Uno más en la lista de irreemplazables, de esas personas que dejan su marca de agua indeleble en el tiempo. Gustavo Cerati, más allá de sus virtudes artísticas como músico, compositor y productor, deja a flor de piel lo que a nosotros como sociedad nos duele perder: representa el trabajo apasionado y dedicado, la impronta de quien decide cambiar paradigmas, la magia de la evolución hacia formas diferentes y mejores, el valor de amalgamar sonidos y personas con visiones diferentes, la capacidad infinita de dar lo propio.
Cerati comenzó a brillar con su voz afinada en tiempos de una Argentina nueva que deseaba y necesitaba salir de la oscuridad. Una Argentina que, al compás de otros tantos artistas, comenzaba a soñar con las letras y melodías que vaticinaban una era oxigenada y libertaria. Por eso nos duele la despedida física de Cerati, porque su vida emula el deseo colectivo de encuentro con la virtud y la constancia, con los cambios a tempo para lograr resultados novedosos y atractivos, valores tan desencontrados con el devenir histórico y socio político de nuestro país.
Al igual que el fútbol con la selección, la impronta de personas como Gustavo deja en pausa las grietas profundas que hoy nos dividen para darnos la posibilidad de sentir en una escala más sana: a nadie le importaba en su velorio y sepelio la extracción política de quien se secaba las lágrimas a su lado. Ejemplos vívidos como el de Cerati nos están diciendo que hay que ensayar día a día, tocando una y otra vez esa sucesión de acordes hasta que la secuencia comienza a fluir casi sola, cambiando efectos y eventualmente de guitarra. Pero siempre escuchando la melodía que quería interpretar, y teniendo presente que para mostrar el brillo de su virtud necesitó siempre de otros, aún en su etapa de solista. Y todo lo que sentía y sabía hacer necesitaba darlo, sea a través de un vinilo, casette, CD o arriba de un escenario en algún lugar del mundo, su creación no tenía sentido de ser si no estaba destinada a vivir en el bienestar y placer de otros. Nos permitió ver de qué manera su entorno, y en un capítulo aparte su madre, no se resignaron por años a dejarlo ir, foto contundente de amor incondicional y que no todas las personas logran ser capturadas.
Esos son los mensajes potentes que nos dejan seres de este tenor y que precisamos leer como sociedad hastiada de tanta corrupción, mediocridad y desinterés. Necesitamos pensarnos como él, creando, ensayando, soñando, cambiando, armando bandas distintas a las actuales. Saliendo al escenario teniendo en claro que lo que vamos a interpretar tiene como objeto la felicidad de muchos que decidieron venir a escucharnos y vernos. Y más allá de las luces que nos puedan encandilar desde arriba, costados y de abajo, no perder nunca la mirada nítida sobre los gestos de las multitudes que vibran al recibir los sonidos penetrantes de lo que tocamos.
En definitiva, es todo lo que importa. Por eso nos duele Cerati, porque es la representación inequívoca de lo que querríamos ser como sociedad y que no nos decidimos a cumplir, por la trascendencia de haber atravesado con su arte varias generaciones de argentinos.
Falta poco para que decidamos hacia qué futuro queremos ir: al futuro virtuoso de Cerati o al que sigue pulsando los errores del pasado como detonantes de miserias.
Sergio Koltan
Antes que nada me reconozco un amante de las ARBITRARIEDADES; después de todo, ontológicamente todo lo que hacemos lo es, todo pensamiento lo es, toda obra de arte y escrito lo es. Mi opinión ahora mismo es una Arbitrariedad en si misma. Dicho esto, rescato el vuelo del escritor de la nota, más no comparto la extrapolación de una personalidad compleja en si misma, con una sociedad compleja también. Si podemos decir que Cerati es y será irreemplazable, que la muestra de amor de su madre, es toda una enseñanza en si misma. Edipos superados, para el hombre jamás habrá un amor como el de una madre, el amor a cualquier otra mujer y de cualquier otra mujer es simplemente INFERIOR. Ahora discrepo seriamente, en lo de las letras "Libertarias", pongamos lo que la muerte nos deja en su justo lugar, no todo aquel que muere debe ser idealizado. Como artista hizo cosas valiosas, pero hay q recordar que fue en glosador, un copista de sonidos de bandas en su mayoría inglesas. Un Cerati sin miserias y sus vicios no sería un Cerati, y según la arbitrariedad de mis palabras, un Cerati dista mucho de lo que "quicieramos ser como sociedad". Acaso, ¨lo sabemos?
Lindo eso que escribiste, Sergio: "Necesitamos pensarnos como él, creando, ensayando, soñando..... ". Es cierto, como dice el Doctor Zeta, que no debe idealizarse al que muere, pero de mi parte vaya un recuerdo emocionado a su música y a su talento. Momentos felices de mi vida, viendo a Soda en el Super Domo de Mardel (que ya no existe). Me gustó el homenaje de Lanata en el final de su programa: Cerati y Spinetta haciendo "Bajan". Temazo del flaco.
Lo dijo el doctor, el cual expresa fervientemente la realidad mental de nuestro pueblo. Si sale alguien con condiciones debemos tirarlo para nuestro lado, el de los mediocres de Ingenieros, y así reafirmar nuestra falta de cultura y ansias de progresar. No somo mas que eso.......eternos "copiadores" de sonidos foraneos o meros mediocres con condiciones de notar esos "plagios". Ah, una cosa, nuestra sociedad entera es una copia y amalgama de cosas foráneas.
La verdad es que si, no hablemos de Beethoven, Mozart, si no de un creador de menor escala ya muertos se levantaran a escuchar las poderaciones sobre el recientemente desaparecido ...................................se entierran nuevamente
Una aclaración adicional, todos los grandes maestros de la historia, han sido grandes copiadores...de eso no hay dudas...se aprende copiando, el resto es inspiración y pura innovación. No dije lo de glosador o copiador como un demerito o un descredito, al contrario es una estrato natural de todo artista y/o descubridor.