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El discurso Kirchner

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 CON EXPECTATIVA NO ALCANZA
CON EXPECTATIVA NO ALCANZA

El presidente argentino Néstor Kirchner me ha vuelto a sacar de mis ocupaciones estrictamente literarias. La verdad amerita reflexionar sobre lo que está haciendo, y en el cómo, y el trasfondo de su mensaje para América latina, territorio fértil para la involución, estación terrena de Limbo City.

 

Se instaló K, de ahora en adelante, en medio de la nada, con un porvenir lleno de pasado, envuelto en ceniza, en la pastosa, inútil y pueril retórica del menenismo, con una aparente minoría absoluta y el descontento generalizado de la Nación. Marasmo, sólo marasmo, el presidente de la Patagonia. Calado de Sur, los que pertenecemos allí, a ese cono inmenso de esperanzas, abandonado, absurdamente olvidado, apostamos a usted sin la retórica mendiga de haber que nos toca.

Supusimos que su intención era, ni más ni menos, recobrar el brillo de la Cruz del Sur, esa que carga y padece el pueblo argentino y buena parte de Nuestra América, desde hace siglos.

Argentina existe y permanece a pesar de la antropofagia, de la cleptomanía sultanesca de los insaciables faraones de turno, que no son exclusividad trasandina, sea dicho de paso.

El discurso y la acción de K, son un termómetro elocuente de sus primeros pasos en la Casa Rosada, limpieza obligada en las Fuerzas Armadas y Corte Suprema, dos recintos ahítos de corrupción, sevicia, insana, espada y balanza, a favor de la injusticia y postramiento de nuestras naciones.

Claro mensaje de K desde un inicio para Argentina y sus alrededores, que son ampliamente distantes, y que los 500 millones de latinoamericanos, debiéramos de tomar en cuenta, y sobre todo, sumarnos a esa acción pidiendo rendición de cuentas en nuestros respectivos países, un rumbo acorde con los tiempos, más transparencia, fin  a la corrupción, un programa sostenible y sustentable, en la realidad y no en el verbo.

Es cierto, señor presidente, hay que buscar la verdad, no hay tiempo ya, y es fundamental entrar en una nueva historia, superar el pasado con su esclarecimiento y reparaciones adecuadas, para crear confianza ciudadana en las instituciones y otorgarle vigencia real a un mandato popular como el suyo.

Un tema vital de nuestro tiempo, como la equidad social, la democracia, es la impunidad, palabra tan despreciable, pero presente, que convierte en un circo cruel, romano, el impero de César a nuestras decadentes Repúblicas, bautizado por el horror y el abandono. Doble castigo el de la impunidad, triple esfuerzo el de los gobiernos decentes por erradicarla, como una razón de Estado impostergable.

La impunidad y la corrupción, primas hermanas del subdesarrollo, deben ser combatidas con firmeza si se espera establecer instituciones con credibilidad y eficientes, que puedan poner en marcha un proyecto nacional, atender las demandas claves de la sociedad civil, y darle mantenimiento a un Estado productivo y comprometido.

El parasitismo castrense, es otro tema, que postra a nuestros países, envilece a las instituciones armadas, y le resta credibilidad en el marco de sus funciones. Una buena frase la suya, K, cuando sostuvo en una reunión con los altos mandos que "La política de derechos humanos no tiene que ser interpretada como un ataque a las Fuerzas Armadas". Sí, señor presidente, de acuerdo, la justicia no es un cuento de las Mil y Una Noches, es el aquí y ahora.

A nadie sirve la confusión, ni las lamentaciones, y menos las irresponsabilidades, y de ninguna manera la administración del pasado, que es la banca rota de la Nación misma.

Nos parece legítimo Señor K, el toro y el Sur por las astas, como debe hacer un gobierno legítimo y que no intente más que un cumplir con un período en la historia presidencial argentina. Si algo se puede afirmar con entera veracidad de los hechos, es que usted está siendo claro en sus mensajes, objetivos, peticiones  a los actores involucrados en el desarrollo nacional, y entre ellos, las Fuerzas Armadas. Una nueva Argentina es la que demanda  el país y usted encabeza, lidera esas buenas intenciones, y su frase cae como anillo al dedo en las proximidades del 9 de julio: La independencia de la patria debe defenderse todos los días y desde todas las actividades, con uniforme y sin él. Sólo así lograremos ser respetados en el mundo como una nación digna. Años, décadas señor presidente, que no escuchábamos hablar con dignidad.

Tan importante como tener un proyecto nacional, responsabilizarse sobre él, es  debatir el futuro, y en eso usted también acierta.

Inventar un furo que sea claro para todos, es una tarea de primer orden, sin duda, después de las cavernas castrenses y políticas, de ese invierno feroz de involución y miedo, esa postración cancerosa del pasado.

Debemos encontrar un punto de reencuentro que nos ayude a superar esa triste historia, y no tenemos otros veinte años para hacerlo, es  una realidad a puño, Señor K, y nadie más autorizado que usted para poner esta carta sobre la mesa. En Chile están intentando ya sacar los esqueletos de las caravanas de la muerte, bajo los mares, perdidos en los confines del desierto, de la Patagonia, sumergidos en la negra historia inaugurada un 11 de septiembre de 1973.

El silencio, es cierto, y la complicidad, no pueden restablecer una unidad nacional, más vienen le agregan pus a la herida.

Es sensato trabajar con el presente hacia el futuro. La Argentina inventó mucha pobreza, corrupción, negligencia y terror en las últimas décadas. Fin de ese capítulo, en esta nueva era.

K está atendiendo también las provincias y mira hacia el Sur que es de donde proviene, y sabe, porque conoce, que es un mar de olvido con sus cordilleras, acantilados y soledades propias. Ahí presidente debe meter la mano y a fondo, comenzando por, mantener un diálogo fluido, real, programático con las organizaciones sociales, sus hombres en la provincia, y de esta manera resolver, dar respuestas, atender las demandas, crear infraestructura, conquistar para una nación en desarrollo en la sostenibilidad, todo ese potencial argentino y pasado mapuche.

La destrucción de la Patagonia, señor Presidente, su rico hábitat, el oxígeno y pulmón de la Nación, es responsabilidad de su gobierno y de todos los argentinos.

En Chile, usted sabe, que unas 10 mil hectáreas de bosque nativo serán inundadas y destruidas para siempre, según acaba de denunciar Greenpeace de Chile. Especies maravillosas como el Cisne Coscoroba,  el Huemul, Puma, Zorro Culpeo, están amenazadas de extinción. Se está preparando un basurero internacional de gigantescas  proporciones y que ocasionará un daño irreparable a la población, al sur de Chile, hermosas tierras colindantes con Argentina.

El mundo es global, nuestros proyectos nacionales pero insertos en la comunidad internacional, con independencia, conocimiento, tecnología, crecimiento en equidad. No hay otro camino en al sobrevivencia de la especie. Ya no es suficiente como en la Edad Media levantar el puente y separar el castillo del señor Feudal y la chusma. No hay espacio ni reservas, el deterioro es colectivo y nos compete a todos.

 

Rolando Gabrielli

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