Hace ya unos meses, desde el oficialismo y grupos afines, se afirmaba que la inflación se estaba desacelerando. Varios meses pasaron y la inflación no se desaceleró. De hecho, la inflación interanual de octubre llegó al 41%, por primera vez superando el pico del 40.9% en diciembre del 2002. Evidentemente el Kirchnerismo tiene un error de diagnóstico o un error de política en lo que respecta al problema inflacionario. La alta inflación, sin embargo, no es novedad en Argentina. La historia del país muestra que alta inflación es más la norma que la excepción. Salvo durante la Ley de Convertibilidad, Argentina no tuvo varios años seguidos de baja inflación.
Con la unión monetaria de J. A. Roca a principios de 1880 se instaura el Peso Moneda Nacional. En 1970 (antes del Rodrigazo) se cambia el Peso Moneda Nacional por el Peso Ley (1 Peso Ley = 100 Pesos Moneda Nacional). Esta moneda tuvo una corta vida de 13 años, siendo reemplazada por el Peso Argentino en 1983 (1 Peso Argentino = 10.000 Pesos Ley). Tras un período notablemente corto, el Peso Argentino es reemplazado por el Austral en 1985 (1 Austral = 1.000 Pesos Ley). En 1992 el Austral es reemplazado por el Peso Convertible (1 Peso Convertible = 10.000 Australes) y finalmente en el 2002 el Peso Convertible es reemplazado por el Peso [no convertible] (1 Peso Convertible = 1 Peso).
Estos son los famosos 13 ceros que la moneda Argentina perdió de 1880 a la fecha. El deterioro monetario en Argentina ha sido tal que si usted posee un Peso actual en su bolsillo, entonces usted es un multimillonario en Australes. No hace falta retrotraerse a las primeras monedas de la nación para ver la capacidad de destrozo monetario de la dirigencia política del país. Este deterioro se acelera con la fundación del BCRA en 1935. De hecho, Argentina no abandonó el Peso Moneda Nacional hasta luego de la fundación del BCRA. Si emitir dinero para financiar el gasto público de una economía adicta a las políticas de sustitución de importaciones fuese una exitosa receta económica, Argentina sería sin duda potencia mundial. Que diste de serlo luego de notable fracaso monetario parece no ser suficiente para que la dirigencia política (y la sociedad) se atreva a pensar en una concepción genuinamente distinta de país.
El fracaso del BCRA en proteger el valor de la moneda es patente. Los 78 años de historia del BCRA ente 1935 y el 2013 resultaron en una inflación anual promedio (compuesto) del 53.8% (usar lo datos oficiales del 2007 en adelante no afectan el resultado, que pasa a ser 52.1%). Es decir, para pasar del nivel de precios a fines de 1934 al nivel de precios a fin del 2013 es necesaria una inflación del 53.8% cada año.
Los altos niveles de inflación actuales se encuentra por debajo del promedio histórico del país. Esto no quiere decir que la inflación actual sea baja, muestra lo alta que ha sido la inflación bajo el control del BCRA. Cabe aclarar, que esta alta tasa de inflación no se debe a la hiperinflación de fines de la década del ochenta. La hiperinflación de fines de la década del ochenta no debe hacernos olvidar el daño que el gobierno radical de Alfonsín ya le venía imponiendo a la moneda. En 1985, 1986, 1987, y 1988 la inflación anual fue de 672.2%, 90.1%, 131.3%, y 343%. En sólo 23 ocasiones la inflación anual fue menor al 10%. En sólo 17 fue menor al 5%. Y en sólo 11 menor a un 2%. En 6 ocasiones la inflación fue negativa, es decir, deflación. Por lo tanto en sólo 5 años de 78 de administración del BCRA Argentina tuvo una tasa de inflación entre el 0% y el 2%.
La situación ha empeorado con el paso del tiempo. Si en lugar de observar la inflación entre 1935 y el 2013 lo hacemos desde 1945, cuando culmina la Segunda Guerra Mundial, entonces la inflación promedio es del 62.9% anual. Si partimos de 1960 la inflación promedio anual pasa a ser del 76.7%. Un notable 92.8% si partimos de 1970. No es que el Argentina tenga una fijación ideológica con el dólar, es que simplemente Argentina es un país que si bien tiene un signo monetario y medio de intercambio, no tiene moneda propiamente dicha. El Argentino que ahorra en dólares sigue el más básico instinto de supervivencia. La gente no ahorra en moneda con alta inflación por el mismo motivo que no almacena alimentos perecederos.
Los hechos históricos de 1935 a la fecha muestran que los términos “protección del valor de la moneda” y “BCRA” son contradictorios. 78 años de fracaso monetario sugieren que el problema no es de gestión de la autoridad monetaria, sino que el problema es institucional. La solución, por lo tanto, requiere de reformas institucionales, no de cambios de gestión. Este tipo de discusiones parecen estar lejos si un 53.8% de inflación promedio no evita que ya entrados en el Siglo XXI se siga discutiendo si la inflación es o no un problema de emisión monetaria por encima de la demanda de dinero. Cuestión que en Argentina debería estar fuera de toda discusión (Economía Para Todos).