso orondo hacia la Casa Rosada, porque la Bolocco iba en paso de ganso hacia el palacio presidencial, y cuánto champagne correría, del importado y del nacional, que Fidel encontró algo ligero, espumante. Nos perdimos el más grande capítulo del despilfarro, la gran fiesta de la frivolidad, la diversión per se, el gozo del príncipe árabe y de su Miss Universo chilensis embarazada para la ocasión.

Por fin le llueve sensatez a la Argentina que queremos ver digna, altiva, coherente, constructora, con liderazgo, dueña de su destino, próspera y más argentina que nunca. No todo está solucionado con la salida del mequetrefe, el oportunista de siete suelas, depredador del destino de una nación, megalómano, caballerito insaciable de la cosa pública, porque no es el único obstáculo ya eliminado para salir de la quiebra, del desamparo, abandono, de la pérdida del consciente colectivo y orgullo de nación libre, independiente y con liderazgo.

Es ahora que comienza la función en un nuevo y complejo escenario nacional e internacional. Se acabó la diversión. La cuenta social pendiente es demasiado abultada. Creció en una chequera sin fondo. La desesperanza llega hasta la Patagonia, objeto de no pocas especulaciones, un patrimonio natural, rico, maravilloso, en subasta pública internacional, con ganas de ser enajenado al mejor postor.

Lo primero es que el país y el mundo se quiten de la cabeza que cuenta con el 22 por ciento de los electores. Eso es lo que quería dejar tras bastidores entrever el menenismo para desestabilizar y dejar en precaria situación al gobierno desde un inicio.

Se inicia un periodo diferente, pero no es sólo un cambio de cara el que puede llevar adelante una nueva etapa y política para la Argentina, el país, la gente, reclaman cosas nuevas y no más de lo mismo. Así debe entenderse el portazo en la nariz a Menem, que afortunadamente la tenía grande.

Después de la gran fiesta del despilfarro, el país requiere de un gobierno honesto, transparente, con objetivos claros en los primeros cien días, sin zigzagueos ni vicios del pasado, para que aproveche este gran malestar nacional por una concertación en un plan mínimo de acción para el nuevo gobierno.

Está todo por hacer, y no es una mera frase retórica. Así como el New York Times calificó de farsa el acto circense de hacer mutis por el foro a Menem antes de partir, el país debe dejar atrás la fiesta de errores y concentrarse en una nación constructora de oportunidades para todos los argentinos, con una fuerte inserción internacional, una coordinación coherente con los gobiernos de Brasil y Chile, socios naturales del cono Sur.

Argentina con Chile y Brasil tienen que pensar más en el Sur y hacer más por la gente del Sur. Qué no nos cambien el Norte por el Sur.

Ha caído el telón en Argentina, el provocador que dejó al país en la miseria económica y social, ha partido con la Bolocco entre las piernas, ahora le toca al nuevo gobierno, a la clase política, a los intelectuales, a las organizaciones, obreras, gremios, empresarios argentinos, enrumbar la nación en el desafío más formidable del último siglo.

El yernazo de oro es esperado en Chile, entretanto, por la familia Bolocco para celebrar los flamantes 37 años de Diva. Qué siga la fiesta, Menem paga.

 

Rolando Gabrielli

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