“El pueblo se une en la lucha y dice: basta de impunidad, hambre y represión. No a la guerra imperialista contra Irak. 24 de marzo de 2003, 30.000 desaparecidos, presentes!”, coreaban los 3 presentadores del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia a intervalos sobre el escenario ubicado de espaldas a la Pirámide de Mayo y la Casa Rosada. Son algo más de las 20:30 de un lunes otoñal pero templado, y el histórico paseo porteño poco a poco se va colmando de manifestantes procedentes de distintos movimientos políticos y sociales, así también como muchos independientes que se suman motivados por el recuerdo, o simplemente la bronca por el estado de cosas reinante en el país y en el exterior. Sobre todo, la invasión coaligada de EEUU y Gran Bretaña al territorio iraquí, que suscita un repudio unánime de los presentes, patentizado por el ya popular cantito “Bush fascista, vos sos el terrorista”. Así, esta guerra se tornó una evocación omnisciente, representada por la ira de todos y cada uno de los concurrentes. Pero todo comenzaba en orden, con las distintas columnas entrando a la Plaza sin contratiempos, haciendo caso a las recomendaciones de los maestros de ceremonias desde el palco. En el mismo, se advertían las presencias de Néstor Pitrola del Polo Obrero, Jorge Altamira del Partido Obrero, Nicolás Lista del MTL, los candidatos de Izquierda Unida Patricia Walsh, Marcelo Parrilli y Vilma Ripio, la diputada Alicia Castro, entre otros.
Es una auténtica reunión popular, “multitudinaria y multicolor”, como afirmó Lucio Fernández Moores de Clarín al día siguiente, sin ningún momento de nerviosismo ni exaltación.
Sobre el filo de las 21:00, una titular del Sindicato de Actores procedió a leer un documento que fue consensuado ampliamente por las organizaciones populares convocantes: “Declaración del 24 de marzo de 2003. Estamos reunidos en esta histórica plaza del pueblo, para repudiar con la misma fuerza de siempre, el golpe de estado de 1976 que instaló la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia. Para reafirmar nuestro compromiso militante de continuar la lucha contra la impunidad y la represión de ayer y de hoy, contra el hambre y la entrega, y para decir no a la guerra imperialista contra Irak. Decimos hoy presentes a nuestros 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, y a todos los que dieron su vida en la lucha por conquistar una Argentina sin opresión ni explotación. Este 24 de marzo nos encuentra en pleno ataque terrorista de Bush y sus aliados contra Irak, desconociendo la movilización de todos los pueblos del mundo.
Incluso sin el apoyo de la ONU, EEUU se ha lanzado a una guerra imperialista, una guerra por el petróleo, una guerra para cambiar el mapa del mundo y para garantizar su hegemonía. Con esta guerra, los yanquis, Gran Bretaña, España y sus secuaces pretenden darnos una señal a los países y pueblos del mundo entero de que su poder no debe ser desafiado. Sin embargo la experiencia de los pueblos que resisten como el palestino, el de Vietnam, Cuba, Somalia y muchas otras, demuestran que los imperialistas no son invencibles y pueden ser derrotados. El genocidio ejecutado por las FFAA que dieron el golpe el 24 de marzo de 1976, tuvo como objetivo destruir las organizaciones populares, exterminando a los luchadores y sometiendo por el terror a todos los argentinos. Esa fue una de las caras de la dictadura, la otra es la miseria planificada para el pueblo mientras viejos y nuevos grupos económicos no cesaban de enriquecerse. Y esta política de las clases dominantes la continúan hasta hoy los gobiernos constitucionales, el genocidio del terrorismo de estado se continúa en el genocidio económico.
Durante estos 27 años, el imperialismo, los terratenientes, y los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros “especialmente financieros e industriales- han dictado las políticas económico-sociales en nuestro país, que profundizan la crisis estructural argentina, y agigantan la desigualdad entre los pocos que acumulan riquezas y los millones que no alcanzan ni siquiera un ingreso mínimo que les garantice la subsistencia. La profundización del carácter entreguista y antipopular de la política económica, la reducción del salario real, el aumento de la jornada laboral, la brutal flexibilización de las condiciones de trabajo, la consolidación de la hiperdesocupación como un factor permanente, el avance y la liquidación de la educación y la salud pública, el cierre de miles de fábricas, la concentración de la propiedad de la tierra y su creciente extranjerización, son parte de la injusta realidad que vive nuestro pueblo, como también lo es la impunidad con que los sucesivos gobiernos constitucionales han amparado a las FFAA, a las policías y a los civiles que planificaron y ejecutaron los crímenes de la dictadura.
Contrariando la voluntad mayoritaria del pueblo con las leyes de punto final y obediencia debida y los indultos, el gobierno radical de Alfonsín y el justicialista de Menem, les garantizaron la impunidad a los militares que planificaron y ejecutaron el horror y a los grupos económicos que impulsaron el genocidio, impunidad que continuó durante el gobierno de la Alianza de De la Rúa, y continúa hoy con el ilegítimo gobierno de Duhalde.
Esta garantía de impunidad, para aquellos que desde algún lugar del poder atentan contra el pueblo, les da vía libre a los que reprimen movilizaciones populares, torturan a los presos en las comisarías, asesinan a jóvenes pobres sólo por el hecho de serlo y permite también, que además de hacer escuela con sus sucesores, los represores de la dictadura sigan en actividad ocupando altos cargos públicos en las FFAA y de seguridad. Hoy, 27 años después del golpe, nos encontramos con que Duhalde, surgido de un nuevo pacto espurio con Alfonsín, Ibarra y otros, sigue agudizando a los de abajo con su política de hambre y sumisión nacional. Los salarios de los trabajadores pierden su poder adquisitivo al compás de la suba de precios, es cada vez más desesperante la situación de millones de desocupados, la pobreza se multiplica y la mortalidad infantil por desnutrición alcanza dimensiones inéditas. Mientras tanto, el gobierno continúa pagando la ilegítima y fraudulenta deuda externa, impone ajuste tras ajuste, pacta condiciones humillantes con el FMI, tal como se verifica en el acuerdo al que llegaron para imponer el tarifazo que favorece a las empresas de servicios públicos privatizadas, y habilita la privatización de la banca pública. Son los mandatos del Fondo, de los grandes grupos económicos a los que obedece Duhalde, por eso indemnizó a los banqueros y les licuó la deuda a los grandes monopolios; en tanto les incautó los ahorros a los sectores medios y los llevó a una situación cuyos alcances todavía no han podido medirse con la profundización del corralito, la devaluación y la pesificación.
Este gobierno intenta frenar la lucha y la organización popular con más represión. A los asesinados por los anteriores gobiernos constitucionales, a los asesinados durante la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre, y a los pibes de Floresta, se sumó el 26 de junio el brutal asesinato de los compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en una marcha piquetera”.
A esta altura del acto, en la Plaza de Mayo se seguía escuchando con unción a la lectora del documento, sólo interrumpida en contadas ocasiones por los cánticos que aludían a Bush, los militares del Proceso o a los impopulares políticos locales, a los que se les lanzó el ya clásico “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Alrededor de 30 personas se hacían oír, sin registrar ningún tipo de incidentes.
“Este torrente popular, que manifestándose en las calles, las plazas y las rutas, va a lograr que se vayan todos, que no quede ni uno solo. Va a lograr barrer a este poder que nos impone hambre y represión, estamos por construir una nueva Argentina, surgida de todas las formas de lucha. Una Argentina que signifique paz, trabajo, tierra, vivienda, salud, educación, justicia, libertad para todos. Estamos por la Argentina con la que soñaron y por la que lucharon y dieron su vida, nuestros 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. 30.000 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos, “¡Presentes , ahora y siempre!”, concluyó la oradora casi entre lágrimas en medio de una ovación general.
Eran casi las 21:30, y mientras que unos enfilaban hacia los vapuleados Tribunales portando la enorme bandera con las fotos de los desaparecidos, la mayoría optaba por desconcentrarse en perfecta disciplina. A veintisiete años del infausto Proceso de Reorganización Nacional, esta enorme presencia popular demuestra, una vez más, que la memoria sigue intacta a pesar de los intentos por arrancarla de las conciencias de la gente.
Nunca más, ahora y siempre.
Fernando Paolella
Como no tienen un solo periodista decente y que no sea videlista, el 24 de Marzo tienen que acudir a una nota de Fernando de hace 17 años. Sanz, Forte y Goldberg han convertido este sitio en una lamentable cloaca fascista.