Me entero por las notas de antropología de los medios. Descubrieron en
Indonesia a un antepasado del hombre, de menos de un metro de altura, no hallado
antes. Se cita una ‘leyenda’, que los que nativos llamaron siempre "ebu
gogo", y que en las
novelas de niños se denominan Hobbits, unos seres que se comunicaban
inteligentemente con susurros, de gran destreza lingüística que repetían
las palabras del interlocutor como loros. Homo Floresiensis de sólo 18.000 años,
desciende del Erectus. Cerebro
del tamaño de un pomelo, desconcierta a los científicos.
Hugo Correa, el narrador chileno de ciencia-ficción, en décadas
pasadas, comentaba en un artículo el Evangelio de Enoch, aquél de los seres
gigantes, como dioses que disputaron el paraíso con los heraldos divinos. Texto
prohibido por las Iglesias cristianas. Se habría librado una batalla por
dominar la tierra y los colosos no se sabe cómo fueron extinguidos y los ángeles
celestiales triunfaron.
¿Para
siempre?…
Otro ‘mito’ poético cuenta el misterio de Orfeo, quien
descendió a las tinieblas y volvió vivo. Es decir, venciendo a la muerte.
Rosamel del Valle, nuestro poeta, hizo de este motivo su escuela con una voz que
aún no se descifra completamente. Metafísica tan fina así un suspiro de oro
desvanecido. Aura santa del alma, que los pintores y vates avisaron.
¿De
dónde viene todo eso? ¿Herencia arcaica que traemos en los genes y que
intentan traspasar a los clones ahora?
Ensayistas han tratado del Gran Divorcio, aquel prístino en
que el Bien y el Mal se separaron, como acusan los libros sagrados. Los físicos
designan ‘Bigbang’ al origen del Universo que apartó la luz de las
tinieblas y creó el mundo como lo vemos. ¿Qué hubo antes? ¿Vacío, nada? ¿Estaba
Dios, era el verbo, se hizo luego carne en un átomo de polvo? Aún mozo escribí
un libro sobre este tema, superado por mi expresión actual, que lectores me
piden recordar. Poema de la Creación. No era el primero; en Chile, Mistral
poetizó magistralmente el cosmos americano. Y luego E. Cardenal en Cántico Cósmico,
en misma fecha del mío, sin tener yo noticias. Por demás, señaló Eugenio
Matus, cosmogonías han existido toda la vida y los bardos las han cantado, en
cada cultura.
Los psiquiatras conocieron prontamente a los alienados, que
musitaban dulces palabras o mascullaban blasfemias. Jesús expulsaba esos
demonios, nombrados modernamente epilepsia, esquizofrenia o delirios histero
neurasténicos. En momentos de alta angustia, los humanos nos ‘fugamos’ a un
limbo donde al parecer naturalmente nos protegemos del dolor. Combatimos a los
diablos de la muerte, Keres para Homero y en instantes de dicha y paz vemos
colores positivos, es decir, aureolas angélicas…
Mauricio
Otero