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Lavagna nos engaña

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VERDADES Y MENTIRAS DEL DISCURSO DEL MINISTRO DE ECONOMÍA
VERDADES Y MENTIRAS DEL DISCURSO DEL MINISTRO DE ECONOMÍA

“La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud”. François de la Rochefoucauld

 

La miopía económica sostenida por Roberto Lavagna desde que se recibió de Licenciado en Economía Política en la estatal, pública y gratuita Universidad de Buenos Aires, hace cuarenta años atrás, lo hacen un perfecto desconocedor y despreciador de la situación real de la República Argentina, país que lo tiene actualmente como ministro de Economía y Producción.

Su lamentable desconocimiento de las teorías, procesos y herramientas económicas, aún a pesar de su paso por las universidades de Buenos Aires, del Salvador, de Bruselas, de Harvard y de la Sorbonne lo hacen sostener públicamente qué el crédito fácil, los subsidios, la expansión del gasto público y el aumento de las remuneraciones no son fundamentales para posibilitar una mejor distribución del ingreso y un más equitativo reparto de la riqueza.

El ministro Lavagna, fundador de una consultora de economía y empresas, denominada Ecolatina cuya marca registrada es Latín Eco S.A. y fundada en el año 1975, posee muchos antecedentes en cargos públicos rentados y no así verificables en la actividad privada que defiende fervientemente demuestra no conocer los diferentes procesos económicos que llevaron adelante los países que han visto crecer su economía y el bienestar de sus habitantes.

Días atrás Lavagna se refirió al “populismo” de los años 70 con un dejo de desprecio, el que no ha tenido al momento de informarnos los motivos por los cuales ha sido asesor de empresas como  Acindar, Alpargatas Textil SA, Aluar SAIC, American Express, Autopistas Urbanas SA, Banco de la Provincia de Buenos Aires, Benito Roggio e Hijos SA, Bridas CAPIC, Carrefour SA, Cerámicas Zanón SA, Edesur SA, LAPA, Loma Negra SA, M.B.A. Soc. de Bolsa SA, Massuh SA, Meller SA, Pecom Agra SA, Perez Companc SA, Servicios Ticket SA, Siderca SA, Siemens SAICFI, Socma SA, Techint Plantas Industriales e Y.P.F. S.A., entre otras. Éstas empresas, y sus propietarios, se han enriquecido multimillonariamente, también supieron evadir impuestos, quebrarse, venderse y revenderse, en los mismos años que el pueblo argentino vio degradarse en su condiciones y calidades de vida, trabajo, educación y salud.

Lavagna manifiesta llevar adelante un plan económico en el gobierno de Néstor Carlos Kirchner, una apreciación más “cómica” que “economicista” ya que justamente lo que no existe en la actualidad es un plan económico. Solo una oportunista situación administrada desde una holgada recaudación tributaria beneficiada por un contexto mundial que permite muy buenos precios para la exportación de los productos primarios agropecuarios y energéticos argentinos.

El ministro, quien desde la consultora sostiene que “ayuda a las empresas a realizar mejores negocios en forma más eficiente” y que brinda una “completa asistencia en planes de reestructuración y desarrollo del Sector Público”, nos quiere sorprender con cálculos y declaraciones sobre su gestión al frente de la economía nacional que detenta desde el 27 de abril del año 2002 por decisión del ex presidente Eduardo Alberto Duhalde y posterior confirmación de Kirchner.

Cómo ya lo demostró con el informe sobre el canje de la deuda externa en cesación de pagos realizada el 18 de marzo pasado, es muy adicto a presentar gráficos y cifras vacías de contenido, que a la hora de los anuncios pretenden demostrar una situación que muy pocos ciudadanos pueden comprobar diariamente en la realidad de sus vidas: crecimiento del Producto Bruto Interno y la producción industrial nacional, estímulo del consumo y la inversión, creación de puestos de trabajo, reducción de la pobreza y mantenimiento de la inflación.

La “burbuja” que intenta describir y en la que vive Lavagna, con su intrascendente paso como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante la Unión Europea y los Organismos Económicos Internacionales, lo hace despreciar al “populismo setentista” ya que quiere desconocer que por aquellas épocas la situación económica y del trabajo en Argentina era muy superior a la que nos han dejado las estrategias neoliberales por él abrazadas. De ahí que para el máximo director de la economía los salarios únicamente deban crecer como resultado de una mayor productividad y nos pretende hacer caer en el tan mentado círculo virtuoso del derrame del bienestar económico.

Obviamente que “él” cobraba y cobra excelentes sueldos junto a los consabidos gastos de representación mientras que otros “nosotros” esperamos que algún hipotético día el milagro se produzca.

El ministro falta a la verdad al aseverar que la inflación de los primeros meses de este año se debe a los aumentos de los salarios, ya que los mismos no han existido y los aumentos de precios han tenido su justificación en el aumento de la rentabilidad de las grandes empresas nacionales y multinacionales como siempre ha sucedido con el “conservadurismo financiero” impuesto desde antaño hasta la actualidad. Lo que debería justificar son los motivos por los cuales la rentabilidad de los sectores bancarios, financieros y especulativos –vernáculos y transnacionales– encuentran actualmente un pingüe negocio. De la mano de un dólar sostenido desde el Banco Central y con tasas de interés y costos financieros que imposibilitan la asistencia crediticia a las pequeñas y medianas empresas, que jamás lo tuvieron a él como asesor y que hacen imposible financiar las necesidades de la población que todavía tiene acceso al crédito usurario.

Tampoco nos debemos engañar y pretender que nos hagan creer que entre el ministro y el presidente hay dos visiones diferentes de la economía y las finanzas. Tampoco que existen posturas encontradas en la concepción de rumbo con su par el ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio Miguel de Vido, a menos que neguemos la realidad comprobada después de doce años de manejo hegemónico de la provincia de Santa Cruz (1991/2003), donde la producción industrial, el empleo privado y el bienestar inexistentes fueron tapados mediáticamente por el ocasional cobro de un Juicio por Regalías Hidrocarburíficas. Cuyos fondos desde la impronta financista kirchnerista fueron colocados “misteriosamente” en el exterior en lugar de haberlos dispuesto para el desarrollo sostenible provincial.

Roberto Lavagna pasará a la historia como ministro de Economía de Néstor Carlos Kirchner como pasaron a la funesta historia económica y financiera del país Bernardo Grinspun, Juan Sorrouille, Juan Carlos Pugliese y Jesús Rodríguez con Raúl Ricardo Alfonsín; Miguel Roig, Néstor Rapanelli, Herman González, Domingo Cavallo y Roque Fernández con Carlos Saúl Menem; José Machinea, Ricardo López Murphy y Domingo Cavallo con Fernando de la Rúa; Rodolfo Frigeri con Adolfo Rodríguez Saá y Jorge Remes Lenicov con Eduardo Alberto Duhalde.

Ajustadamente sostenía Carlos Roberto Darwin que “La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia”.

Ellos pasaron, pasan y pasarán siempre sonrientes y siempre mintiendo, mientras que al pueblo le han dejado un presente y un futuro destruido, plagado por doquier de hambre, pobreza, indigencia, quiebras, desempleo, marginalidad y emigrados en nombre de la democracia representativa y las teorías económicas capitalistas y de mercado.

Ya nadie nos debe engañar más. Aunque... Lavagna nos engaña. Esa es la cuestión que entre todos deberemos resolver urgentemente si queremos un país merecedor de ser vivido y disfrutado por todos los argentinos y no solamente por los miembros de las clases dominantes y políticas de siempre.

 

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