"Va a ser después de las Pascuas". Con esa frase, corta pero contundente, un dirigente kirchnerista le puso plazos a la definición de posibles cambios en el Gabinete nacional, donde las internas entre funcionarios están cada vez más expuestas a la consideración pública.
Por eso la próxima será una semana de reflexión para la presidenta Cristina Kirchner, quien viajó a la Patagonia y este lunes encabezará el acto central por el trigésimo aniversario de la guerra de Malvinas en Tierra del Fuego. Aunque no regresará a Buenos Aires hasta el otro domingo en horas de la noche.
Pero no sólo la Presidenta tendrá un tiempo para pensar sus próximos pasos, tras un complicado comienzo del segundo mandato, sino que el impasse también debería servirle a la dirigencia opositora para ordenar las ideas, en la búsqueda de discernir cuáles son las nuevas prioridades de la sociedad argentina. El más urgido de los opositores a encontrar ese sendero es Mauricio Macri, el alcalde porteño, quien aparece como el adversario más visible del kirchnerismo, aunque su improductiva pelea con el Gobierno por el traspaso de los subterráneos lo encierra cada vez más en la Ciudad y le resta puntos a su proyecto de instalarse como referente a nivel nacional.
Otro dirigente de alta exposición que necesita reencauzar su presente político es Amado Boudou: el vicepresidente, que se encuentra acosado por la investigación del affaire Ciccone, está convencido de que fue señalado desde el propio oficialismo y mira con desconfianza hacia la provincia de Buenos Aires. Por eso empujó la presentación de un pedido de informes en la Legislatura bonaerense sobre los contratos entre el Estado provincial y la empresa Boldt, a la que acusa de haber operado para sobredimensionar su vínculo con la ex Ciccone. El vice sospecha que detrás de esa supuesta maniobra estuvo el ministro del Interior, Florencio Randazzo.
El titular de la cartera política sabe que las versiones sobre un próximo recambio en el Gabinete lo ponen en el umbral de una salida polémica. Y tiene perfectamente identificado el origen de esos rumores en el territorio bonaerense, donde al parecer hay muchos aspirantes a suceder a Daniel Scioli en 2015. Sin embargo, la potencial reemplazante de Randazzo no es bonaerense sino porteña: Nilda Garré viene ganando posiciones en el entorno de la Presidenta y un pase del Ministerio de Seguridad a Interior sería considerado con certeza como un ascenso político para la funcionaria.
La presencia de Garré en la conferencia en que la jefa de Estado redobló la presión sobre Macri por el traspaso de los subtes fue interpretada en este sentido. Junto a la ministra estuvo Sergio Berni, su número dos, quien podría quedar a cargo de Seguridad. La lista de candidatos —que también incluye al embajador en Costa Rica, Martín Balza— seguramente estará los próximos días sobre la mesa principal de la casa de familia Kirchner en El Calafate, llamada Los Sauces. Hasta allí sólo llegarán los de siempre: los secretarios Zanini, Icazuriaga y Parrilli.
La Presidenta deberá tomar decisiones también sobre la evidencia que reflejan las últimas encuestas: un marcado descenso de su imagen positiva, atribuido por los especialistas a las implicancias de la tragedia de Once, a la quita de subsidios a las tarifas de servicios y al caso que involucra a Boudou. De todos modos, este último punto podría ser puesto en duda, ya que menos del 10 por ciento de los consultados considera que el caso de Boudou reviste una gravedad tal que justifique el inicio de un juicio político. Pese a ello, el vice acaba de contratar a una consultora que se especializa en asesorar a políticos y empresarios en situación de crisis.
Cambios y resistencias
Un gesto de amplitud política expresado por la Presidenta en la última semana podría indicarle el camino a seguir en un contexto complicado: la convocatoria a la oposición y a otros poderes del Estado, como el Judicial, que hizo al presentar el proyecto de reforma y unificación de los códigos civil y comercial. La iniciativa tiene alcance masivo porque los cambios en la legislación afectarán la vida de los argentinos. Y provocará más de una polémica, sobre todo en lo referido a la concepción de la vida. Un anticipo en este sentido lo dio el reciente fallo de la Corte Suprema que algunas provincias se resisten a aplicar.
Una de esas provincias es Salta. El gobernador Juan Manuel Urtubey, de origen justicialista, viene de ser duramente criticado por haber expresado sus reservas ante el fallo de la Corte. Pero lo cierto es que cada región del país tiene sus particularidades y en el noroeste sigue siendo muy fuerte la influencia de la Iglesia. Tampoco se puede dejar de observar que Urtubey forma parte de una camada de recambio del kirchnerismo con miras a 2015 y que cada vez que puede emite alguna señal para diferenciarse del poder nacional. Por caso, Salta es la única provincia petrolera que quitó de común acuerdo un área de explotación a Repsol YPF.
Otro integrante de esa camada joven del peronismo es Sergio Massa. El intendente de Tigre goza de una elevada imagen positiva que lo convierte en un polo de atracción para diversos sectores políticos. A tal punto que la Presidenta rompió el hielo días atrás cuando compartió una videoconferencia con el jefe comunal. Massa tiene proyección provincial por su buena imagen pública, lo mismo que Daniel Scioli a nivel nacional. El gobernador bonaerense, que prefiere eludir las internas del oficialismo pese a que algunas de ellas lo tocan de cerca, inició un proceso de paulatina instalación política en las otras provincias.
Por eso ya visitó a sus colegas Antonio Bonfatti, de Santa Fe, y Francisco Pérez, de Mendoza, y proyecta una próxima salida a Córdoba, para reunirse con el histórico mandatario justicialista José Manuel de la Sota. Al mismo tiempo, resiste la embestida kirchnerista sobre su ministro de Seguridad, Ricardo Casal. Todas estas internas, las del oficialismo y también las de la oposición, deberían dejar paso los próximos días a un período de reflexión sobre lo que significan las islas Malvinas para la Argentina, a 30 años de aquel conflicto bélico pergeñado por dictadores en estado de desesperación.
En un país con tendencia a los barquinazos, sólo habría que recordar que dos días antes del desembarco en las islas, el 30 de marzo de 1982, se realizó una multitudinaria marcha convocada por la CGT a la Plaza de Mayo, nutrida por sindicatos cuyas columnas cantaban "se va a acabar, la dictadura militar". Pocos días después, se llenaba esa misma plaza para escuchar el discurso del general Galtieri. Los argentinos deberíamos hacer de la reflexión una costumbre permanente, para no volver a cometer los errores del pasado. En el caso de Malvinas, tenemos 649 motivos para reflexionar.
Mariano Spezzapria
NA