Presionada por la inflación y la fuga de capitales, Cristina Fernández cayó en un error que su fallecido esposo Néstor Kirchner siempre recomendó evitar, al meter ruido en el mercado cambiario, trastocar variables clave de la economía y dejar al borde del nocaut los bolsillos de miles de deudores en dólares.
Para el ex presidente, la Argentina no sólo debía mantener los superávit gemelos fiscal y comercial, sino en especial evitar cimbronazos con el dólar. "En la Argentina, el peor error que se puede cometer es hacer ruido en el mercado cambiario. Lo más malo que le podés hacer a un argentino es crearle zozobras con el dólar", solía decirle el ex presidente a sus interlocutores, palabras más, palabras menos.
El análisis parecía correcto, y mientras el patagónico estuvo con vida se preocupó por mantener los superávit gemelos y el dólar estabilizado. La actualidad es bien distinta: no sólo hay déficit fiscal y el comercio exterior atraviesa fuertes exigencias por la caída de exportaciones ante un mundo refractario a comprar, sino que el mercado cambiario atraviesa un momento de turbulencia casi terminal y el país entró ya técnicamente en recesión.
Para colmo, la inflación hace estragos sobre los ingresos cada vez más diezmados de los argentinos. Según expertos como el economista tucumano Juan Mario Jorrat, el ex ministro Jorge Remes Lenicov o la Universidad Di Tella, la Argentina se encamina o está en recesión, lo cual también es motivo de preocupación para los industriales de la UIA.
A diferencia de otros problemas que sufrió la Argentina con el dólar, el cepo cambiario implementado por Cristina Fernández desde fines de octubre del 2011, una semana después de ganar la reelección, fue impidiendo a los ahorristas comprar dólares al valor oficial, que ronda los simbólicos y hasta altura insignificantes 4,50 pesos.
La herramienta utilizada fue convertir a la AFIP, en abierta controversia con la Constitución Nacional, en el organismo encargado de abrir o cerrar el grifo de divisas, sin explicar con claridad los argumentos. Al principio la medida fue limitada, y si bien generó numerosos trastornos, permitió seguir comprando divisas, aunque en cuentagotas.
Pero cuando los ahorristas se volcaban masivamente al "verde", acompañados por un drenaje permanente de depósitos en moneda extranjera que hacía caer las reservas, las trabas de la AFIP para poder comprar fueron en aumento. Ahora, ya parece tarde para correcciones, y también para lágrimas. La trampa cambiaria cayó sobre los argentinos nuevamente, y el gobierno no da señal alguna de tener capacidad para solucionar el problema.
Así, la AFIP quedó impedida de abrir el grifo de dólares, porque si lo hiciera, de inmediato los ahorristas ingresarían en una bicicleta financiera ya conocida en otros tiempos. Sería fácil entonces comprar dólares en el mercado oficial para vender divisas en el paralelo, donde ahora cotiza a 5,90 pesos.
El mismo esquema ´diseñado´ por la Presidenta para buscarle una salida a la fuga de capitales, ahora se convirtió en una trampa mortal de la cual parece difícil salir. Algunos especialistas sostienen que hubiese sido sencillo frenar esta nueva corrida, si el Banco Central estaba dispuesto a perder unos 2.000 ó 3.000 millones de dólares en reservas y darle al público lo que demandara para tranquilizar la plaza.
Tal vez el dólar se hubiese ido cerca de los 5 pesos, pero todo el mundo podría acceder y no se habría frenado la economía, en especial porque la falta de acceso a divisas hizo caer numerosos negocios. De paso, no hubiese provocado el descalabro de sectores clave de la economía, paralizados por esta medida sin precedentes, como ocurre con el mercado inmobiliario.
Pero Cristina le prohibió a Mercedes Marcó del Pont, la jefa del Central, siquiera bucear esa opción, porque consideró que debilitaría aún más las reservas y daría una señal de debilidad ante una nueva corrida. La jefa de Estado mostró también, hasta ahora, que parece no ser su interés ni incumbencia la situación de esos miles de argentinos que quedaron entrampados con sus deudas en dólares, en especial en contratos entre particulares.
Antes pagaban el dólar a 4,50 pesos, y ahora deben abonarlo a 6, un 33 por ciento más, cuando sus ingresos son en pesos. Desde fines de octubre último, unos 4.500 millones de dólares en depósitos se fueron de las entidades financieras e impactaron con fuerza sobre las reservas, que rápidamente perforaron el piso de 47.000 millones de dólares. Así, con la pérdida de un tercio de los depósitos en dólares en apenas siete meses, resulta cada vez más inentendible qué quiere hacer el gobierno con el "modelo".
José Calero
NA