Quizá ya la mayoría de las personas no la tienen en cuenta, y es que las vacaciones 2012/2013 fueron historia para la escasa masa de personas que pudieron tomarse unos días, en especial, en la costa atlántica.
Sí, es la peor temporada desde 2002. Los últimos días de enero y primeros de febrero, desde los canales, multimedios y contenidos kirchneristas se desvivieron por mostrar lo que no existía: la costa atlántica llena de gente, algo que nunca ocurrió.
El relato, esencialmente, consiste en propalar, difundir, convencer de que algo que al gobierno de CFK le conviene, existe, en consecuencia, había que difundir la temporada, pero resulta que la temporada fue un absoluto fracaso.
Hasta en un acto desesperado el neo oficialista C5N mandó un equipo a San Bernardo, quizá la playa más angosta, para filmar gente apretada —terminaron tirando los noteros al agua— cuando no había nadie.
Algunos podrán creer que estas cosas no se manejan, que quedan libradas al azar, pero sin promover teoría conspirativa alguna, hay que tener en cuenta algunos datos curiosos que el relato fue armando, preso de sus propias contradicciones en tiempos de declive.
No fue para nada ingenuo la eliminación de la llamada “cuarta quincen”a o “segunda de febrero”, la que se dinamitó (adrede) a fin de dar comienzo las clases primarias y secundarias a fines de febrero y no en marzo (en términos gramscianos del relato, porque no empezarán) y de ese modo comprimir la cantidad de turistas entre el 1/01/13 y el 16/02/13. El verdadero objetivo fue, si falta gente, apretala para que parezca más, y de paso, mentí (o relatá) con que te interesan 4/5 días más de clases al año, que se las van a llevar los paros docentes.
Así, el feriado del 11/12 (carnaval) dio por finiquitada la cada vez más breve temporada, marcando el nuevo tiempo, que es escapaditas de cinco días con las consabidas pérdidas económicas del turismo que no parece arrancar en el futuro, salvo un cambio copernicano de política que no se avista.
La mano venía muy mal (irá peor)
La estrepitosa caída de la economía que se registra desde el tercer trimestre de 2011, por más que el Estudio Bein y los demás economistas a sueldo K se desgañiten en explicar lo inexplicable, iban a producir o consolidar lo que el público en general observaba como el mal camino: la compresión del gobierno que, antes de asumir el segundo mandato, sabía que esto iba para atrás, que su relato de demagogia y consumismo era inviable, y que se debería manejar en el futuro fugando hacia delante, tratando que el plano inclinado se alisara lo más posible, en vez de empinarse.
Asumido lo anterior (seguir con la joda la demagogia y el consumo sin laburo), la primera medida fue apropiarse de la renta real, o sea, de la aduana, de los bienes y servicios reales exportables. En consecuencia, se da inmediato comienzo, de manera gradual para evitar el shock, con las mini restricciones de venta de divisas al público minorista y mayorista (con excepciones a las mineras, petroleras, contratistas y amigas del poder).
Así, en octubre de 2011, ante la falta de pronósticos locales, comienza el gran declive y reconversión oculta de dicho declive (mentida reconversión de importaciones nunca pretendida como medida de fondo, sino, como necesidad cambiaria, compre argentino, restricciones de facto a importadores, etc. etc.)
Ya en 2012 se veía que la lucha iba a ser en el discurso, mediática y distractiva. Pero en los números, el plano inclinado era inevitable: LA fuga de capitales siguió, reverdece la imagen y acción del joven neo-imberbe Kicillof, con su teoría de que las empresas no deben distribuir dividendos (se veían venir el escándalo de las remesas al exterior, obvio, en moneda dura) como modo de evitar la escalada de fuga con su consecuente caída de las inversiones. El expresidente americano Bill Clinton le hubiera advertido: “Es el capitalismo, estúpido”.
Otra de las dimensiones poco estudiadas es la caída estrepitosa de la calidad de los bienes y servicios que se consumen, que es muy difícil de mensurar en número, tanto de productos en sí, como de servicios, etc.
Así, 2012 se consolida como el año de
La inflación, impiadosa, sumada a la restricción de cambios, la complicidad de los bancos (prendidos en la joda de liquidar dólares contra bonos (o contado contra liqui) y la poca expectativa de utilidades hacen a 2012 como un año de quiebre y horizonte de poco pronóstico, al menos, dentro de este proceso político.
En este marco, surge la gran contradicción de tratar de contener el precio del dólar generando un mercado desdoblado, pero irregular (en agosto de 2012 pensaron en desdoblarlo, cosa que vuelve hoy a la palestra como proyecto, pero tienen miedo que las colas de compra del paralelo generen una histeria inmanejable).
Así se genera el dólar cereal, que resulta inferior al escaso oficial de $5, esto es el dólar de la soya, que ronda los $3,20/$3,40 luego de la desgravación de las retenciones. Esta situación en la cual el Estado Nacional se come el 65% del valor real del producto exportable es insostenible en el tiempo, y corre riesgo de un parate futuro en el caso de una caída en el precio internacional de la soya, dado que o se baja rinde (no se pone urea o glifosato) o se exporta de manera trucha (vía Uruguay, flojo de papeles o con barcos o camiones clandestinos hacia ese país) o se sube el dólar de transacción (oficial) a un punto de corte de $6 o $6,50 con el consabido riesgo de que la inflación supere los 45 o 50 puntos anuales, con lo cual la situación sería ingobernablemente explosiva.
Hay que tener en cuenta que, entre octubre y diciembre, el BCRA, y por pedido del Ejecutivo Federal, quema motores de
Todos los caminos parecen cerrados, y los datos del desbarranco son:
1) Desinversión. 2) Decrecimiento galopante de la actividad económica, aún peor si se mide en términos de crecimiento vegetativo. 3) Caída de la recaudación, si es medida sin la inflación real. 4) Caída de las reservas (en un año, 20%) con preocupante caída de los depósitos privados en moneda dura. 5) Generación de distintos tipos de cambio que crean condiciones injustas del reparto de la renta (corrupción). 6) Falta de insumos en los sectores privados productivos, por barreras estatales -legales y de hecho- a la importación. 7) Déficit Estatal creciente, falta de control del gasto público 8) Empeoramiento en la provisión de combustible, gas y electricidad a los productores y consumidores, crecimiento exponencial del déficit en la balanza de pagos (malgasto de recursos propios inexplotados por ineficiencia de las políticas públicas). 9) Mala calidad de los servicios de trasporte público, servicios portuarios, vías de acceso, producción de servicios administrativos. 10) Aumento de la presión impositiva descomunal en los últimos 10 años de administración local. 11) Generación de nuevos tributos provinciales y aún municipales, que antes no existían. 12) Tensión social y falta de mano de obra calificada en muchos sectores, que impiden nuevos emprendimientos productivos. 13) Aumento inusitado del peso de la burocracia (cantidad de empleados públicos, ineficiencia y baja calidad de la administración pública). 14) Empeoramiento de las condiciones de crédito, interno y casi nulidad de crédito externo. 15) Falta de estímulo a la inversión, imposibilidad de acceder a ventajas (corrupción) que son cooptadas por sectores cartelizados amigos del estado, que se reservan los sectores del gasto público y las súper-rentas a manos del Estado, marginando (de manera mafiosa) al resto que no accede a los favores de los funcionarios. 16) Inseguridad jurídica de parte del estado en cuanto a las normas de juego y el alto nivel de coima. 17) Incertidumbre y caída del mercado real estate (inmobiliario) 18) Falta de credibilidad del sector productivo en las autoridades y sus propuestas.
La paradoja de la dependencia
El gobierno actual es un gobierno de paradojas. Una continuidad, una línea continua de ellas. La paradoja (del latín paradoxus) es una idea extraña opuesta a lo que se considera verdadero, una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica, o a una situación que infringe el sentido común.
En el ámbito local, el gobierno sigue una línea de pensamiento gramsciana (berretizada) una especie de Lerú escrita por el inefable Ernesto Laclau, una especie de quinta columna local que propala el relato entre los convencidos funcionarios cristinistas, ello, desde su comodidad académica en la localidad demasiado burguesa de Essex (Inglaterra)
Ya no necesitan poner pensadores locales ni gastar en embajadores y delegaciones caras y prestigiosas como lo hicieron antaño en épocas doradas de imperio. Ya hay, gracias a la globalización, muchos cipayos locales muy voluntariosos que con sueldos de 10 mil libras esterlinas (o más) que nos hacen el favor de pensar el socialismo del siglo XXI desde aquel archipiélago verde e imperial. Así, le enviarán sus magníficas obras a Chávez, Correa, Evo y Cristina, cómo deben ser los nuevos socialistas monárquicos de la periferia, cómo debemos pensar, cómo debemos asumir nuestra condición de productores de bienes y commodities dentro del marco del nuevo reparto del trabajo mundial, en donde los chilenos volverán a producir cobre, los ecuatorianos frutas, los venezolanos petróleo, los argentinos y paraguayos soya, y así convenientemente. ¿Para qué luchar con los supuestos líderes tercermundistas como antiguamente hacían los imperios, si hoy por dos monedas los tendrían de personal de servicio del nuevo orden?
La paradoja del dólar barato, y las clases pudientes en el exterior
Así, en lo pequeño de la coyuntura del mercado turístico (o sea, las personas que se manejan defendiendo su plata) comprende que es más barato viajar al exterior, que alquilar una casa en Pinamar, máxime, en una sociedad con 30% de inflación anual, y que, o no devalúa la moneda de manera acorde, o no reduce la inflación de manera acorde (lo segundo es lo deseable, lo primero nos llevará a la implosión productiva, que se avecina).
El relato, mientras tanto, seguirá contado autos en el peaje de Dock Sud, como si ello proporcionara alguna información importante (salvo para justificar el mismo relato) Salvo contar el paseo de los autos, que van y vienen a la costa con presupuestos escuálidos más que escasos.
Y los ricos, junto con los de clase media con crédito, seguirán (hasta la implosión) viajando en pesos, al valor irreal de $5, porque es barato, y porque demuestra que el mundo no se nos cayó encima, sino todo lo contrario el mundo es más barato y nosotros mas ineficientes y se seguirán peleando con el señor Echegaray para que le venda divisas para viajar, porque el peso no existe más (que a esta altura ya violó todas las leyes a su alcance, actuando de hecho sobre el mercado de divisas, sin respaldo legal) Aclaramos que decimos que el peso no existe más porque es una moneda muerta, como ya se explicó en TDP hace mas de seis meses, una moneda que pronto el relato se encargará de darle las hurras, Siempre es bueno cambiar la moneda, se devalúa indirectamente, sin tener que atacar y encarar los problemas de fondo. Encarar los problemas de fondo no da votos.
Y los que no puedan viajar al exterior (ni a Carmelo) seguirán ajustando sus días y sus gastos en la costa, o donde sea a los que se pueda escapar, aunque sea a pasear en auto sin consumir muchos pesos, que es lo que hoy escasea, después de los inencontrables dólares. Y de las famosas quincenas, que se vayan olvidando.
Y la inmensa mayoría de pobres seguirá sin ir a ningún lado (el 80%) cada vez más preocupada del precio de los fideos, el arroz, la harina, el pan, la carne.
Esos productos que en la góndola moreneana del supermercado no aparecen más, aunque el relato nos asegure los precios máximos.
Así estamos.
José Terenzio