Las burocracias, es conocido, sin cesar tienen sus adláteres, de fe ciega,
protegidos y premiados constantemente por sus intereses de obediencia y sumisión
al poder del que profitan privilegiadamente.
No
es justo que usted y yo, con nuestro honrado trabajo, mantengamos vía impuestos
a ‘parásitos del Estado’. Nadie fiscaliza.
Desde
que se estableció la administración de cultura, hace más de una década, los
nombres de los favorecidos se repiten, sea con una beca millonaria, compras de
libros, talleres, galardones estatales o de instituciones o empresas afines a la
autoridad. Conocemos a la gente que vive en nuestros lares; muchos talentosos
han postulado a esos fondos y fueron rechazados toda vez, por ‘jueces’ que
no son tales ni guardan legitimidad sobre las obras de quienes postulan. Resulta
curioso que de tantos creadores que hay en Osorno mismo, cada ocasión
favorezcan a las mismas personas.
Bellaquerías:
que los otros no saben postular, que los formularios no fueron bien llenados,
etc, en un mundo kafquiano que no se sostiene en sus embustes y absurdos, como
si hubiera que doctorarse en el argot del funcionario gubernamental. Matan a
Kafka y Gogol a diario con su hipocresía.
El
poder ha instaurado viejas prácticas del estalinismo, que llevó a la muerte a
los genios más elevados de la Rusia soviética, con tribunales de la salud, los
hizo desaparecer en hospitales psiquiátricos, al suicidio, o simplemente los
ejecutó. Y otras nefandades. La
política degolló a Esenin, Mayakovski, Tsvietaieva, Maldestam, Blok, Gumiliov,
Babel, Sologub… Las famosas razones de estado…
Gonzalo Rojas señaló claramente en público aquí que
‘los premios siempre están muy aceitados’, que no había que forjarse
ilusiones. El diario ‘La Nación’, informó sobre las ‘Mafias
Culturales’ en una de sus ediciones, que no fue desmentida y que por ser Chile
un país provincial, todos ya sabíamos. Sergio Paz, en una columna de un
semanario de ‘El Mercurio’, expresó otro tanto recientemente. Suma y sigue.
La verdad es que los galardones son las más de las veces ‘gratuitos’, por méritos
extra literarios, retribución al silencio y sometimiento de algunos
‘intelectuales’, que se ven amparados cobardemente en los brazos generosos
del poder.
Octavio Paz analizó
en su ensayo ‘El Arco y la Lira’, la relación ‘Poesía, Sociedad,
Estado’, donde quedan despejadas las dudas sobre ese infame montaje. Vargas
Llosa, en estos días, lanzó una mirada a lo que llamó ‘el liberalismo que
los sudamericanos se habían llevado a sus casas…’
Quien
tenga ojos que vea, y el que oídos, que escuche.-
Mauricio Otero