La actual administración kirchnerista ha logrado lo que ningún otro gobierno que se defina como democrático pudo lograr pese a sus intentos: tener controlados a la mayoría de los grandes medios y poder así manejar la información a su antojo. Ya sea por presionar con la quita o el aumento de la publicidad oficial, ya otorgando subsidios por debajo de la mesa o mediante otras picardías, lo cierto es que el gobierno manipula gran parte de la información según su conveniencia, a la vez que silencia muchas cosas. Demasiadas cosas. Es como “el diario de Yrigoyen” pero al revés. A Hipólito Yrigoyen le hacían un diario especial para él, para que no se enterara de los desastres que se sucedían a su alrededor. En nuestro caso es a nosotros a quienes nos confeccionan medios de información para ver qué bien marchan las cosas en el país y para ocultar  convenientemente lo que no debemos saber. ¿Y qué es lo que no debemos saber?
    Por ejemplo, que piqueteros a quienes el gobierno tolera o está captando están siendo provistos de credenciales para la libre portación de armas –obviamente por parte del RENAR que depende del Ministerio de Defensa-, se dice que con el fin de que conformen una especie de “milicia popular” que cierre filas para proteger al presidente en caso de algún conflicto serio. De hecho, últimamente se ha visto y fotografiado a algunos de ellos llevando semiocultas armas de las denominadas “tumberas”, de fabricación casera por ahora.
    Por ejemplo, que una de las fracciones del movimiento piquetero “Aníbal Verón” –uno de cuyos miembros hace poco apaleó un automóvil y a su conductor, que llevaba a su familia completa, incluidas dos criaturas, de urgencia a un hospital (su mujer estaba embarazada)- fracción autodenominada “Resistir y Vencer”, ha pasado a ser conducida nada menos que por el terrorista Enrique Gorriarán Merlo. De larga y sangrienta trayectoria en los años de plomo, se recuerda que su última hazaña fue conducir el ataque al Regimiento de La Tablada, hace dieciséis años. Y con él se han integrado a esa fracción piquetera varios de sus compañeros de ruta en aquel entonces.
    Por ejemplo, y éste es quizás uno de los secretos mejor guardados por el entorno “K”, está la salud del presidente, tema que está adquiriendo aristas cada vez más dramáticas. Su esposa Cristina -devenida en verdadera “dama de hierro”- y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, son quienes están comandando todo operativo tendiente a mantener bajo un amplio manto de oscuridad, o de desinformación según el caso, cualquier alusión al verdadero estado de salud de Kirchner.  Que no es precisamente bueno y va mucho más allá de una simple gastritis o problemas gastrointestinales como se nos inculcó un año atrás.
    Este último fin de año al presidente se le criticó mucho que no apareciera cuando ocurrió la tragedia de Cromagnon. Y no podía aparecer dado que en esos momentos estaba internado en el Hospital de Río Gallegos –en un sector especial- atacado por una fuerte hemorragia intestinal, atendido por su médico de confianza y por un oncólogo. Es que Kirchner padece en realidad un cáncer intestinal, lo cual lo lleva, a él y a sus médicos asistentes, a realizar constantes chequeos, medicación y otros malabares para evitar que una metástasis se extienda a los órganos cercanos. Esta real dolencia presidencial no arrancó hace algo más de un año con los problemas que conlleva gobernar un país como éste, sino que comenzó a insinuarse casi veinte años atrás, a manera entonces de simples gastritis y luego principios de úlcera.
    En fin, son muchos más los temas que oculta el gobierno, algunos más dramáticos que otros. Por suerte aún existen o han surgido medios totalmente independientes o alternativos, como las agencias Seprin, Argenpress o Tribuna de Periodistas, en las que uno puede abrevar sin caer en la telaraña que proponen los llamados “grandes medios” para desviar u ocultar información, y que avergüenzan al periodismo de raza que existió en lo que parece, a esta altura, una prehistoria argentina.

Carlos Ballistreri
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