Frente a cada conflicto que genera el gobierno, la reacción de sus funcionarios es patético. Nunca asumen la responsabilidad de sus actos, por el contrario, o salen corriendo a esconderse o les echan la culpa a otros.
Con el tema salarial de los gendarmes y prefectos no tuvieron mejor idea que descabezar a las dos fuerzas de seguridad y denunciar que había sido culpa de ellos la mala liquidación de los sueldos, cuando en rigor fueron funcionarios del gobierno los que idearon el decreto y lo firmaron.
Ahora les echan la culpa a dos marinos por el embargo de la Fragata Libertad, cuando en realidad el embargo de la misma es consecuencia directa de la incapacidad del gobierno para terminar de regularizar el endeudamiento externo. Además, ¿para qué cobra el Ministro de Defensa su sueldo? ¿No sabía cuál iba a ser el trayecto de la Fragata Libertad? ¿Y Cancillería en qué estaba? ¿Festejando el triunfo de Chávez en vez de ocuparse de estos temas?
Recordemos el caso del accidente de la estación Once. La culpa no fue del mal mantenimiento del sistema ferroviario que debía controlar el Estado sino que era la gente que tenía la mala costumbre de juntarse en los primeros vagones para poder tomar más rápido el colectivo. El chico Lucas Menghini Rey fue responsable de su muerte porque, según funcionarios del gobierno, viajaba en un lugar en el que no debía estar.
La fuga de capitales que hay en Argentina es culpa de conspiraciones secretas y no de la inseguridad jurídica que genera el gobierno con sus medidas arbitrarias.
La inflación galopante no es responsabilidad de un BCRA que destroza la moneda emitiendo a tasas siderales, sino de otra secreta conspiración de comerciantes y de consultoras que calculan mal la inflación y trabajan para “intereses” oscuros.
La inseguridad es una sensación producida por los medios monopólicos y no responsabilidad del gobierno.
En fin, jamás reconocen un error ni los líos que arman.
El “brillante” economista Kicillof armó una fenomenal ensalada rusa con las retenciones al biodisel y no renunció. Se mandó a guardar por un tiempo para sobrevivir en la función pública.
Capitanich y Mariotto generaron un lío bárbaro en el mercado de bonos por decir que la deuda provincial nominada en dólares había que pagarla en pesos.
Capitanich se mandó el chiste de pagar en pesos los bonos y le echó la culpa al Central y el Central aclaró que ellos no tenían nada que ver. Uno se tiraba la pelota al otro, pero nadie se hacía responsable.
Entre Echegaray y Boudou también se tiran la pelota uno a otro por el tema fiscal de Ciccone.
Mariotto dice que la provincia de Buenos Aires también tenía que pagar en pesos sus bonos nominados en dólares, pero después se desdice.
En definitiva, ellos arman los líos. Cuando el resultado catastrófico aflora, buscan algún culpable o se esconden, pero jamás tienen el menor sentido del honor de decir me equivoqué, renunció.
Claro, es muy naif lo mío de pensar que van a renunciar por los líos que hacen, si en definitiva viven de eso.
Roberto Cachanosky
Economía para Todos