La Feria del Libro, uno de los hechos
culturales más importantes del país,
que se inauguró
el 21 de abril y que termina el 9 de mayo,
es visitada a diario por más de 1.500 personas de todas las edades, y
con la participación de invitados especiales que generan gran interés.
Como todos los años cuenta con 400 stands y 1.700 expositores.
Entre lo mejor de la Feria están los escritores "top", tanto argentinos como extranjeros, que presentan sus libros y firman
los ejemplares a los seguidores y público en general. Participan 23 provincias
del interior y 40 países. El costo que implica el desarrollo de la misma hasta
su finalización es de 4,7 millones
de pesos, dura 22 días
y las repercusiones que conlleva son notables, tanto para los grandes como para el
público
infantil, que tiene sus propios espacios para leer y participar de interesantes eventos,
los cuales
tienen como objetivo “despertar
el interés y fomentar el habito por la lectura".
Cuando se le
pregunta al director de la "Fundación El
Libro” – Sr. Carlos Alberto Pazos, organizador de la feria- cuáles son las
expectivas y metas a alcanzar, afirma que : “.... el único objetivo de la
misma es promocionar el libro y la lectura y
considera que un 68 % compra libros y entre los concurrentes un 50% va
especificamente por los libros y el otro 50% como evento cultural".
Ahora,
en la practica, se puede observar que al argentino actualmente le cuesta leer,
en general no lo hace. Comprar un libro dejó de
ser algo necesario y realmente cuesta comprarlo, más allá de que existan libros en
oferta -por ejemplo de hasta de
un peso-, ya que hay otras prioridades que no se pueden dejar de lado, sobre
todo en un país en el cual la canasta básica social es inaccesible para cualquier familia
tipo.
Eso sí, cuando
un escritor “famoso” llega al lugar todos se desesperan para que les firmen el ejemplar
de su obra y poder conocerlo,
satisfaciendo el costado cholulo de “... lo conocí en persona y me firmo”
Pero
la gran novedadad de la feria es que se promocionan otras especialidades que nada tienen que
ver con el "libro del autor al lector", porque son netamente comerciales y
desvirtúan por completo la esencia por la cual fue creada.
Un
claro ejemplo de ello es el stand de FERNET BRANCA que
invita en forma gratuita a beber vasitos de
dicha bebida con alguna gaseosa. Así es como las colas que se forman para tomar, son mas grandes que la de un escritor
que firma un libro. Cuando la
vuelta de bebida se acaba y las
promotoras tienen que volver a preparlas, los
asistentes se enojan y gruñen por conservar su lugar y evitar que algun "caradura"
se cuele o les pase por encima.
Esta es una
idiosincrasia tan nuestra y
argentina comparable al fanatismo por Gardel,
Maradona, el mate y el dulce de leche. Es como el "deme dos" de la epoca de la
"plata dulce", en la que el argentino compraba y hacía alarde
de ser el "piola" y demás yerbas.
Los
medios periodísticos tienen sus
representantes ya sea a nivel radial como escrito y, en muchos casos, trasladan los
programas al recinto de la feria y los transmiten
allí, con el "gancho" de que se puede conocer en forma personal a aquellos
a quienes escuchamos a diario a traves de la magia de la radio
Se
ofrecen también servicios de Internet con la instalación de computadoras que permiten que el
visitante pueda en forma gratuita chequear su correo electrónico, chatear o bien navegar.
Y aquí
nuevamente las colas son sorprendentes, con peleas por ganar un lugar, ya que los grandes grupos de
estudiantes, alumnos y hasta las promotoras que controlan las computadoras
están "prendidas" a las máquinas.
Este
es el panorama global y sintético de la 31ª Feria del libro, en un momento
histórico, social y económico muy difícil para el
país en el cual existen
20 millones de pobres y en el que a diario un nuevo niño vive
en la indigencia, porque su familia gana sueldos magros. Eso provoca que sus
padres no puedan mandarlos al colegio y, menos aún, fomentarles la lectura.
Graciela Catalán Alvarez