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La ideología del gobierno alcanzó al Estado

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EL TINTE IDEOLÓGICO EN EL ACUERDO CON IRÁN
EL TINTE IDEOLÓGICO EN EL ACUERDO CON IRÁN

Desde la consigna de “profundizar el modelo”, espetada por Néstor Kirchner luego de la derrota legislativa de 2009, y más aún a partir del “vamos por todo” de Cristina Fernández, en el marco del 54% obtenido en 2011, se ha verificado una ideologización extrema del gobierno argentino. Esto ha significado, entre otras cosas, inflexibilidad, desconocimiento de los partidos opositores como actores válidos del sistema democrático y priorización del alineamiento ideológico de los funcionarios por sobre otro tipo de valores o consideraciones.

 

Si el extremismo ideológico del gobierno se hubiera detenido dentro de los límites del gobierno mismo, habría constituido solamente una grave equivocación, capaz de aislar al gobierno de la realidad y desaprovechar numerosos aportes del arco político y social no kirchnerista. El problema es que la ideologización ha sido expandida al Estado mismo, y esto importa una actitud absolutamente antidemocrática, violatoria de un principio fundamental del Estado de Derecho que es la separación entre gobierno y Estado.

Es así como los argentinos comenzaron a ver propaganda política masiva del gobierno financiada con recursos públicos, programas públicos supuestamente periodísticos que abandonan el periodismo para sumarse al aparato propagandístico oficial y los nefastos intentos de adoctrinamiento a través de las escuelas públicas con el auspicio de la Dirección de Fortalecimiento de la Democracia, dependiente de la Jefatura de Gabinete y a cargo del dirigente de La Cámpora, Franco Vitali.

En este marco, la política exterior argentina también se ha visto afectada por este proceso de ideologización extrema del gobierno. Cabe aclarar que la ideología no es algo malo (todos tenemos una en alguna medida) sino que el extremismo, el dogmatismo y el aislamiento mental lo son.

No debe ser lo mismo el gobierno que el Estado, ni las políticas de turno que las políticas de Estado, ni la política interior que la política exterior. Una nación es más que la suma de sus partes y el Estado debe ser capaz de trascender los gobiernos.

El extremismo ideológico del gobierno le ha causado numerosos perjuicios al país. Lo mejor del discurso kirchnerista, la idea misma de la existencia de derechos humanos, se ha visto desvirtuada al ser utilizada como bandera ideológica, en contra sólo de los enemigos del pasado, nunca de violadores sistemáticos de los derechos humanos actuales, como Venezuela, Cuba o Irán, sin ser capaz de generar conciencia acerca de la importancia de defender y fortalecer un Poder Judicial independiente, capaz de asegurar esos derechos en el presente (Ej.: reforma del Consejo de la Magistratura, recusaciones masivas y “democratización” de la Justicia a través de un sistema de listas sábana que permitirá colocar incondicionales del Ejecutivo sin consenso).

Como no podía ser de otra forma, tarde o temprano esta ideologización extrema iba a alcanzar a la causa AMIA, baluarte de acuerdo y sentimiento patriótico de los argentinos si los había. Esta causa es ahora motivo de desunión y de pelea entre la sociedad, inclusive entre los propios familiares de las víctimas.

Cuando un país tiene un conflicto con otro, hay dos vías fundamentales para solucionarlo: la cooperación o la presión internacional. Como consecuencia de la nula voluntad de cooperación evidenciada por el Estado iraní, presuntamente involucrado en los atentados terroristas contra la Argentina en 1992 y 1994, el país, acertadamente eligió el camino de la presión internacional. Y en esta vía, las gestiones kirchneristas, antes de ser alcanzadas por su propio proceso de ideologización extrema, venían logrando importantes avances, como la instalación del tema en las Naciones Unidas y las alertas rojas de Interpol, que alcanzan a cinco imputados, incluido el Ministro de Defensa iraní.

Puede que la pista iraní sea equivocada. Claro que la Justicia argentina no es ni pretende ser infalible, pero el gobierno tiene el deber de apoyarla, y de trabajar para que pueda avanzar la investigación, lo que sólo podrá lograrse si Irán coopera con la Justicia local.

Cuando el gran impedimento para que se hiciera Justicia no era la ausencia de una investigación seria, sino la falta absoluta de cooperación del Estado iraní, el acuerdo lo único que hace es crear una comisión investigadora cuyo buen funcionamiento queda supeditado a la voluntad de las partes y que, en el mejor de los casos, sólo puede efectuar “recomendaciones”. Es más, en todo el acuerdo no se establece un solo plazo. Todo esto implica que se le están dando a Irán nuevas excusas, que antes no tenía, para dilatar en el tiempo su cooperación.

No sólo se abandonó el camino de la presión internacional antes de haberse éste agotado y cuando se venían dando avances importantes, sino también, sin que haya habido de parte del Estado iraní demostración alguna de voluntad seria de cooperar con la Justicia argentina. Como mínimo, la decisión del Estado argentino constituye un apresuramiento, más aún cuando la Argentina ocupará durante los próximos dos años una banca en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, órgano con capacidad de ejercer presiones muy superiores a las que se han implementado hasta el día de hoy.

Sólo era cuestión de seguir perseverando con el reclamo y esperar, en los próximos dos años, la oportunidad de negociar con los miembros permanentes del Consejo para obligar a Irán a cooperar con la Justicia argentina o con la de un eventual tercer país, como ha ocurrido en otros casos; todo esto en un marco de creciente aislamiento internacional de Irán, en el que hubiera sido perfectamente viable profundizar el camino por el que la Argentina venía trabajando denodadamente.

Está muy claro el motivo por el cual Irán firmó el acuerdo. Le permite una válvula de escape a su creciente aislamiento internacional. Le posibilita demostrar que está en entendimiento con nuestro país, al tiempo que le abre las puertas para intentar trabar o dilatar la investigación y tumbar las alertas rojas de Interpol, ya que carecerían de sentido si es que ambos países se encuentran cooperando e investigando el asunto. No por casualidad el acuerdo contiene el artículo 7, que dice que el tratado, luego de ser firmado, “será remitido conjuntamente por ambos cancilleres al Secretario General de Interpol”.

Lo que no está del todo claro es por qué prematuramente, en un momento ideal para profundizar la presión internacional y obtener resultados favorables, el gobierno argentino opta por el entendimiento y el acuerdo con un régimen que no ha demostrado ninguna intención de cooperar, que ha desoído sistemáticamente a nuestra Justicia, que somete a la mujer, persigue a disidentes, infieles, homosexuales y judíos y cuyo presidente ha hecho un llamado público a la “desaparición física” del Estado de Israel, demostrando estar de acuerdo con las ideas que llevaron a la concreción de los atentados contra nuestro país.

El motivo de este apresuramiento (en el mejor de los casos) o de esta lisa y llana entrega de la causa AMIA (en el peor de los casos), es el proceso de ideologización extrema del Estado argentino, que lleva una vez más a priorizar la ideología por sobre otros valores. Desde hace tiempo que el gobierno argentino desea sumarse al eje Caracas-Teherán, con la imposibilidad de hacerlo precisamente por estar de por medio la causa AMIA, es decir, la dignidad y el deseo de Justicia del pueblo argentino.

Como en todo extremismo, este proceso de ideologización del Estado argentino debe nutrirse en gran medida del rechazo u oposición hacia determinados grupos por su condición de tales (sean las democracias abiertas y desarrolladas o todas aquellas personas que piensan distinto). Esto lleva a adoptar criterios de acción negativos que pueden derivar en negligencia, odio y violencia, y que se conectan entre sí.

En política interior, se aceptan alianzas con todo tipo de aparatos o dirigentes sospechados con tal de mantener el poder y se agrede o acusa al que critica. En política exterior, pasa a ser más valioso sumarse al eje “anti-imperialista” Caracas-Teherán que perseverar hasta las últimas consecuencias en la presión internacional por AMIA o mantener las distancias con un régimen de extrema derecha como el iraní.

Dicen que en política los extremos tienden a tocarse, como en este caso. Quizás lo hagan a través del odio. Si ello es así, puede que el mismo tienda a profundizarse y ampliarse de aquí en más en el país. En cualquier caso, es muy importante que los argentinos respondan al extremismo con racionalidad, y al odio con esperanza. Por la causa AMIA, por la Argentina, por la verdad y la justicia, por la democracia y los derechos humanos.

 

Rafael Micheletti

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. El dilema es crucial: si el país se alinea con el polo que fuera, en todos los casos siempre hay ventajas y desventajas. Lástima que la tercera posición del General no pase de ser una mera expresión de deseos, porque en la realidad parece impracticable, ya que cualquiera de los bandos "sugiere" la férrea alineación a sus intereses. ¿Quién puede afirmar con certeza absoluta que el eje Venezuela-China-Rusia-Irán sea más "productivo" que el conformado por EE.UU., Gran Bretaña, Francia e Israel? En ambas situaciones se presentan beneficios y perjuicios, todos esos países comparten las "bondades" y "maldades" que muy bien explicita el analista en su artículo: es decir, todos ellos violan los DD.HH., piratean cada vez que pueden, son bastante "de extrema derecha" y quieren dominar el mundo a su manera, como así también tienen sus aspectos positivos, claro. Indudablemente la propaganda intensiva lleva a hacer creer que una opción (la clásica que todos intuimos) es netamente más positiva que la otra, pero el tema es que eso se choca de frente con la realidad de los hechos tan a menudo que se vuelve insostenible, aunque siguen insistiendo sin cesar. ¿Y si se probara un plan estratégico integrando los lazos con Brasil y el resto de Latinoamérica? Así, una vez fortalecida una posición que priorice nuestros intereses consensuados, podríamos relacionarnos en forma más eficiente y con mayor capacidad de negociación ante los demás sectores mundiales; además, en teoría, para eso se había creado el Mercosur, entre otras cosas... ya veremos en cuál bondi nos subimos (o nos hacen subir)...

  2. Salio el cardenal Bergoglio. Tenemos papa y es argentino.... Dios no nos ha abandonado. Y doña Hebe....que vaya comprando una palita de plastico y una bolsita de papel.... Para recoger lo que ha dejado en la metropolitana....

  3. Argentina fue un pais de promision hasta que llego el populismo a nuestras playas. Peron adalid de esas ideologias, seguidas con alternativas hasta ahora por algunos fachitos presidentes, nos llevo al subsuelo en que estamos. Pero pareciera que las experiencias no sirven y seguimos apretando el acelerador en esa direccion. Claro, despues siempre hay culpables y curiosamente son los otros y estan afuera, mas bien en el hemisferio norte y curiosamente tambien son paises prosperos. La tercera posicion que tanto proclamo Peron no existe, porque Argentina nunca peso en el concierto mundial. Su comercio exterior es una cifra minuscula comparada con el intercambio mundial, como vamos a ser tercera posicion, si hay personas en el mundo que ni saben donde queda nuestro pais ? Pero ahora que vamos a ser parte importante del Eje del Mal, vamos a tener nuestro minuto de fama. El precio a pagar sera durisimo, aislamiento internacional y decadencia economica, roguemos que no se nos de reeditar los 70, esta vez con terrorismo de verdad.

  4. No es por defender al gobierno pingüinesco, que buenas macanas ha hecho(aunque no mucho más que las que han hecho los que lo precedieron), sino a LA VERDAD que debería ser el bien supremo a resguardar, que digo que este art. contiene inexactitudes gruesas. No es cierto que: "...Cuando el gran impedimento para que se hiciera Justicia no era la ausencia de una investigación seria, sino la falta absoluta de cooperación del Estado iraní,...". Evidentemente el amigo Micheletti no conoce la desastrosa por donde se la mire "causa AMIA", ni el proceso ominoso que a llevado a su ESTANCAMIENTO actual. Que ha sido deliberado e impuesto por Israel, como los fueron las falsas acusaciones a Irán por los bombazos, y no "porque Irán no coopere". Por el contrario los persas se han venido degañitando por cooperar desde el mismo momentos de los atentados, en que ya sus enemigos Israel y USA los acusaban sólo a ellos y SIN PRUEBAS. Imponiéndoles a "nuestros" (des)gobiernos flanes(a todos) esa falacia como HIPÓTESIS ÚNICA A SEGUIR. Como también le impusieron al pingüinismo el pedir a Irán lo imposible de cumplir por ellos aunque quisieran: LA ENTREGA A LIBRO CERRADO(y esposados y con un moñito) de sus funcionarios. Y lo han hecho, justamente, para IMPEDIR que IRÁN COOPERE. Este es el escollo que se cae ahora: la pendientes indagatorias se realizarán SIN DETENCIONES y con la supervisión de LA COMISIÓN DE LA VERDAD, de 3eros. idóneos, neutrales e imparciales, que garantizarán que la (in)justicia argentina(¡Nisman!), no se mande alguna de las suyas. Más al respecto en: www.taringa.net/comunidades/orden/5722110/Falsificacion-Amia_-la-pista-de-los-3-estados.html .

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