CFK no encontró la cara del representante de las protestas del 8N y la del 13S, no para dialogar sino como es de práctica en el kirchnerismo, para descalificarlo, denostarlo, ningunearlo o mostrar su pasado, si este lo perjudica. Por ello eligió a la clase media, pero no entiende el fenómeno que hizo posible esta mega protesta.
En primer lugar está la causa, su gobierno absolutista —igual que el de su marido—, el desgobierno y los errores diarios, fruto de la improvisación, el despilfarro de la hacienda pública, empleada en la construcción de poder que para de cooptar voluntades, y el enriquecimiento ilícito de toda la banda.
En segundo término la función de las redes sociales, que por la magia de las comunicaciones modernas, aceleran la reacción del pueblo, que en otras épocas hubiera insumido el tiempo suficiente, para que se desarticulara la acción demostrativa del descontento.
Y en tercer lugar, estas acciones están marcando el principio de los tiempos, en que el pueblo "delibera y gobierna". Delibera porque se reúne y genera el mandato, que luego los funcionarios elegidos, deberán cumplimentar, sin desvíos. Y gobierna, porque "controla y supervisa" en forma directa y simultánea sus acciones. Estamos entrando sin darnos cuenta todavía, en una nueva era, la era de la verdadera democracia, dos siglos después de la revolución francesa, que terminara con la monarquía, y comenzara a "gatear" la seudo democracia, que hasta ahora nos gobierna.
El egoísmo, la soberbia, y otros malos hábitos, han hecho posible que los políticos, terminaran reemplazando a los “nobles” y sus cortes, adjudicándose derechos que nadie les otorgó, y mandan como si el país fuera de su propiedad, y que el pueblo no fuera otra cosa que vasallaje a su servicio y que debe rendir los tributos para engrosar sus arcas, mientras ellos se divierten y gozan de una vida llena de abundancia, lujos, aviones que vuelan de un pueblo a otro, para llevarle a la reina el periódico etc.
El problema, residió, en que era impensable que el pueblo tomara decisiones y controlara a sus gobernantes, por el problema de las comunicaciones, que en los años en que empezaron los pueblos a darse gobiernos democráticos, se hacía como en nuestro país, a caballo. Y por eso en nuestra Carta Magna, figura la génesis que, hizo posible, que los políticos pudieran cometer toda clase de abusos, tropelías, y que se arrogaran el derecho a dictarnos las reglas que debemos cumplir, o que determinaran que clase de país seremos, cuando dice: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”.
El colmo de los representantes, se da en nuestro país, cuando diputados o senadores que representan a un partido, luego de electos, se cambian de bando, y nadie (o sea el Congreso) los expulsa de su seno, por ser indigno de representar a nadie. Si esos representantes hubieran sido honestos, patriotas, con valores y principios tan sencillos, como no mentir, ser honestos, y respetuosos de los derechos del pueblo, con objetivos claros y dispuestos a dar todo por la grandeza del país, hoy seríamos una de las primeras potencias del mundo como nos veníamos perfilando en el siglo 19 y principios del 20.
Hoy estamos cabalgando, pero sobre la tecnología de la comunicación instantánea y simultánea, que puede acelerarse más todavía, y permitir el control de los actos de gobierno de funcionarios que estarán atados al mandato del pueblo. Imaginen a un pueblo informado, y deseoso de participar, que comenzando desde los municipios, se reúne bajo ciertas normas, formando células o mesas de trabajo, con no más de 10 participantes en cada célula, para analizar los problemas y proponer soluciones, —utilizando métodos de probada eficacia— e iniciativas que luego podrán ser parte del mandato, que los funcionarios deberán cumplir sin desvíos. Para participar de estos círculos de acción democrática, solo será necesario, estar empadronado, y estar dispuesto a respetar la autoridad del moderador, quién otorgará el uso de la palabra, y llevará un registro minucioso y documentado de toda la actividad, que estará a disposición de todos los participantes, y publicado simultáneamente. Cada moderador o líder, a su vez se reunirá formando parte de círculos de segundo paso, con las mismas características, para formar las tendencias que constituirán luego dos corrientes de opinión, que al final serán el mandato para los funcionarios que resulten electos.
Esto es parecido a lo que debieron ser los partidos políticos. Pero allí, los políticos dirigentes, con sus seguidores mas cercanos, deciden, sin la participación de los afiliados al partido, que plan de gobierno presentarán para las elecciones, en el mejor de los casos, pero en la mayoría de las oportunidades, solo prometen vaguedades, como “con la democracia se trabaja, con la democracia se educa, con la democracia se come” o este otro “síganme que no los voy a defraudar”; y luego a poco andar el pueblo se desayuna con “el modelo” que todavía no se sabe bien en que consiste, o el “vamos por todo” que pareciera indicar que no dejarán nada de nada. Un saludo cordial a todos.
Braulio Quevedo
Especial para TDP